Trastornos hemorrágicos en mujeres, un problema infradiagnosticado

Cerca de una cuarta parte de las mujeres con menstruaciones abundantes sufre un desorden en su organismo
Por Núria Llavina Rubio 8 de junio de 2009
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Imagen: piotr_marcinski

Debido a que la hemorragia del tracto reproductivo es algo natural durante la menstruación y el parto, algunas de las mujeres que sufren sangrado excesivo durante y después de su ciclo menstrual (menorragia) pueden padecer enfermedades subyacentes. Cuando la sangre de una mujer no coagula de forma correcta, el síntoma más evidente son los ciclos fuertes de menstruación. Ésta debería ser la primera señal. Este artículo describe cuáles deben ser los signos que las mujeres con reglas abundantes deben tener en cuenta y qué enfermedades pueden estar asociadas a este trastorno.

Cerca del 1% de la población sufre de algún trastorno hemorrágico, pero la cifra es solo una estimación, ya que muchas mujeres desconocen que podrían tenerlo. Podrían alcanzar el 25%, según investigadores del Duke University Medical Center (EE.UU.), que forman parte de un consorcio internacional que ha abordado todas las cuestiones relacionadas con el diagnóstico y el tratamiento de las hemorragias del tracto reproductivo en mujeres. Los expertos han comenzado por definir los síntomas principales que señalan la presencia de un trastorno de este tipo que han complementado con recomendaciones estratégicas para obstetras y ginecólogos, tal y como publica la American Journal of Obstetrics and Gynecology.

Médicos y afectadas por menorragias: atentos a las señales

Los investigadores remarcan que las nuevas guías no son solo para médicos. Las mujeres que sufren menorragias deberían también estar atentas a no padecer ninguna de las señales descritas. Andra James, obstetra del Duke University Medical Center y coautora del trabajo, explica que cuando la sangre de una mujer no puede coagular de forma correcta, el síntoma más evidente son los ciclos abundantes de menstruación. Sin embargo, ante estas señales, la mayoría de las mujeres no se preocupan debido a que «es normal en la familia», cuando lo que sucede es que sus familiares ya tenían un problema al que no le habían puesto nombre.

Hematomas en la piel sin haber sufrido golpes o excesiva hemorragia tras una extracción dental deben poner sobre aviso

En estudios anteriores, las mujeres sometidas a una terapia para tratar un trastorno hemorrágico habían tardado 16 años de media en ser diagnosticadas. En casos extremos, James asegura que esta falta de diagnóstico podría llevar a estas mujeres a sufrir problemas muy graves, incluso a morir durante la menstruación, el nacimiento de sus hijos o en procedimientos quirúrgicos. Por ello, se recomienda a las afectadas que acudan al médico.

Los autores también asocian la falta de diagnóstico y tratamiento de estas dolencias a que muchos profesionales las relacionan con problemas hormonales y fibromas uterinos, tumores no cancerosos muy comunes entre las mujeres en edad fértil, y cuyo principal síntoma es el exceso de hemorragia durante la menstruación.

El trastorno hemorrágico más común: enfermedad de von Willebrand

El trastorno hemorrágico más común es la enfermedad de von Willebrand. La prevalencia de menorragia en mujeres con von Willebrand se encuentra entre el 74% y el 92%. Por este motivo, los investigadores se han centrado en ella para establecer los criterios de diagnóstico, que incluyen la presencia de historia familiar con hemorragia y exámenes que confirmen la carencia de una proteína -el factor Willebrand- esencial para el proceso de coagulación. Sin este examen, los expertos advierten de que tanto mujeres como profesionales deben estar atentos a una serie de síntomas que avisarían de la presencia de la enfermedad.

A menudo, en muchas afectadas, los síntomas son tan leves que nunca llegan a saber que la padecen. Aunque la mayoría de las mujeres que sufren menorragia no tienen un trastorno hemorrágico, los investigadores han identificado más de 12 señales que deberían sugerir, al menos, la necesidad de una evaluación más concreta. Entre los síntomas se incluyen menorragia desde la pubertad e historia familiar con trastorno hemorrágico y, además, alguno de los siguientes signos que, a menudo, aparecen de manera conjunta:

    Hematomas o moratones en la piel que aparecen sin haberse golpeado.

  • Sangrado en heridas pequeñas durante más de cinco minutos.
  • Sangrado excesivo o prolongado tras una extracción dental o inesperado durante una intervención quirúrgica.
  • Hemorragia con necesidad de transfusión de sangre.
  • Hemorragia posparto (sobre todo pasadas 24 horas después del nacimiento).

Los investigadores han llegado a la conclusión de que es necesario llevar a cabo un examen hematológico del número de plaquetas de la paciente, así como el examen que valore la presencia del factor Willebrand, esenciales para confirmar el diagnóstico.

Tratamiento de la enfermedad de von Willebrand

Tras el diagnóstico llega el tratamiento, que no debe suponer grandes cambios en el estilo de vida de los pacientes. En primer lugar, deben evitarse los traumatismos (golpes) innecesarios. Si aun así se produce una hemorragia, por norma general basta con aplicar presión sobre el área afectada. En el caso de las mujeres, durante la menstruación es probable que deban llevar compresas extra e, incluso, una muda de ropa encima por si se producen situaciones embarazosas. A veces, se recetan píldoras anticonceptivas para controlar las pérdidas excesivas.

Si estas medidas no bastan para controlar los problemas de coagulación, pueden ser necesarios tratamientos adicionales, como fármacos para aumentar los niveles del factor de von Willebrand, que reducirán la tendencia al sangrado. También se utilizan otros medicamentos para disminuir el sangrado en afectados que tengan que someterse a alguna intervención quirúrgica u otro procedimiento invasivo.

Coagulación de la sangre deficiente

La enfermedad de von Willebrand es un conjunto de trastornos hemorrágicos hereditarios causados por una anomalía, ya sea en la cantidad como en la estructura del factor de von Willebrand. Ello se traduce en una alteración en la función de las plaquetas, en concreto, a su adhesión a las partes dañadas de los vasos sanguíneos, necesaria para la hemostasia (mecanismo básico para detener las hemorragias). Por lo tanto, los pacientes tienen una tendencia excesiva al sangrado.

En las formas leves, las primeras manifestaciones se dan tras circunstancias como intervenciones quirúrgicas o extracciones dentales. En las formas más graves se manifiesta como sangrado espontáneo que puede ser nasal, en encías, piel (con aparición de hematomas o manchas hemorrágicas), en heridas o sangrado menstrual anormal.

La afectación es la de mayor prevalencia dentro de los diversos trastornos hemorrágicos congénitos. Se presenta en al menos uno de cada 1.000 individuos y se da en igual proporción tanto en varones como en mujeres (a diferencia de la hemofilia, eminentemente masculina). No solo una anomalía congénita en el factor de von Willebrand determina la presencia de la enfermedad. El grupo sanguíneo ABO, las hormonas (sobre todo en el embarazo), el ejercicio y el estrés determinan la producción de esta proteína en el organismo.

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