No, los niños no orinan plástico

De los biberones a los tiques de compra: explicamos qué son los disruptores endocrinos, dónde se usa el bisfenol A (y dónde no) y por qué es falso que las personas orinemos plástico
Por Deborah García Bello 30 de noviembre de 2019
Nino gorra trenes

En los últimos días se ha difundido la idea de que los niños acumulan plástico en su organismo y lo orinan. Esta afirmación, que ha causado gran preocupación en la población adulta, es falsa. Los disruptores endocrinos son sustancias que se interponen en el funcionamiento normal del sistema hormonal. Y sí, el bisfenol A (o BPA) es uno de ellos. Se utiliza en la industria para sintetizar algunos plásticos. No obstante, y como veremos a continuación, los plásticos en contacto con alimentos y cosméticos no liberan bisfenol A. Y por mucho que se repita en algunos medios de comunicación y redes sociales, no es cierto que los niños orinen plástico.

Qué es el bisfenol A y para qué se usa

El bisfenol A es una sustancia que se utiliza para fabricar algunos polímeros, lo que coloquialmente llamamos plásticos. Los polímeros, como su nombre indica (del griego: polis, «mucho», y meros, «parte» o «segmento»), están formados por la unión de unidades más pequeñas denominadas monómeros. Si un polímero fuese un collar de cuentas, cada cuenta sería un monómero. El bisfenol A (BPA) serían las cuentas del collar antes de hacerles el agujero. Se usa para fabricar dos polímeros en concreto: el policarbonato y algunas resinas epoxi.

  • El policarbonato es transparente y casi inastillable. Se emplea para fabricar gran variedad de productos, como piezas de dispositivos médicos y dentales, envases resistentes al impacto, la cubierta de las maletas rígidas, componentes de automóviles, las lentes orgánicas para gafas… y, sobre todo, es el principal componente de los CD y DVD.
  • Las resinas epoxi son polímeros termoestables, es decir, resistentes al calor, que no se derriten ni cambian de forma. Se utilizan como adhesivos y en recubrimientos en general. En la actualidad, se emplean sobre todo en las aspas de los molinos de energía eólica.

Los plásticos fabricados con BPA no liberan BPA

Nina plastico

Imagen: Tanaphong Toochinda

Durante el proceso de fabricación del policarbonato y de las resinas epoxi, el BPA desaparece como tal, se transforma en algo diferente cuando pasa a formar las cuentas de esos polímeros. Como consecuencia, ni el policarbonato ni las resinas epoxi contienen o liberan BPA. Esto es síntesis orgánica básica.

Es cierto que las plantas industriales que los producen pueden soltar al medio ambiente cantidades variables de BPA libre como subproducto y que pequeñas cantidades de BPA pueden haber quedado sin reaccionar durante la producción de los polímeros. Esta posibilidad es remota pero, por el principio de precaución, las autoridades sanitarias decidieron limitar la posible exposición a estos polímeros en situaciones especialmente delicadas. Por esa razón, hace años que está prohibido usar plásticos proclives de contener BPA residual en recipientes usados para cosméticos y alimentos. Tampoco los biberones ni los táperes, ni las latas de alimentos se hacen con plásticos fabricados a partir de BPA.

Los disruptores endocrinos son sustancias que se interponen en el funcionamiento normal de nuestro sistema hormonal. Hace muchos años que se estudian y los tenemos bien caracterizados. El bisfenol A es uno de ellos.

Sin embargo, sabemos que el BPA reside muy poco tiempo en nuestro organismo. Tras la ingestión, el BPA es metabolizado de inmediato por nuestro hígado para dar lugar a otra sustancia, el glucurónido de bisfenol A. El glucurónido no tiene ninguna actividad estrogénica y, en cuestión de pocas horas, es eliminado a través de la orina, tanto de las personas mayores como de los más pequeños. Es decir, no hay peligro de que el BPA se vaya acumulando en nuestro organismo.

Cuál es la ingesta diaria tolerable de BPA

A partir de cierta cantidad, cualquier sustancia puede causar daños a la salud. Por eso, se hacen ensayos toxicológicos para caracterizar estas sustancias, evaluar cómo migran, cómo se metabolizan, a partir de qué cantidad son inseguras, etc.

Botellas plastico

Imagen: Willfried Wende

Hay una cantidad abrumadora de estudios científicos publicados sobre el BPA. Lo más coherente en estos casos es recurrir a los organismos oficiales que se dedican a revisar esas investigaciones en busca de evidencias y, a partir de ellas, establecer normas de uso y límites tolerables. Estas entidades son principalmente la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Ambas velan por nuestra salud y llevan a cabo un seguimiento exhaustivo de todo lo que se produce científicamente para, si procede, tomar medidas al respecto.

Como resultado de un informe de 2015, la EFSA estableció una nueva dosis total de Ingesta Diaria Tolerable (TDI) de 4 microgramos de BPA por kilo de peso y día. Traducido a un adulto de peso medio 70 kg, eso significa que podría ingerir 0,28 miligramos por día, todos y cada uno de los días de su vida, sin producirle ningún problema de salud. El informe de 2015 también establece que los niveles de exposición habitual al BPA de los europeos están muy por debajo de la Ingesta Diaria Tolerable.

