Los juanetes, ¿se pueden corregir sin pasar por el quirófano?

La manera en que se pisa, los zapatos que se utilizan y el tipo de actividad laboral que se lleva a cabo son factores que determinan el desarrollo de juanetes
Por Montse Arboix 20 de noviembre de 2015
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Imagen: vkraskouski

El juanete, denominado técnicamente Hallux valgus, es una deformidad que afecta al primer dedo del pie, que hace que, en vez de estar direccionado hacia adelante, se incline hacia el segundo dedo. Esta desviación del dedo “gordo” provoca un bulto en el borde interno del pie que se conoce con el nombre de “juanete”. Pocas personas acuden al especialista hasta que duele o la deformación es acusada. En este artículo se tratan diversas cuestiones sobre los juanetes, como sus causas, si son un problema solo femenino, cómo prevenirlos y si es posible corregirlos sin pasar por el quirófano.

Los juanetes y factores de desarrollo

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Imagen: valuavitaly

El Hallux Valgus puede ser leve, moderado o severo, aunque es habitual que los afectados no consulten con el especialista hasta que les produce dolor o cuando la deformación es extrema. A medida que la deformidad progresa, el desplazamiento lateral del dedo interfiere con el alineamiento y el funcionamiento de los dedos menores, una situación que provoca otras deformidades, como la superposición de los dos primeros dedos, dedos en «martillo» o en «garra», la alteración de los sistemas de sostén del peso corporal y desarrollo de callosidades.

Pero, ¿cuál es el motivo que provoca esta deformación en el pie? El juanete es la consecuencia de miles de pasos dados de una determinada manera, es decir, la culpa la tiene la forma de pisar. En concreto, cuenta Víctor Alfaro, podólogo y director general de Podoactiva, «tener una tendencia al pie valgo (meter el pie hacia adentro al caminar) o bien tener un pie muy cavo (con mucha curvatura) genera un exceso de carga en la zona metatarsal (que es la parte de la almohadilla plantar, donde se encuentra la articulación que une los dedos a los huesos metatarsales); esta sobrecarga y los continuos impactos que soporta el hueso hacen que este se agrande de forma progresiva». Por eso son más frecuentes en edad avanzada.

Los juanetes afectan más al sexo femenino, sobre todo, por los zapatos de punta y los tacones altos

En un pie valgo, si fuésemos capaces de saber los pasos que dará una persona y su forma de pisar, se podría predecir su aparición. En función del número de pasos y de la forma particular de pisar, el juanete se desarrollará más pronto o más tarde. Por ejemplo, en un corredor, el juanete surgirá mucho antes porque el número de impactos que realizará es mucho mayor en menos años. «Por este motivo, en deportistas, es fácil observar juanetes con tan solo 25 años. De hecho, si no anduviéramos, no habría juanetes», puntualiza este especialista.

Otro factor que condiciona el desarrollo de esta deformidad es la actividad laboral, cuando se hace en bipedestación o movimiento constantes, ya que determina la posición que adopta la persona durante mucho tiempo a lo largo de su vida productiva.

Juanetes y mujeres: una relación íntima

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Imagen: Shan213

Esta es una de las patologías del pie más frecuentes, y afecta más al sexo femenino (por cada 8-9 mujeres afectadas, hay solo un hombre con juanetes) por diversos motivos. «Sobre todo, debido a las características del calzado: los zapatos de punta y, por supuesto, los tacones altos«, expone Alfaro. Está demostrado que un zapato inadecuado, que no respete la morfología del pie en anchura o en longitud, tiene efectos negativos en el sistema musculoesquelético, y no solo relacionado con el desarrollo de juanetes. Sin embargo, las tendencias de la moda han ido por otros derroteros, sobre todo en los zapatos diseñados para ellas que, además, tienen mayor predisposición a sufrirlos.

Un ejemplo. Con un tacón de 10 cm, el 90% del peso corporal se sostiene en la zona metatarsal (denominada almohadilla plantar). En una mujer con predisposición a desarrollar juanetes, por cada paso que haga con tacones es como si diera diez con un tacón normal (o sea, el hueso recibe un número mayor de impactos).

Por otro lado, está el embarazo. «Las mujeres con indicios de juanetes -asociado al pie valgo, con tendencia a aplanarse en las pisadas-, después del embarazo pueden observar que son más marcados. Esto tiene explicación. Por una parte, porque el ligamento tibial no trabaja como debiera por el aumento de elastina (proteína del tejido conjuntivo cuya función es proporcionar elasticidad, imprescindible para la gestación y el parto) que lo hace más elástico y blando. Este ligamento es uno de los encargados de mantener la correcta posición del arco plantar. Este factor, junto con el aumento de peso que sufre la embarazada y el adelantamiento de su centro de gravedad, hacen que el pie se aplane más», expone el experto.

No obstante, los hombres también tienen factores que hacen aumentar la posibilidad de padecer juanetes: tener un pie en pronación, más de 70 años o practicar deporte.

De todas formas, este especialista aclara que «los juanetes no se heredan. Sí que se hereda la forma de pisar, igual que sucede con otros rasgos físicos. Se hereda pisar en valgo».

¿Tratar los juanetes sin pasar por el quirófano?

