Carne de caballo en litigio

Las organizaciones en defensa de los animales de EE.UU. han planteado una dura batalla legal contra el sacrificio de caballos para consumo humano
Por Juan Ramón Hidalgo Moya 12 de noviembre de 2007

Actualmente el sacrificio de caballos para consumo humano es una práctica legal y permitida en la UE y en países como Rusia, China o Japón, e incluso en otros del continente africano, asiático o americano. Este tipo de carne ha sido alabada desde algunos sectores por sus propiedades organolépticas, nutritivas e incluso saludables, frente a otras como la de vacuno. Sin embargo, no ha sido una cuestión exenta de objeciones de carácter ético y, ahora, también de carácter legal.

Sobre la hipofagia

Sobre la hipofagia

La hipofagia o el consumo de carne de caballo por los seres humanos no es, ni mucho menos, un exotismo culinario reciente. La relación tan intensa que ha existido desde tiempos inmemoriales entre el ser humano y el caballo no ha limitado el consumo de su dulce carne, especialmente en situaciones de epidemia, guerra u otras carestías alimentarias básicas, en las que la carne del animal de trabajo del más necesitado llegaba a formar parte de su menú de urgencia.

Lo cierto es que, a pesar de la permisión generalizada del sacrificio de caballos para obtener carne de consumo humano, la cuestión ha planteado a lo largo de la historia innumerables objeciones, cuando no prohibiciones, de carácter ético, socio-económico, cultural o, incluso, religioso. Ahora, también de carácter legal o judicial.

Diferentes organizaciones en defensa de los animales de todo el mundo han iniciado una cruzada para proteger este equino y, así, evitar su sacrificio para consumo humano. La batalla legal y judicial iniciada hace unos años en EE.UU. contra las normas que permiten tales prácticas parece decantarse a favor de aquéllas en estos momentos. Queda por ver si los fundamentos jurídicos de los litigios estadounidenses pueden afectar a un consumo cada vez más extendido en los países de nuestro entorno.

De momento, las normas comunitarias, así como las estatales y autonómicas en España, van más allá, e incluso subvencionan y fomentan el consumo de carne de caballo.

Litigio contra el sacrificio equino

EE.UU. podría prohibir por ley el sacrificio de caballos para el consumo humano y el transporte fuera de EE.UU. para sacrificio

Una sentencia dictada por la jueza de distrito Colleen Kollar-Kotelly a finales de marzo de 2007 sostiene que el sacrificio de caballos en EE.UU. contraviene una ley federal, concretamente la National Environmental Policy Act. El procedimiento fue iniciado por la Society for Animal Protective Legislation (SAPL) y otras organizaciones humanitarias y ciudadanos a título personal.

El tribunal ha invalidado una norma promulgada por el Food Safety and Inspection Service del Departamento de Agricultura (USDA) para crear un proceso de inspección de servicio libre para caballos sacrificados para el consumo humano. La resolución judicial tuvo sus primeras consecuencias para tres mataderos de caballos estadounidenses que, como anunciaba un directivo de la sociedad instante, no podrán seguir matando caballos para el consumo humano.

Con anterioridad, los dos mataderos de caballos de Texas habían sido conminados a detener el sacrificio de caballos para consumo humano tras la resolución de un tribunal de apelación que confirmó una ley de Texas que hacía ilegal vender, poseer o transportar carne de caballo para su venta para consumo humano. La SAPL considera que ha dado un paso importante para que los caballos no sean comercializados para carne en EE.UU. El temor de la organización es que los animales sean sacrificados en mataderos más cercanos, como los de México, hacia donde va una buena parte del comercio caballar para estos fines.

En estos momentos están a la espera de que el Congreso apruebe una legislación federal que extienda la protección a todos los caballos. Actualmente, como anuncian, hay pendiente en el congreso la H.R. 503 y su medida equivalente en el senado, la S. 311, que prohibirían el sacrificio de caballos para el consumo humano y el transporte de los mismos fuera de EE.UU. para sacrificio.

Consumo y promoción

Consumo y promoción

El consumo de carne de caballo es habitual y relevante en países como Francia, donde incluso existen innumerables carnicerías especializadas en este tipo de productos. Desde Argentina, el primer exportador de carne de caballo, son enviadas toneladas de carne fresca cada año hacia Rusia, Holanda, Francia e Italia, sus principales compradores, y por este orden. Además de Argentina, los mayores productores de carne de caballo son México, China, Italia, EE.UU., Australia, Canadá, Brasil y Francia, entre otros.

En España, y a fin de alcanzar en producción, consumo y exportación a países de nuestro entorno, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) puso en marcha en 2004 el Plan Nacional de Ordenación y Fomento del Equino. Entre sus objetivos están fomentar actividades y servicios vinculados a la empresa equina y su aprovechamiento en áreas innovadoras.