Los expertos de la EFSA llegaron a la conclusión de que, aun considerando todas las posibles fuentes de exposición a bisfenol A, no es posible superar la ingesta diaria tolerable, incluidas las poblaciones sensibles como embarazadas, ancianos y bebés.

Tiques de compra: si no los comes, estás a salvo del BPA

Resulta que el papel térmico de algunos tiques de compra contiene BPA como agente de revelado y esto, sobre todo en algunas profesiones, es una fuente de contacto continua. La EFSA se ha puesto en un escenario conservador estableciendo una nueva tasa de dosis segura. La razón es que la migración del BPA a través de la piel es la menos estudiada de todas, por eso prima el principio de precaución.

En diciembre de 2016 la EFSA acordó adoptar la nueva concentración del 0,02 %, como concentración segura en una exposición ocupacional, y dio un plazo de 36 meses para que los fabricantes de papel térmico la cumplan; el plazo expira en enero de 2020. Esta medida es ocupacional, es decir, atiende a trabajadores en permanente contacto con el papel térmico. Las personas que no están en contacto permanente no deben preocuparse. A no ser que comamos tiques —en cuyo caso, el problema sería otro y más grave—, no es un motivo de preocupación.

Lavar los calcetines elimina el BPA

Calcetines lavar ropa

Imagen: cokolatetnica

El autor del libro por el que en estos momentos se habla tanto de los disruptores endocrinos es un médico que afirma en sus entrevistas que los niños orinan plástico y que los calcetines infantiles contienen cantidades peligrosas de BPA. Esto no es así. Ni siquiera los trabajos de su grupo de investigación llegan a esas conclusiones.

Este mismo año se publicó un estudio realizado sobre 32 pares de calcetines para niños con el fin de comprobar si esta prenda contenía BPA. Resultó que en casi todos los calcetines se encontró BPA. Pero no nos alarmemos todavía, porque la investigación tiene su miga.

Para empezar, los análisis se hicieron con los calcetines sin lavar. Por ello, los autores del estudio tuvieron que reconocer en el artículo que lavar los calcetines reduciría el contenido en BPA. Y no solo lo reduciría, sino que se eliminaría por completo. El BPA es soluble en agua, y su solubilidad aumenta con la temperatura y con el uso de detergentes. La solubilidad del BPA a 40 ºC y con detergente es de 2.261 mg por litro. En un calcetín con la máxima cantidad de BPA encontrada había 0,15 mg de BPA. Por tanto, el resultado de este trabajo bien podría haber sido aconsejar lavarlos antes de usarlos, cosa que hace la mayoría de las personas, sobre todo con las prendas de los niños y la ropa interior.

En esta investigación también se midió la exposición al BPA a través de la piel, ya que los calcetines están todo el día en contacto con ella. Resultó del orden de picogramos por kilo de niño y día; es decir, una cantidad irrelevante, y más que lo sería si el calcetín estuviese lavado.

En otro estudio se midió la concentración de BPA en la orina de casi 300 niños granadinos de entre 9 y 11 años para tratar de relacionarlos con la obesidad. En el propio artículo se dice que los resultados deben tomarse con precaución, debido a que no se han tenido en cuenta otros factores como la dieta o el estilo de vida. Los niveles de glucurónido de BPA medidos en orina son del orden del límite de detección, con lo que no se puede afirmar que los niños orinan derivados del BPA.

No obstante, el BPA no es plástico, así que estrictamente los niños no orinan plástico. Y como ya hemos visto anteriormente, el BPA se metaboliza y se transforma en glucurónido de bisfenol A, que ni siquiera es un disruptor endocrino. Así que los niños ni orinan plástico ni orinan disruptores endocrinos.

Cuidado con la equidistancia y la desinformación

Plastico

Imagen: annca

Quien sostiene que los cosméticos o los plásticos de los táperes y los biberones contienen sustancias como el bisfenol A no tiene credibilidad. O desconoce la legislación, o desconoce la síntesis de polímeros, o ambas cosas. Ni los cosméticos ni los plásticos en contacto con alimentos contienen bisfenol A. Pero el miedo vende libros, productos cosméticos, titulares jugosos, tráfico en redes y lo que se tercie.

Las autoridades sanitarias están por encima de opiniones y estudios particulares. Representan el consenso científico. Las autoridades evalúan el conjunto de estudios científicos publicados, y a partir de todos ellos emiten las conclusiones. No merece consideración mediática alguien que ridiculiza la labor de las autoridades sanitarias, que dice saber más que el propio sistema de la ciencia. La realidad es que los disruptores endocrinos están bien caracterizados y están controlados por las autoridades sanitarias. Salvo personas con un trabajo con riesgo de exposición, los demás no tenemos motivos por los que preocuparnos.

Solo hay una voz discordante que aparece constantemente en los medios de comunicación llevando la contraria a las autoridades sanitarias. Por eso la equidistancia es una distorsión de los hechos. Por cada afirmación discrepante, deberían figurar las afirmaciones de cientos de científicos especialistas en polímeros y en endocrinología que no concuerdan con ella. Porque la realidad es esa. Uno contra cientos.

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