¿Si te dijeran que el edificio en que nos encontramos está en llamas, qué harías? «No sé». Esta respuesta, falta por completo de apasionamiento, podría ser la de una persona que sufre alexitimia, es decir, incapacidad para identificar o expresar emociones. Este desorden, que en ocasiones es consecuencia de una lesión o intervención quirúrgica en el cerebro, es sobre todo un problema de origen psiquiátrico. Quienes lo padecen, más hombres que mujeres, son personas que resultan aburridas, con dificultades para crear vínculos afectivos y con escasa capacidad creativa. Además, suelen dar vía libre a sus emociones a través del padecimiento de numerosas enfermedades. Aunque algunos estudios sugieren que es un desorden muy extendido, que sufren siete de cada cien personas, los expertos señalan que no existen datos sobre la incidencia en la población, e insisten es que se trata de un rasgo de carácter más que de un trastorno, por lo que quien la padece no siempre se somete a tratamiento.
Una interpretación clínica
Un vecino, una amiga, un compañero… Todos conocemos a personas que parecen no inmutarse por nada, no sentir ni frío ni calor. Son personas que no expresan su afectividad con palabras ni gestos: ni echan las campanas al vuelo cuando tienen una alegría, ni muestran dolor cuando les sobreviene una desgracia. Muchos de ellos pueden sufrir alexitimia, un desorden caracterizado por la incapacidad para reconocer y expresar emociones. El término empleado para referirse a este problema de nombre casi impronunciable es de origen griego y significa literalmente «sin palabras para las emociones» (de a: no; lexis: palabra; timos: afectos).
En la alexitimia las emociones afloran en forma de problema físico
El término fue acuñado en 1972 por el psiquiatra estadounidense Peter Sifneos para describir «un problema». Porque la alexitimia, en sentido estricto, no es una enfermedad; tampoco un trastorno. En realidad, como señala José Menchón, del equipo de Psiquiatría del Hospital de Bellvitge, en Barcelona, es una interpretación clínica para referirse a las personas que no pueden explicar sus sentimientos. Emociones que, generalmente, pueden llegar a somatizar y expresar de modo físico.
De hecho, una de las claves para detectar que una persona puede presentar el cuadro de alexitimia es la cantidad de problemas físicos que padece (herpes, eccemas, dolores de cabeza, fibromialgia), dolores para los que ningún especialista halla respuesta y que suelen responder a la ansiedad que provoca el hecho de tener enterradas las emociones, a las que dan salida mediante estas dolencias.
Origen diverso
La alexitimia puede tener su origen en dos ámbitos: el psiquiátrico o el de la neurocirugía, campo en el que según indica Enrique García Bernardo, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, se utiliza menos este término. Como explica el psiquiatra, las intervenciones cerebrales de los años sesenta eran más invasivas que en la actualidad, pero aún hoy, aunque hay operaciones que han dejado de practicarse de manera habitual (como la lobectomía frontal), las intervenciones de neurocirugía pueden dejar, entre otras secuelas, alexitimia. En este caso se trata de alexitimia secundaria, sobrevenida tras un problema ajeno a la personalidad del paciente. Este tipo de incapacidad para reconocer y expresar emociones es más evidente que la alexitimia primaria, que padece el individuo como un rasgo de su personalidad y es de menor intensidad, según señala José Manchón.
Los casos más graves de la alexitimia provocada por la neurocirugía son los de aquellas personas que tras la extirpación de un tumor en el cerebro, o a causa de una lesión, cambian de personalidad y pierden capacidad emocional. Como señala Manchón, algunas de estas personas son más frías e indiferentes que antes de ser operadas. La causa de este cambio radica en un daño accidental en los tejidos ocasionado por una cirugía cerebral. También puede tratarse de una disfunción en la comunicación entre los hemisferios del cerebro que controlan los lados racional y afectivo.
La alexitimia, en sentido estricto, no es una enfermedad ni un trastorno, sino una interpretación clínica para referirse a las personas que no pueden explicar sus sentimientos
La incapacidad de expresar sentimientos tras la cirugía también puede deberse a lesiones, como la desconexión entre el sistema límbico del cerebro, que detecta los estímulos fisiológicos que generan la emoción, y el neocórtex, la zona que reconoce la emoción y permite expresarla. Finalmente, también pueden darse estados transitorios en personas sometidas a intervenciones muy agresivas o a situaciones de alto estrés. Se interpreta, en estos casos, como algo parecido a un mecanismo de defensa frente a la agresión que están sufriendo.
