Mamografías

Se recomienda que las mujeres mayores de 50 años se sometan a un examen periódico de los senos, generalmente cada dos años
Por Azucena García 20 de octubre de 2004

Cada 35 minutos se registra un nuevo caso de cáncer de mama femenino en España, el tumor maligno más frecuente entre las mujeres. Su incidencia en los países desarrollados ha motivado la puesta en marcha de políticas sanitarias que promueven la realización de mamografías periódicas, pruebas capaces de detectar la enfermedad años antes incluso de que aparezcan los primeros síntomas. Aunque un reciente estudio danés publicado en la revista científica “The Lancet” ha puesto en duda su utilidad para reducir “de manera significativa” la mortalidad por cáncer de mama, los expertos consultados por Consumer defienden su uso y argumentan que, en todo caso, son precisos más estudios que avalen esa tesis.

Características

La detección precoz del cáncer de mama tiene en la mamografía a uno de sus principales aliados. Sus defensores aseguran que reduce la mortalidad de las afectadas entre un 15% y un 40%, ya que es capaz de localizar tumores de longitud inferior a un centímetro, mientras que su nivel de radiación es mínimo. “Hace 20 ó 30 años, las irradiaciones eran más altas, pero en la actualidad no hay ningún riesgo. Una placa de antes equivale a 20 placas de las actuales”, explica José María Gómez, ginecólogo experto en reproducción.

Su realización consiste en la toma de una radiografía especial de las mamas gracias a un aparato de rayos X diseñado ex profeso para ello y denominado mamógrafo, que permite detectar tumores en etapas muy tempranas y llevar a cabo pequeñas intervenciones sólo en la zona en la que ha localizado el tumor, sin necesidad de recurrir a tratamientos más agresivos como la mastectomia o amputación de la mama.

En general, se trata de una prueba sencilla e indolora, aunque en algunos casos puede dar lugar a ligeras molestias, ya que la mama es presionada entre dos placas para conseguir una mejor calidad de las radiografías: dos proyecciones por cada mama, una de lado y otra desde arriba, para que todas las zonas queden exploradas. “La principal ventaja -apunta desde la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) la oncóloga Graciela García-, es que es una prueba muy sencilla de realizar y que no requiere acudir a un centro hospitalario, por lo que resulta muy accesible a cualquier mujer”.

Una vez realizada, la mamografía permite localizar la presencia de calcificaciones, depósitos de minerales de carácter benigno pero que pueden alertar también de un futuro cáncer, o masas, que requieren la realización de pruebas complementarias para determinar si se trata de tumores benignos -aquellos que no se extienden a otros tejidos o partes del organismo – o malignos -aquellos que sí lo hacen-.

Eficacia

El Código Europeo contra el Cáncer recomienda a todas las mujeres mayores de 50 años someterse a un examen periódico de los senos, generalmente cada dos años, y participar en los programas de detección mediante mamografías, que suponen un coste por paciente entre 18 y 30 euros. Una recomendación compartida también por la sanidad norteamericana y que ha derivado en la puesta en marcha de planes de detección precoz de cáncer de mama dirigidos a mujeres entre 50 y 65 años, el grupo más proclive a padecer este tipo de tumores.

El objetivo, sin embargo, es que los exámenes incluyan también a las mujeres a partir de 40 años, como ya ocurre en las Comunidades Autónomas de Madrid y Navarra, para lograr así reducir tanto el número de afectadas (15.000 cada año), como el índice de mortalidad (17%) de una enfermedad que, si se detecta a tiempo, cuenta con un porcentaje de curación del 90%.

Y es que pese a que la revista médica ‘The Lancet’ publicó hace algunos meses las conclusiones de un estudio llevado a cabo por científicos daneses, en el que se aseguraba que las mamografías periódicas no ayudan a reducir “significativamente” la mortalidad por cáncer de mama, la mayoría de los expertos están convencidos, precisamente, de lo contrario.

“Es necesaria una investigación más profunda -advierte la doctora García-. Sólo el tiempo y la realización de más estudios dirá lo que es real, puesto que no se puede modificar tan fácilmente un criterio internacional. Por ello, hoy por hoy, la Asociación Española contra el Cáncer sí recomienda hacer mamografías, ya que existe un consenso médico en cuanto a su eficacia. Lo que no podemos hacer es dejar de recomendarlo sin que haya estudios concluyentes”.

En concreto, se considera que las mamografías reducen entre un 15% y un 40% la mortalidad de las afectadas por cáncer de mama, ya que alertan de la existencia del tumor cuando éste es aún de pequeñas dimensiones y basta con eliminar la zona donde se localiza, en lugar de realizar una mastectomia.

