Cáncer de mama

Una de cada diez mujeres padecerá cáncer de mama a lo largo de su vida
Por Azucena García 30 de marzo de 2005

El cáncer de mama es la primera causa de muerte entre las mujeres. Sin apenas síntomas ni dolor en sus fases iniciales, está considerada una enfermedad silenciosa y afecta a doce de cada cien mujeres, para quienes la detección precoz es vital. Localizado a tiempo, el tumor puede ser extirpado fácilmente sin necesidad de amputar la mama. En caso contrario, la técnica de reconstrucción cuenta con una aceptación cada vez mayor, aunque la ayuda psicológica siempre suele ser necesaria y los problemas a la hora de reincorporarse al mundo laboral persisten.

Origen y desarrollo

Cada órgano del cuerpo humano está formado por células: pequeñas partículas que se dividen de forma regular para reemplazar a las ya envejecidas o muertas y que permiten mantener el correcto funcionamiento del organismo. Sin embargo, el proceso no siempre resulta perfecto y puede suceder que los mecanismos que lo regulan se alteren en una célula. Entonces, ésta y sus descendientes comienzan una división incontrolada que, con el tiempo, da lugar a un tumor o nódulo maligno. Si esta situación se produce en la mama, entonces se puede hablar de cáncer de mama.

En general, se trata de una enfermedad que afecta principalmente a las mujeres, si bien el 2% de los hombres (hasta hace unos años era el 1%) pueden también desarrollarla y presentar los mismos síntomas que ellas. Localizado en las mamas, el cáncer llega a afectar a la función principal de éstas, encargadas de la producción de leche durante el periodo de lactancia. Para ello, cada mama cuenta con múltiples lóbulos y lobulillos en los que se produce la leche y que están unidos por una serie de tubos denominados ‘ductos’. Además, existen vasos sanguíneos y vasos linfáticos que terminan en pequeñas formaciones redondeadas -ganglios linfáticos- que se encuentran en la axila y que también pueden resultar afectadas, siendo necesario el vaciado axilar. Una intervención más agresiva y que dificulta a la paciente la posterior recuperación.

Según la Asociación Española Contra el Cáncer, el tumor en la mama puede crecer de tres maneras: por invasión directa de tejidos sanos, a través de la red de vasos linfáticos y a través de la red de vasos sanguíneos. A partir de aquí, pueden diagnosticarse también varios tipos de cáncer:

Ductal. Se origina en las células de las paredes de los ductos o conductos mamarios. Puede ser que sólo afecte a los ductos, con lo que su extirpación acaba con el problema, o que los atraviese y se extienda al tejido adiposo de la mama y otras partes del cuerpo.

Lobular. Su origen está en los lóbulos o glándulas mamarias. También puede estar localizado, generalmente cuando aparece antes de la menopausia, o invadir y destruir otros tejidos.

Inflamatorio. Apenas supone el 1% de los cánceres detectados, pero es el más rápido y agresivo debido al bloqueo que causan las células cancerosas en los vasos linfáticos.

La última encuesta sobre morbilidad realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), cifra en 185.969 el número de personas afectadas: 184.737 mujeres frente a 1.232 hombres. En cuanto al grupo de edad en el que se detectan un mayor número de casos, resaltan en ambos grupos las personas de 65 a 74 años, seguidos de quienes cuentan entre 55 y 64 años.

Síntomas y detección

A diferencia de lo que ocurre con otro tipo de tumores, los expertos coinciden en afirmar que el cáncer de mama es, en su fase inicial, una enfermedad silenciosa. No produce ningún síntoma ni dolor y su detección sólo es posible a través de las pruebas médicas correspondientes.

Es a partir de fases más avanzadas cuando la presencia del cáncer se hace evidente con cambios en el tamaño de las mamas, irregularidades en el contorno, menor movilidad al levantar los brazos, alteración en la piel con cambio de color o aparición de piel de naranja, cambios en el pezón con posible hundimiento y aparición de un nódulo en la axila o en la propia mama, además de cansancio o dolor óseo.

El principal grupo de riesgo lo conforman las mujeres mayores de 65 años, en quienes más se desarrolla la enfermedad, por lo que la sanidad pública cuenta con planes de detección precoz dirigidos a mujeres entre 50 y 65 años, si bien el objetivo es que las pruebas sean también gratuitas y periódicas para mujeres a partir de 40 años, como ya ocurre en las Comunidades Autónomas de Madrid y Navarra.

“Es alarmante, pero el cáncer de mama se detecta en mujeres cada vez más jóvenes, entre 20 y 40 años”, explica la Presidenta de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECM), Antonia Gimón. “Por ello, la detección precoz es muy importante. Ante cualquier duda, al menor síntoma, se debe acudir al médico de atención primaria para que, si es necesario, determine la necesidad de hacer las pruebas correspondientes”, añade.

Entre las pruebas que se realizan para concluir la existencia de cáncer destaca la mamografía, una radiografía especial de las mamas tomada a partir de un aparato de rayos X, que se debe repetir cada uno o dos años y con la que se pueden detectar los tumores en sus primeras etapas.