En el caso de la alexitmia primaria, su origen puede encontrarse en una predisposición genética, tener ese rasgo de la personalidad desde el nacimiento. Pero, además, existe el factor social, la educación afectiva que se recibe. Según expresa Enrique García Bernardo, muchos de entre quienes padecen este desorden han crecido en familias donde los sentimientos no se expresaban, por lo que ellos aprenden a no hacerlo y llegan incluso hasta la negación de los mismos. Por ello recalca la importancia de la educación emocional, «ya que cuanto mejor reconozca sus emociones una persona, más capacidad tendrá para ser feliz y vivir en sociedad».
Personalidad y diagnóstico
Las personas con alexitimia son muy calladas y tienen una personalidad introvertida, tendente al aislamiento, aunque ellas no tienen la sensación de soledad. Según asegura Manchón, no son conscientes de tener un problema, por lo que no sufren por esta incapacidad emotiva. Coincide con esta opinión Enrique García Bernardo, quien asegura que, a pesar de tener bloqueada su vida emocional, los alexitímicos se sienten normales.Los principales rasgos de su personalidad son:
- Son incapaces de reconocer los estados emocionales ajenos.
- Tienen una escasa vida imaginativa, con pobreza de sueños y fantasía.
- No tienen mucha vida interior.
- Padecen trastornos sexuales como impotencia o ausencia de libido.
- Son personas poco habladoras, serias, aburridas y que en ocasiones dan la sensación de ser secas.
- Simplistas y con una visión muy plana de la realidad. Son muy prácticos y se vuelcan hacia cuestiones externas.
- Tienen una gran dificultad para establecer vínculos afectivos: Poseer una personalidad marcada por estos rasgos hace muy difícil la convivencia con un alexitímico, ya que nunca se sabe lo que piensa o siente y sus exteriorizaciones se reducen a lo justo: el saludo, la despedida o la frase correcta pero seca.
Aunque no siempre, las personas alexitímicas notan en ocasiones que algo va mal con su pareja, en el trabajo o con sus amigos, pero no aciertan a descubrir qué ocurre ya que ellos mismos ignoran lo que sienten, no saben como decirlo con palabras, no distinguen una emoción de otra. Y, sobre todo, no saben que carecen de la capacidad de reconocer y expresar sus emociones. Por este motivo, no es habitual que acudan a la consulta de un profesional para tratar un problema que desconocen, sino que lo habitual es que los alexitímicos sólo consulten cuando tras acudir a distintos especialistas a tratar sus enfermedades (fibromialgia, dolores?), éstos ven la posibilidad de que sus dolencias sean la expresión de su incapacidad de expresar emociones y los deriven a la consulta de un psiquiatra, posibilidad que muchos rechazan.
Las personas con alexitimia no suelen ser conscientes de su problema y a menudo lo descubren cuando se asocia a desórdenes físicos de dificultosa interpretación
El método diagnóstico más utilizado para comprobar si se está ante un caso de alexitimia es la escala de Toronto, un test que mide en qué grado lo puede padecer una persona en función a las respuestas que den a determinadas situaciones. Sin embargo, Manchón señala que ésta no es más que un modo de intentar ayudar al especialista, y reconoce que se utiliza más en la investigación que en la práctica ya que, aunque es un modo de objetivar conceptos muy abstractos, lo más importante es la percepción y el juicio del clínico.
El manejo terapéutico de este desorden es complejo pues hay que recurrir a fármacos que estimulen los sistemas de los neurotransmisores noradrenégico y dopaminérgico o, por el contrario, que los inhiban. El método más utilizado para tratar la alexitimia es la psicoterapia, que en este caso persigue la necesidad de que aprendan a reconocer sus sentimientos y a expresarlos.
Pero no siempre es necesario seguir un tratamiento. Es más, en la mayor parte de los casos no se detectaría el problema si no se transmitiera en forma de las más diversas enfermedades. En opinión de José Manchón «no hay que psiquiatrizar la alexitimia», ya que no cree necesario encontrar una solución para algo que es más que nada un rasgo de carácter, casi como un modo de ser.