Otras pruebas

Además de las mamografías, existen otra serie de pruebas alternativas o complementarias a las que las mujeres deben someterse para detectar posible tumores o confirmar diagnósticos. En este sentido, las resonancias magnéticas pueden sustituir a los rayos X y conseguir, incluso, resultados más nítidos. “En partes blandas, las resonancias magnéticas dan una definición mayor, pero resultan más caras y complejas que las mamografías”, destaca José María Gómez. “En todo caso, se utilizan para mejorar el diagnóstico”, agrega.

En esta línea, una vez detectado el tumor, también es habitual que se realicen ecografías para conocer el contenido de los nódulos y determinar si se trata de tumores benignos, generalmente con contenido líquido, o malignos, con masa sólida.

Asimismo, las citologías o biopsias permiten extraer muestras de células o tejidos del nódulo y del área adyacente para su posterior estudio en el microscopio, gracias al uso de una aguja fina unida a una jeringa o un sistema de aspiración.

Por su parte, la esterotaxia digital facilita la extracción de una pequeña muestra de la lesión, a través de una aguja unida a un émbolo, y no requiere el ingreso de la paciente ya que, en este caso, se recurre a anestesia local, frente a la biopsia quirúrgica, que implica el uso de anestesia general para quitar el nódulo o área afectada junto a una zona de tejido sano, que será posteriormente analizado por un patólogo.

Autoexploración

Además de las técnicas médicas existentes para detectar el cáncer de mama, es conveniente que cada mujer, conocedora mejor que nadie de su propio cuerpo, lleve a cabo un examen de sus senos con el fin de localizar un posible tumor y someterse lo antes posible a las pruebas y tratamientos pertinentes. Así, la autoexploración constituye una medida muy eficaz, que debe realizarse al menos una vez al mes, coincidiendo con los últimos días del ciclo menstrual, y que está formada por dos sencillos pasos: la inspección y la palpación.

En el primero de los casos, la mujer debe colocarse con el torso desnudo frente a un espejo y observar detenidamente sus mamas para comprobar si existen diferencias de tamaño, coloración o aspecto de la piel. Esta práctica debe realizarse con los brazos a lo largo del cuerpo, con las manos apoyadas en las caderas y con los brazos levantados.

Posteriormente, durante la palpación es importante palpar las mamas, así como los huecos de las axilas, para detectar posibles nódulos. La postura correcta en este caso es, según recomienda la AECC, aquella en la que la mujer se encuentra tumbada, con una almohada debajo del hombro y el brazo correspondiente a la mama que se va a explorar debajo de la cabeza.

En esta posición, se debe palpar toda la mama mediante círculos alrededor del pezón hasta llegar a él y, seguidamente, presionarle suavemente para comprobar si se produce alguna secreción. La parte de la axila también debe ser examinada con la yema de los dedos y una ligera presión. En caso de que durante la exploración se detecte la presencia de varios nódulos, estos deben ser contados para controlar un posible incremento tanto del número como del tamaño.

Hay que tener en cuenta que aproximadamente el 40% de los nódulos cancerosos se encuentran en la parte superior del seno, mientras que algo más del 30% se localizan en la parte central y cerca del 15% en la parte interna (hacia el cuello).

Cáncer de mama

Los tumores malignos en el seno constituyen una enfermedad silenciosa, sin síntomas iniciales y que, conforme avanza, da lugar a la aparición de un bulto o nódulo cada vez mayor. El cáncer de mama no avisa de su llegada, por lo que la detección precoz a través de mamografías o la autoexploración, especialmente a partir de la menopausia, tienen una gran importancia.

En este sentido, la práctica regular de ejercicio y evitar una dieta rica en grasas ayudan a reducir el riesgo de padecer una enfermedad que, según la Sociedad Española de Oncología Médica, afectará en los próximos años a un mayor número de mujeres debido a factores hormonales o ambientales, tales como la obesidad o tener el primer hijo en edades avanzadas.

Su aparición se produce cuando las células tumorales invaden los tejidos sanos de la mama llegando incluso a alcanzar otros órganos a través de músculos y huesos, la red de vasos linfáticos o los vasos sanguíneos. “Un tumor no invasivo se cura casi en el 100% de los casos. Si es invasivo, que afecta por ejemplo a los ganglios, la supervivencia baja muchísimo”, advierte la oncóloga Graciela García.

No obstante, el cáncer de mama constituye una de las pocas enfermedades cancerosas que se pueden diagnosticar precozmente, antes de que aparezcan los primeros síntomas y que afectan, sobre todo, al tamaño y la forma de la mama, además de alterar su aspecto con la aparición de úlceras o la denominada piel de naranja.

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