El efecto protector de los carotenos

Los carotenos, según los resultados de una investigación reciente, restablecen e incrementan la comunicación entre las células
Por Mercè Fernández 1 de septiembre de 2004

Ya hace tiempo que los carotenos (pigmentos que dan a los vegetales su coloración amarilla, verde, naranja o roja) se asocian con posibles efectos protectores frente al cáncer. Aunque los estudios que barajan esa hipótesis son numerosos, no existe todavía una demostración fehaciente de esta función. Tampoco la hay acerca del mecanismo de acción que la induciría.

Algo cercano a lo que podría ser la demostración de que efectivamente los carotenos cumplen un papel protector frente a determinadas formas de cáncer es lo que afirma haber encontrado un equipo de investigadores de la Universidad de Hawai, que presentaron sus resultados en el último congreso internacional BioScience 2004, el pasado julio en Glasgow (Reino Unido). El investigador principal, John Bertram, explicó que los carotenos previenen el cáncer gracias a que restablecen e incrementan la comunicación entre las células.

Según Bertram, lo que los carotenos hacen exactamente es incrementar la actividad de una molécula llamada conexina 43. Esta molécula, explica, «forma pequeños canales entre las células y conecta virtualmente todas las células en el cuerpo». A través de esos canales las células intercambiarían nutrientes y muchos signos vitales que aseguran su normal crecimiento.

Mantener la comunicación

Según la OMS, la evidencia de que los carotenos sean protectores frente al cáncer es «posible pero insuficiente»
Muchas células tumorales han perdido la capacidad de comunicarse y se han aislado de sus células vecinas, explica Bertram, quien sugiere que el tratamiento en laboratorio de células normales con carotenos previene la formación de cáncer inducido con agentes químicos e incrementa la comunicación entre las células.

Su propio equipo ha tratado tres tipos diferentes de tumores con carotenos, en cultivo celular y en animales. Como resultado, explicaba Bertram en Glasgow, «en ambos casos la comunicación entre las células se restablecía y éstas se comportaban más normalmente».

Bertram apunta además que el cuerpo humano no absorbe bien todos los carotenos porque éstos se dispersan mal en agua. Razón por la cual está trabajando con la empresa Biotech en el desarrollo de varias fórmulas de carotenos solubles en agua.

Buscando la evidencia

Según la OMS los factores dietéticos están implicados en alrededor de un 30% de los cánceres en los países occidentales y en un 20% de los cánceres en países en desarrollo. Las evidencias de que una dieta rica en frutas y vegetales protege frente a algunos cánceres (de boca, colorectal, de esófago y gástrico) es, define la OMS, «probable». Sin embargo, la evidencia de que compuestos concretos como los carotenos sean protectores es «posible pero insuficiente». De ahí las cautelas de los expertos cuando se habla de suplementos dietéticos con carotenos como «forma de prevención del cáncer».

De cualquier forma, de los diferentes carotenos, el licopeno (que da su pigmentación al tomate y la sandía) es uno de los que desde hace tiempo se apunta como firme candidato a la prevención del cáncer. Uno de los últimos trabajos, publicado este verano en la revista Asia-Pacific Journal of Clinical Nutrition, es el llevado a cabo por investigadores de la Curtin University of Technology (Australia), que han estudiado la dieta de 404 personas de Hangzhou, al sudeste de China. De los participantes, 130 eran pacientes con adenocarcinoma de próstata confirmado y 274, personas sin ningún tipo de cáncer.

La información fue recogida en entrevistas personales con un cuestionario que tenía en cuenta diferentes factores tales como la edad, antecedentes familiares de cáncer, educación o consumo total de grasas y de calorías, entre otros. «El riesgo de cáncer de próstata», afirma el artículo, «decrece a medida que se incrementa el consumo de licopeno, alfa-caroteno, beta-caroteno, beta-cryptoxanthina, luteina y zeaxantina«. Tomates, calabazas, espinacas, sandía, y limones están, afirman, inversamente relacionados con el riesgo de cáncer de próstata.

¿COCINADO O CRUDO?

Img tomate12Un equipo italiano, de la Unidad de Nutrición Humana del INRAN, se centró recientemente en el estudio de la biodisponibilidad de los compuestos protectores del tomate cuando es consumido natural o crudo. Las moléculas antioxidantes del tomate, tales como los carotenos y los polifenoles, argumentan los investigadores, «podrían ser responsables, en parte, de los efectos saludables observados» pero «la biodisponibilidad de estos compuestos es esencial para hacer su papel».

Así que la pregunta sobre qué pasa cuando se cocina el tomate no es baladí. Y eso es lo que hizo este equipo, que estudió los incrementos de carotenos en plasma antes y después del consumo de tomates cherry, crudos o cocinados. Los resultados, publicados el pasado abril en la revista European Journal of Nutrition, mostraban que no había diferencias con el licopeno ni el beta-caroteno en plasma después del consumo de tomate, ya fuera éste crudo o cocinado.

La única diferencia significativa estaba en el incremento de otros compuestos fenólicos, estudiados también por sus propiedades saludables: la naringerina y el ácido clorogénico, este último, uno de los más fuertes antioxidantes producidos en los tejidos de plantas. Lo que quizás pueda resultar sorprendente es que los incrementos se dan tras el consumo de tomate cocinado pero no tras el consumo de tomate crudo.

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