Médicos gallegos operan a un feto de una hernia diafragmática por primera vez en España

Este problema se da en uno de cada 3.500 recién nacidos y afecta especialmente al pulmón izquierdo
Por EROSKI Consumer 1 de noviembre de 2002

Un equipo multidisciplinar (más de veinte especialistas) del Complejo Hospitalario Juan Canalejo, de La Coruña, operó ayer a un feto de una hernia diafragmática por vez primera en España, y quinta en todo el mundo. Los especialistas explicaron de qué modo se cambió el pronóstico del pequeño.

Su supervivencia estuvo seriamente comprometida desde que a las dieciséis semanas de gestación se le diagnosticó una hernia diafragmática. Este problema se registra en uno de cada 3.500 recién nacidos y afecta con mayor frecuencia al pulmón izquierdo, aunque puede ocurrir con los dos. Consiste en un defecto amplio del diafragma, que debe separar la cavidad torácica de la abdominal. Cuando no ocurre así, las vísceras abdominales ocupan el lugar que deberían ocupar los pulmones. El contenido de la hernia puede incluir el lóbulo izquierdo del hígado, bazo y a veces todo el tracto gastrointestinal; el estómago se encuentra habitualmente en el tórax. La compresión sobre el pulmón impide su adecuado desarrollo.

Los recién nacidos con este defecto necesitan una intervención quirúrgica urgente para repararlo (generalmente, pocas horas después de nacer, tras ser estabilizados). Pero muchos de ellos fallecen después debido a la inmadurez y al reducido tamaño de sus pulmones.

Así pues, el porvenir del pequeño, que iba a ser el primer hijo de una mujer de 28 años, se presentaba sombrío. «Se plantearon a la madre tres alternativas: interrumpir legalmente el embarazo, operar tras el nacimiento o actuar sobre el feto», indicó el ginecólogo José García-Consuegra. Se trataba de un caso grave y, sin intervención, las posibilidades de fallecimiento del bebé después de nacer eran casi del cien por cien.

Los padres eligieron la tercera opción, la terapia fetal, introduciendo un «balón» que debía taponar la tráquea del feto hasta el momento del nacimiento, en que habría que extraerlo justo a tiempo para que el recién nacido pudiera empezar a respirar por sí mismo. Cuatro veces se había intentado en todo el mundo esta técnica que se ayuda de la endoscopia, de la mano del médico belga Jan Deprest, de la Universidad de Lovaina. Dos de los bebés fallecieron. «Al menos, un 50% de posibilidades frente al cero del que partíamos», comentó el doctor Manuel Gómez Tellado, uno de los cirujanos pediátricos del equipo del Juan Canalejo.

La primera parte del proceso se desarrolló en Bélgica, adonde se desplazó la gestante junto con un obstetra del equipo. Fue el doctor Deprest quien colocó el balón en la tráquea del feto a la 28 semana de gestación. La técnica consiste en introducir un fetoscopio a través de un trocar de 3 mm de diámetro (como en una laparoscopia), controlando con un ecógrafo para no perforar la placenta. El fetoscopio lleva incorporada una óptica que se introduce por la boca del feto hasta llegar a la tráquea. A través de un canal de trabajo de esa óptica se introduce el balón (un dispositivo inflable) con la ayuda de un catéter, se hincha dentro y se suelta. La tráquea queda taponada sin problemas -el feto respira a través de la placenta- y se evita que salga al exterior el líquido que producen los pulmones y que está constituido por nutrientes y otras sustancias que ayudan a su desarrollo pulmonar. Así se consigue que el pulmón se expanda, se desarrolle y no ceda su sitio a las vísceras.

El resto del proceso se completó en La Coruña. «Cuando el bebé va a nacer, se procede a una cesárea especial llamada «exit». Es especial porque el niño debe empezar a respirar por sí mismo, y no olvidemos que tiene la tráquea obstruida», explica el doctor Gómez Tellado. «La técnica consiste en mantener el útero relajado y en sacar sólo la cabeza del bebé. Con el endoscopio se le extrae el balón de la tráquea. A continuación se le intuba y se le conecta a un respirador. No hay que olvidar que todavía tiene su hernia diafragmática sin reparar y no le deja respirar sin ayuda… Y luego se termina casi como una cesárea normal», añade. Así ocurrió el 4 de agosto pasado en el hospital; el niño nació en la 33 semana de gestación con un peso de 1.850 gramos. Después, pasó a cuidados de Neonatología para estabilizarlo. Normalmente, además de tener una hernia de diafragma, estos niños nacen prematuros y necesitan muchos cuidados.

«Una vez estabilizado por los neonatólogos, los cirujanos tenemos que reconstruir el diafragma que no tiene. Para ello, cuando el tejido diafragmático no llega (en hernias severas) utilizamos una prótesis de un material llamado gore-tex, que cortamos a la medida del defecto que debemos reparar. Este material no causa rechazo y el propio organismo lo va recubriendo con el tiempo», indica el cirujano pediátrico. La intervención se practicó a las pocas horas del alumbramiento.

Aunque el postoperatorio es delicado, el nivel de supervivencia es bueno. Actualmente, el pequeño no precisa técnicas de asistencia respiratoria invasivas y está en fase de rehabilitación. «El procedimiento no tiene un riesgo elevado para la madre, algo más que el de una amniocentesis (para la colocación del balón) y que el de una cesárea convencional (para la realización del «exit»). Pero se trata de un riesgo calculado. No hay que olvidar que la prioridad debe ser siempre la madre», concluyen los especialistas.

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