Se puede recurrir además a las resonancias magnéticas que, aunque más caras y complejas, ofrecen una definición mayor; o a las ecografías, generalmente, complementarias de las mamografías y con las que se comprueba si un nódulo contiene líquido (que suele tratarse de tumores benignos) o es sólido (que puede ser benigno o maligno).

Por último, una vez detectado el tumor y con el objetivo de confirmar el diagnóstico, se debe realizar una biopsia para obtener una muestra de células o extraer directamente el nódulo o área infectada para su estudio posterior en el microscopio.

En el caso de mujeres jóvenes, la autoexploración es una práctica muy importante para detectar el tumor en sus primeras fases, ya que este grupo no suele someterse a mamografías periódicas u otro tipo de pruebas. En concreto, el propio examen de la mama se debe realizar después de la menstruación -las mujeres con menopausia deben fijar un día concreto del mes-, en un lugar tranquilo y siempre en condiciones similares para controlar mejor las posibles anomalías de las mamas.

Factores de riesgo y prevención

La probabilidad de padecer la enfermedad no siempre está relacionada con una causa determinada, pero sí es cierto que existen diversos factores que predisponen a la persona a contraerla. En este caso, el riesgo de aparición de un tumor aumenta con la edad. También es mayor la probabilidad de sufrir cáncer de mama si hay antecedentes familiares directos (madre y hermanas).

Asimismo, se consideran factores de riesgo los antecedentes personales de cáncer de mama, ya que si la enfermedad se ha desarrollado en una mama es posible que afecte a la otra; la acción de los estrógenos y las hormonas que, de manera natural, propician la división de las células y la aparición de mutaciones genéticas; la menstruación precoz (antes de los doce años) o la menopausia tardía (después de los 55 años) y la ausencia de embarazo o el parto en edades avanzadas.

Ante estos datos, la Asociación Española Contra el Cáncer recomienda poner en práctica un estilo de vida saludable, con una dieta rica en fibra y consumo moderado de las grasas animales -pues el exceso de peso se relaciona con un riesgo mayor de tener la enfermedad- y la reducción o supresión de la ingesta de alcohol.

Pese a todo, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que a lo largo de este año se diagnosticarán 15.000 nuevos casos de cáncer de mama y que una de cada diez mujeres lo padecerá a lo largo de su vida. En cuanto a la tasa de mortalidad, la SEOM la sitúa en el 17%. “Por suerte, ha habido mejoras en la supervivencia. Ahora el 70% de las mujeres diagnosticadas en los primeros estadios de la enfermedad se salva gracias a los avances que se han producido en medicina y los programas de detección precoz, que permiten también el aumento de las posibilidades de curación debido al incremento en el gasto destinado a investigación y la elaboración de medicamentos cada vez más fuertes. Por el contrario, cuanto más tarde se detecta la enfermedad, disminuyen las probabilidades de curarse”, considera Gimón.

Tratamiento

Detectada la enfermedad, el tratamiento debe ponerse en marcha lo antes posible y de acuerdo al tipo de tumor. Si éste es menor de un centímetro, bastará con una pequeña intervención quirúrgica. Cuando el tamaño es mayor, además de la intervención será necesario recurrir a sesiones de radioterapia, como rayos X, para destruir o disminuir el número de células cancerosas y evitar que el cáncer se desarrolle.

Por su parte, la quimioterapia se basa en la administración de medicamentos que destruyen estas células y evitan su reproducción en otras partes del organismo. La administración puede realizarse por vía oral o intravenosa. Este tratamiento suele complementarse con terapia hormonal a través de la administración de fármacos que impiden la acción de las hormonas que estimulan el crecimiento de las células cancerosas.

“La quimioterapia es siempre un proceso muy duro, pero la recuperación resulta más fácil cuando los ganglios no están afectados”, explica la presidenta de la FECM. “Lo peor llega más tarde, con la reincorporación al mundo laboral, ya que si se han extirpado los ganglios linfáticos de las axilas, el brazo pierde fuerza y el trabajo no se desarrolla de la misma manera, se produce una merma en la fuerza y movilidad”, detalla.

En ocasiones, cada vez menos, puede ocurrir que sea necesario extirpar la mama (mastectomia) de manera parcial o total para extirpar el tumor y el tejido cercano que pueda ser susceptible de contagio o reproducción del cáncer. Posteriormente, tras la amputación, los médicos proceden a la reconstrucción de la mamaria, una intervención utilizada hasta el momento “con buenos resultados”.

“Ni el tacto ni la forma consigue ser igual que una mama natural, aunque los resultados son buenos y, además, es una operación financiada por la Seguridad Social”, apunta Antonia Gimón, quien reconoce que la ayuda psicológica es siempre muy importante. “El cáncer viene en un momento determinado de la vida y te altera todo. Y aunque hay diferentes reacciones y maneras de afrontarlo, muchas mujeres tienen que recurrir al apoyo psicológico de expertos y, sobre todo, de la familia, la pareja y amigos más cercanos. El cáncer es una enfermedad y no se puede vivir en soledad”, concluye.

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