Los fenoles contenidos en el aceite de oliva han demostrado ser beneficiosos para el corazón, motor del organismo. No obstante, este beneficio se pierde con el refinamiento. Estudios recientes han evidenciado que los aceites que han perdido fenoles en los procesos de refinamiento no aportan ningún beneficio. Como es de esperar, las investigaciones más avanzadas sobre el aceite de oliva tienen lugar en países mediterráneos, y la que hace referencia a los fenoles procede del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
Cuando los epidemiólogos constataron que los países mediterráneos podían alardear de unas tasas de enfermedad cardiovascular sensiblemente más bajas que las del resto de Europa o Norteamérica recurrieron a la dieta como justificación.
De este modo, la dieta mediterránea fue encumbrada a finales del siglo pasado como la mejor referencia para una dieta sana que protegía frente a las cardiopatías. Se habló de una proporción adecuada de nutrientes en sus recetas, de las virtudes del consumo de pescado azul, muchas frutas y hortalizas, vino tinto y, sobre todo, aceite de oliva.
Además, se subrayó que los ácidos grasos del aceite de oliva permitían un descenso de los niveles de colesterol LDL (malo) en la sangre, toda vez que aumentaban los de colesterol HDL (bueno); pero los investigadores cordobeses inauguran ahora una nueva hipótesis: puede que el beneficio del aceite de oliva no resida tanto en sus ácidos grasos como en sus polifenoles.
Los beneficios
Los científicos estudiaron a una serie de voluntarios sanos en cuyas dietas se incluyó aceite de oliva con polifenoles y sin polifenoles. En ausencia de polifenoles, descubrieron que el beneficio del aceite de oliva fue mucho más discreto. Asimismo, reflejaron que el beneficio de los fenoles con respecto al corazón no se ubica en el músculo-motor, sino en el endotelio (pared) de los vasos sanguíneos. La acción de los fenoles evita la proliferación de placas de ateroma, que obstruyen los vasos, dificultan la circulación sanguínea y obligan al corazón a bombear más deprisa y más fuerte.
La mayoría de los compuestos de los fenoles, como los flavonoides y las vitaminas, tienen propiedades antiinflamatorias y antitrombóticas
Francisco Jiménez, director del estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology (vol 46, pp 1864-1868), recuerda que no ha sido hasta hace muy poco que la ciencia ha empezado a estudiar al aceite de oliva desde una perspectiva distinta a la de su beneficio en la dieta mediterránea. «El aceite de oliva virgen es mucho más que una grasa sana, debe ser contemplado como un zumo vegetal rico en micronutrientes de gran interés para la salud».
Jiménez, por ejemplo, esgrime las propiedades de uno de dichos micronutrientes, el oleocantal, con propiedades antiinflamatorias sobre la enzima ciclooxigenasa (COX) comparables a las de un fármaco analgésico tan prescrito como el ibuprofeno. Los fenoles configuran un grupo importante de compuestos bioquímicos que abarca a flavonoides, ácidos fenólicos, lignanos y vitaminas. La mayoría de estos productos ostenta propiedades antiinflamatorias y antitrombóticas.
Por medio de hogazas de pan untadas en aceite de oliva con distintas graduaciones de fenoles, los investigadores cordobeses midieron la fluidez de la sangre en los vasos sanguíneos de los dedos y constataron que quienes consumieron el aceite más rico en polifenoles (400 partes por millón) exhibieron la mejor condición: función endotelial conservada, mayores concentraciones de óxido nítrico, disminución del estrés oxidativo y del riesgo isquémico.
Aclaró Jiménez que el estudio llevado a cabo fue sólo con un número reducido de voluntarios, que es necesario un estudio de mayor tamaño para evidenciar el beneficio apuntado y que no todos los aceites de oliva tienen la misma graduación de fenoles, «por lo que no todos tienen el mismo beneficio cardiovascular».
Griegos e italianos
Como no podía ser de otra manera, científicos griegos e italianos se han sumado a los españoles en la identificación de más propiedades beneficiosas del aceite de oliva sobre la salud. Si el equipo de Jiménez, en Córdoba, apuntó a un beneficio en la prevención de arteriosclerosis, otra investigación fechada en Atenas habla de que el consumo de aceite de oliva disminuye la presión arterial. De acuerdo con datos de la OMS, la hipertensión arterial es la causa subyacente de más de 7.000 muertes al año en todo el mundo, por lo que toda iniciativa encaminada a combatir este trastorno merece la mayor atención.Si bien la industria alimentaria aparece casi siempre como «villano» en la película de la hipertensión, habida cuenta que las comidas envasadas y precocinadas, por su elevado índice de sodio, se consideran un factor prohipertensivo de primer orden, las cosas podrían estar cambiando. Sólo en el Reino Unido, según Datamonitor, se comercializaron en 2002 comidas y bebidas respetuosas con la salud cardiovascular por valor de 170 millones de euros, y se estima que para el 2007 la cifra aumentará en un 45%.
Fieles a semejante consigna, un equipo de investigadores de la Universidad de Atenas, adscritos al estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition) reclutaron a nada más y nada menos que 20.343 individuos no diagnosticados de HTA para certificar el valor de la dieta mediterránea sobre la presión arterial. Los reclutados siguieron una dieta variada que permitió discernir dos grupos de alimentos en función de su efecto hipo o hipertensor: aceite de oliva, verduras y frutas asociaban inversamente su mayor consumo a una menor presión tanto sistólica como diastólica, mientras que carnes, cereales y alcohol mantenían una relación inversa.
Puesto que verduras y aceite de oliva se consumen muchas veces de forma simultánea, los investigadores quisieron determinar cuál de los dos productos resulta más beneficioso. «El aceite de oliva, sin lugar a dudas», afirma el coordinador del estudio, Dimitros Trichopoulos, «habida cuenta de que el beneficio es similar, pero significativamente más acusado en el aceite de oliva».
Otro equipo de científicos en la Universidad de Nápoles adjudica al aceite de oliva toda una retahíla de beneficios cardiovasculares sin parangón: además de disminuir la presión arterial, el oro líquido redunda en una disminución del índice de masa corporal, los niveles de insulina, glucosa, colesterol total y triglicéridos.
Que los australianos emplean desde tiempos inmemoriales las hojas de eucalipto para combatir los catarros y determinadas afecciones inflamatorias es sabido en todo el mundo; pero ahora les ha dado por hacer algo semejante con las hojas de los olivos.
Extractos de hoja de olivo australiano se comercializan en aquel país oceánico como agentes antioxidantes, facturando la friolera de un millón de euros al mes. Se espera que en breve puedan comercializarse también en Europa.
A sabiendas de que la competencia con la industria aceitera de los países mediterráneos ofrece muy poca cancha a la exportación de aceite de oliva australiano, los investigadores de aquel país han optado por centrarse en la hoja, más que el fruto.
Por si el potencial antioxidante fuera poco, en la actualidad están investigando más propiedades de los polifenoles oliváceos en el ámbito antimicrobiano. Asimismo, los manufacturadores de estos extractos desean abrirse al mercado asiático en lo que esperan vaya a ser un próspero negocio.