Si está a punto de irse a la playa o a la montaña, antes de guardar el protector solar en la maleta asegúrese de que contiene filtros que le protejan de las radiaciones ultravioletas A o rayos UVA, y no sólo de los UVB. Un estudio australiano, publicado recientemente en la revista «Proceedings», insiste en que este tipo de radiación solar juega un papel más importante en el desarrollo del cáncer de piel del que hasta ahora se le atribuía. Se sabía que los rayos UVA permitían el bronceado de la piel y a su vez eran responsables del envejecimiento cutáneo. También se conocía que penetraban en las capas más profundas de la piel y, sin embargo, se pensaba que tenían menos capacidad cancerígena que las radiaciones UVB.
La investigación australiana, dirigida por los profesores Gary Halliday y Nita S. Agar de la Universidad de Sidney, ha demostrado que las radiaciones A también causan daños irreparables en la piel, tras estudiar células cancerígenas extraídas de tejido humano. El equipo australiano encontró que las radiaciones A penetran en la capa queratinocítica, una capa profunda donde se originan las células madre. Sin embargo, los daños por UVB se encontraron en las capas más externas de la piel. Por los efectos que los rayos UVA pueden producir en la división de células madre en la piel, los investigadores concluyen que este tipo de luz ultravioleta podría contribuir en el desarrollo del cáncer de piel, más de lo que se pensaba hasta la fecha.
El hallazgo no sorprende a los dermatólogos porque desde hace algunos años se sabía que las radiaciones A contribuyen al desarrollo de carcinomas vasocelulares, espinocelulares «y probablemente también al melanoma, el cáncer de piel más agresivo», apunta el catedrático Eduardo López-Bran, director del Instituto de la Piel del Hospital Clínico de Madrid.
Durante los últimos años, los laboratorios también han empezado a desarrollar fotoprotectores con filtros físicos y químicos que frenen la incidencia de los dos tipos de radiación, aunque no todos lo contienen. Por eso los dermatólogos recomiendan que antes de comprar una crema solar el consumidor no sólo repare en el índice de protección, sino en su capacidad para frenar la incidencia de ambos tipos de radiación. Otro consejo médico es no olvidarse que la mejor protección solar siempre será evitar la exposición del sol. Eludir las horas de máxima insolación, aprovechar la sombra y cubrirse con ropa ligera y sombrero.
Pero la prevención primaria del melanoma es todavía la asignatura pendiente de los españoles. «Nos hemos sensibilizado con la fotoprotección, sabemos que se debe utilizar una crema específica, aunque lo más importante es adquirir una cultura de protección que nos aleje lo más posible del sol», explica el doctor Eduardo López-Bran.
Como no siempre es posible evitar el sol, este experto insiste especialmente en rehuir las quemaduras agudas y sobre todo en proteger a niños y bebés, para rentabilizar mejor su capital solar y protegerlos del cáncer de piel.