Entrevista

Francisco Rojo-Vázquez, catedrático de la Universidad de León

«El uso excesivo de fármacos para el control de parásitos genera resistencias en el ganado»
Por Mercè Fernández 23 de diciembre de 2004
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El fenómeno de la resistencia a los fármacos que se emplean para combatir a los parásitos que afectan al ganado no es nada nuevo. En opinión de Francisco Rojo-Vázquez, profesor de la Universidad de León y catedrático de enfermedades parasitarias, su aparición coincide con la primera generación de antiparasitarios, hace ya medio siglo. Rojo-Vázquez dirige en el Departamento de Sanidad Animal en la Facultad de Veterinaria los únicos proyectos que se desarrollan en España sobre resistencia de los helmintos (gusanos) a los fármacos antiparasitarios en ganado ovino.

En España «no estamos lejos de la situación que existe en otros países europeos», explica Rojo-Vázquez. «El problema más grave de la resistencia antihelmíntica a nivel mundial es en ovinos». En las décadas de 1980 y 1970, continúa, hubo un «florecimiento de la industria», con el desarrollo de los fármacos de amplio espectro, que «por comodidad se han acabado usando para un amplio rango de problemas». Desde entonces, el desarrollo de fármacos se ha ralentizado porque no es rentable para la industria. También ha contribuido el escaso conocimiento tanto de los mecanismos de acción como de resistencia. Este factor, unido a la mala utilización de los fármacos de amplio espectro, ha favorecido el desarrollo de cepas de parásitos resistentes, incluso frente a varias familias químicas. La situación en Europa sin embargo no tiene nada que ver con países como Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica.

En esos países se ha llegado a situaciones que se definen como muy extremas. ¿Qué ha pasado de especial?

La humedad y las temperaturas más altas de los climas tropicales favorecen el desarrollo parasitario. Por este motivo en aquellas zonas se han aplicado fármacos antiparasitarios de forma reiterada, en periodos muy cortos de tiempo, pero sin ningún rigor. Hacen hasta 10 y 12 tratamientos al año, cuando la media está en España entre 2 y 3 tratamientos. El resultado es que sólo sobreviven los parásitos más resistentes, que forman las siguientes generaciones, y para los cuales los fármacos ya no son eficaces. El problema se agrava si se tiene en cuenta que no hay reversión de la resistencia antihelmíntica aunque se deje de utilizar el fármaco frente al que se ha desarrollado la resistencia.

Si un parásito desarrolla resistencia a un fármaco, ¿cualquier otro que funcione bajo el mismo mecanismo ya no sirve?

Si se desarrolla resistencia frente a un fármaco, también se desarrolla frente a los que tienen el mismo modo de acción; esta resistencia se denomina colateral. Por su parte, se habla de resistencia cruzada si los grupos o familias químicas no están relacionados o no tienen el mismo mecanismo de acción.

Según los mecanismos de actuación, ¿cuántas familias de fármacos hay?

En el grupo de amplio espectro, que son los que más se usan, hay tres familias: los benzimidazol carbamatos, las lactonas macrocíclicas y los imidazotiazoles.

No son mucho tres familias. Es fácil que las opciones queden agotadas en poco tiempo.

«El tratamiento contra los parásitos debe ser integral e incluir aspectos como la alimentación, el pastoreo, la estabulación y las características del rebaño»

El problema es que en la mayoría de las ocasiones el uso no es terapéutico sino de profilaxis, para mantener el nivel de la producción, y se usan los fármacos de amplio espectro. Si se actuara de otra forma lo que habría que hacer es identificar el problema y actuar sólo contra el parásito administrando un fármaco específico y de espectro reducido.

Es mejor pues identificar el problema.

Sí. Pero no es fácil. Normalmente los niveles de infección parasitaria no son un problema clínico, no hay unos síntomas evidentes de enfermedad. Es más bien un problema de interferencia en la producción a nivel subclínico, difícil de apreciar a menos que el granjero sea muy cuidadoso controlando el peso de su ganado, la producción diaria, la vida útil de los animales…

Entonces, ¿es mejor o no usar fármacos? ¿Y un uso preventivo o no?

No se pueden esperar milagros de una sola acción y no se puede basar el tratamiento en aplicar sólo fármacos. Hay que buscar estirpes más resistentes, tener una buena gestión de los pastos, un mejor manejo de los animales y, si es necesario, usar los fármacos. El control antiparasitario pasa por un control integrado.