La producción de carne de caballo se ha estabilizado en las últimas décadas, especialmente en Europa y en países asiáticos como Japón

El programa de ordenación zootécnica y sanitaria previsto en el Plan reconocía la carencia de un marco normativo básico para el ejercicio de la actividad, para lo que consideraba necesario un Registro General de Explotaciones Equinas, y un sistema de identificación y registro de los animales, de forma que se pudieran aplicar programas de control de movimientos y de trazabilidad, tanto para los equinos como para las carnes, sistemas que ya se han implantado en otras producciones ganaderas como el vacuno, el porcino, o la producción láctea.

De la misma forma, una normativa relativa al ejercicio de la actividad y a las condiciones higiénico-sanitarias de las explotaciones, y la puesta en marcha de un plan de seguimiento sanitario equino que comprendiera medidas de vigilancia, control, prevención y lucha contra las enfermedades de estos animales, prestando especial atención a las cuestiones sanitarias que puedan constituir barreras para las exportaciones.

Los Programas establecidos en el Plan conjugaban la vertiente ganadera con el turismo rural ecuestre, la deportiva y la de animales de abasto. Además, abogaban por el fomento de otras actividades complementarias, como medidas divulgativas y formativas relacionadas con el uso tradicional del caballo, así como nuevas alternativas. Y así, incluía aspectos relacionados tan dispares con respecto al caballo como la enseñanza y la formación; las posibilidades terapéuticas del uso del caballo en el campo de la hipoterapia, en relación con las discapacidades físicas y psíquicas; y campañas de información sobre la carne de caballo, destacando sus propiedades nutritivas y con menos grasa que otras especies, como alternativa de consumo sano y saludable.

El Plan destacaba las grandes posibilidades del mercado de la producción equina de carne que, con una cantidad anual estabilizada entre las 5.000 y las 7.000 toneladas, estaba aún muy lejos de las producciones de otros Estados miembros como Italia, que era 10 veces mayor. Entre sus objetivos principales figuraba llegar a alcanzar la relevancia económica que actualmente tiene el sector del equino en países muy cercanos como Alemania, Reino Unido o Francia.

Entre lo básico, lo impuro y el riesgo

Entre lo básico, lo impuro y el riesgoEl consumo de la carne de caballo formaba parte de la alimentación básica de los primeros cazadores de la era Cuaternaria. Diferentes vestigios y hallazgos así lo confirman. De esta forma, el caballo fue, antes de conocer sus cualidades y valía como animal de trabajo, y durante mucho tiempo, uno de los manjares del ser humano primitivo.

La aparición de otros alimentos básicos, fruto de la agricultura, la caza y la pesca, así como de la cría de otros animales, fomentaron la utilización del caballo para otras necesidades, tanto para el transporte como para las labores agrícolas e, incluso, para las campañas militares. El consumo de la carne de caballo resultaba económico y socialmente muy costoso, dada la utilidad del equino para las tareas fundamentales de la vida cotidiana.

Por otro lado, surgió cierto rechazo y prejuicio hacia su consumo, dada la integración y proximidad del caballo a las diferentes sociedades humanas, especialmente cuando la oferta alimenticia podía ser mucho más variada y menos cercana emocionalmente. Otro de los factores que determinaron, sobre todo en Europa, una restricción de su consumo vino de la mano del Cristianismo, especialmente durante la Edad Media, al decretarse su prohibición por la consideración bíblica de carne impura, al provenir de animales rumiantes con pie ahorquillado que no tenían la uña dividida.

El riesgo

La detección de brotes de triquinosis por consumo de carne de caballo fijó normas más estrictas de producción

De forma más reciente, y tras varios brotes de triquinosis ocurridos en Canadá, Francia e Italia, el consumo de carne de caballo se resintió momentáneamente. Las primeras alertas en la UE fueron detectadas en Italia y Francia a finales de 1975, a raíz de varios brotes de triquinosis en las que fue implicado el caballo como origen, adoptándose a nivel nacional las medidas sanitarias oportunas. La sorpresa fue mayúscula, pues hasta entonces tan sólo el cerdo estaba en el punto de mira respecto a este riesgo.

Desde entonces, una Directiva comunitaria introdujo la obligación de investigar la existencia de ‘trichinella’ en carne fresca de caballo. El control del riesgo de triquinosis asociado al consumo de carne fresca de caballo era realizado en los mataderos y se basaba en el análisis de la carne fresca de caballo para detectar larvas de ‘trichinella’. La carne únicamente podía comercializarse si el resultado de los análisis de laboratorio era satisfactorio ante la ausencia de larvas.

De la misma forma, las normas comunitarias imponían la obligación de realizar análisis en el país de sacrificio cuando eran importadas las canales de carne fresca dentro de la Unión Europea; y los mataderos que exportaban a la Unión Europea debían estar registrados. La carne traía consigo un certificado que garantizaba el control realizado. En el caso de la importación de caballos vivos, el control debía realizarse en el país de destino. El objetivo de la normativa comunitaria no era otro que garantizar que sólo se importaba o se intercambiaba carne certificada como libre de ‘trichinella’ tras un control adecuado y sistemático de las canales.

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