En el mercado se encuentra multitud de material como férulas o correctores para tratar esta deformación. Pero, ¿son eficaces? ¿En realidad se pueden corregir los juanetes sin pasar por quirófano? A tales cuestiones, Víctor Alfaro es claro: «No. Es un hueso que ha ido creciendo debido a los pequeños y continuados impactos de la pisada, y si ya se ha desarrollado, ya no hay solución, es imposible hacer que ‘desaparezcan’. Solo queda pasar por quirófano«.

Las férulas de silicona para los dedos pueden reducir la fricción interdigital y evitar el desarrollo de callosidades

No hay que olvidar que el motivo principal por el que se desarrollan es la manera de pisar. Por ello, tampoco tiene sentido colocarse estos productos correctores por la noche, cuando está en descanso, ya que el juanete no aumenta, ni tampoco disminuye. «Como mucho, podrían ayudar a que disminuyera la inflamación y relajar algunas estructuras tendinosas pero, en ningún caso, harán que disminuya el hueso que se ha creado, e, incluso, en algunas ocasiones, provocan que el usuario no pueda dormir por la incomodidad». Las férulas de silicona que se colocan entre el primer y segundo dedo pueden reducir la fricción interdigital y evitar el desarrollo de callosidades. Pero nada más, detalla el especialista.

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Imagen: Richard Styles

Entonces, las personas susceptibles a desarrollarlos ¿pueden tomar alguna medida para prevenirlos? La buena noticia es que sí. «Si la madre o la abuela tienen juanetes, seguramente se podría evitar que la nieta los desarrollara, ya que, en realidad, lo que ha heredado ha sido la forma de pisar. Ninguna niña ni niño nace con un juanete. Lo idóneo es acudir a una clínica podológica para realizarse un estudio biomecánico de la pisada y averiguar si existe una tendencia a desarrollar juanetes para así poder aplicar medidas de prevención. Estas se basan en mejorar el apoyo del pie con plantillas personalizadas para repartir la descarga, realizar mucho trabajo de potenciación muscular para reforzar la zona y educación para andar de manera adecuada«, expone el especialista. Las plantillas actuales distan mucho de las que se utilizaban años atrás: son mucho más flexibles y su principal objetivo es repartir de forma correcta la carga y controlar la excesiva pronación, sin atrofiar la musculatura del pie que es del todo necesaria. Si se usan plantillas de corrección siempre deben calzarse con un zapato correcto.

Pero, ¿cómo debe ser un calzado correcto? Víctor Alfaro advierte de que hay que fijarse en tres aspectos muy importantes: la altura (con un tacón de dos centímetros, el peso corporal se reparte al 50% entre el talón y la zona de debajo de los dedos); que sea sin punta (que oprime los dedos y hace que el primer dedo se deforme hacia adentro); y la horma del zapato (que no sea estrecha, pues la compresión actúa de igual manera que los impactos y hace que el hueso del juanete crezca). En resumen, «que el pie quepa bien», puntualiza.

Zapatillas de deporte: supinador o pronador

En los últimos años, mucha gente se ha sumado a salir a correr para mantenerse en forma. Y, como sucede con la mayoría de las prácticas, se ha puesto en marcha un sector especializado en ropa y accesorios específicos para los corredores. Uno de ellos, y el más importante cuando se practica la carrera, son las zapatillas. Una tendencia al alza son las zapatillas para “pronadores” o para “supinadores”.

Víctor Alfaro cuenta que una pisada normal debe empezar en la parte exterior del talón y terminar en el dedo gordo: así se absorbe el impacto. “Quiero decir con esto que la inmensa mayoría de corredores ‘supina’ cuando apoya su talón y, a continuación, ‘comienza a pronar’ para despegar la pisada por el primer dedo. No hay que entender la pronación como una enfermedad, sino que es un mecanismo de amortiguación imprescindible de nuestro cuerpo”, explica el especialista. Cuando se utilizan unas zapatillas en las que el control de pronación es excesivo, se corre el peligro de anular toda la amortiguación natural del pie y repercutir en la articulación de las rodillas. A menudo, muchos problemas de rodillas son secundarios a una limitación en la amortiguación del pie causada por un exceso en el control de pronación. Este experto advierte de que, aunque este tipo de calzados puede disminuir el avance del juanete, al eliminar carga de la zona interna del pie, puede perjudicar la salud de las rodillas. Por ello es importante acudir a un especialista, porque no existen dos pies iguales y hay muchos grados de pie valgo y cavo.

Si el juanete ya está desarrollado, lo idóneo es emplear una plantilla personalizada y estudiada para quitar carga a esta zona pero sin bloquear en exceso la pronación del pie. “Hoy existe tecnología que permite escanear en 3D los pies; calcular, mediante sensores, la presión que se ejerce en cada punto al caminar; diseñar plantillas con programas, similares a los que usa un arquitecto para diseñar un puente; y fabricarlas, mediante robots con un alto grado nivel de precisión, que garantizan una buena corrección con espesores muy pequeños (entre 2 y 3 milímetros), que hacen que puedan utilizarse sin necesidad de recurrir a calzados ortopédicos”, añade Alfaro.

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