Si los parásitos siempre han existido, y tienen una cierta relación de equilibrio con el hospedador, una se pregunta que porqué no dejar las cosas como estaban.

Con la intensificación de la ganadería, que busca una alta rentabilidad, también han confluido una serie de factores que aumentan las posibilidades de contagio, como la alta densidad de las granjas o el estrés que disminuye la capacidad del sistema inmunológico de los animales. Algunas enfermedades no existían en los corrales de hace 50 años. En cuanto se intensifica la producción, esos factores, sin ser letales, afectan a la producción. Por eso es un problema que no se puede ignorar, hay que tratarlo.

Tengo entendido el primer caso registrado de resistencia antihelmíntica en España lo identificó su grupo en Asturias en 1997.

«Los ganaderos deberían dejarse aconsejar por técnicos imparciales sobre el uso de fármacos antiparasitarios»

En realidad eran cepas importadas. A finales de 1996, y dentro de la reconversión del sistema ganadero en Asturias, se estaban probando nuevos animales. Importaron cabras de Escocia para la producción de cachemir, para ver como se adaptaban a un clima más árido. Eran esas cabras las que traían los parásitos resistentes.

¿Cómo está la resistencia antihelmíntica ahora en España?

No estamos muy lejos de otros países europeos. El problema más grave de la resistencia antihelmíntica a nivel mundial es en ovino, en pequeños rumiantes. En España la situación es similar. En ganado bovino no existen estudios apenas. Ahora trabajamos en un proyecto de ganado ovino para estudiar a gran escala los niveles de resistencia frente a fármacos y los factores epidemiológicos implicados, además de mejorar los métodos de diagnóstico de resistencias e incluso diseñar otros más sensibles y rápidos.

¿En qué sentido influyen los métodos de diagnóstico?

Obviamente las resistencias registradas son diferentes en función de la técnica utilizada y estamos poniendo a punto técnicas eficaces y más sensibles. Una de ellas es un ensayo basado en técnicas de fluorescencia para medir la resistencia de los parásitos. La lactona actúa paralizando la musculatura de la faringe de las larvas. Con una concentración determinada de fármaco las larvas dejan de comer y no continúan su desarrollo. Con el marcaje por fluorescencia, podemos ver el proceso, si dejan de comer o no y evaluar la resistencia. También hemos desarrollado una PCR en tiempo real para medir la resistencia antihelmíntica a varios fármacos.

¿Qué factores epidemiológicos son importantes?

Hay factores climáticos. La humedad y la temperatura son el paraíso de los parásitos. En cambio, los inviernos rigurosos, con temperaturas bajo cero, son esterilizantes para los parásitos. En el sur de España, en el Valle del Guadalquivir, por ejemplo, con más temperatura y humedad, hay en general más problemas de parásitos que en el centro de España.

¿Y en el manejo de los animales?

Hay factores importantes también. Por ejemplo, el tamaño del rebaño, el tipo de raza, si la granja es de producción cárnica o lechera [hay más problemas de resistencia en las razas lecheras, que tienen explotaciones muy intensivas], si los campos son comunales o privados, el tiempo de pastoreo, los antihelmínticos usados y la presencia de cabras.

Perdón, ¿ha dicho la presencia de cabras?

Se suele decir en España que no hay rebaño de ovejas que se precie que no tenga alguna cabra. Ha sido algo habitual tener mezcladas unas y otras, o tener alguna cabra. El caso es que las cabras metabolizan los fármacos muy rápidamente, de forma que es posible que tengan parásitos en su interior que no se vean afectados por los fármacos. Por eso pueden ser portadoras y diseminadoras de parásitos resistentes. Es mejor mantener separadas ambas especies.

¿Qué tal son los ganaderos aplicando los fármacos?

«Las cabras metabolizan los fármacos tan rápidamente que algunos parásitos pueden librarse de su mecanismo de acción»

Los ganaderos aplican fármacos en exceso y hasta que les fallan. La mayor parte de ellos calcula la dosis a ojo, sobre el peso medio de los animales. Hay que calcular sobre el peso del mayor. Es mejor calcular la dosis a la alza, aunque los pequeños reciban más dosis, porque el margen de seguridad del fármaco es muy amplio. Es peor la subdosificación, porque acaba creando resistencias. Lo cierto es que falta formación entre los ganaderos. Deberían dejarse aconsejar por técnicos imparciales. Y deberían darse más charlas de divulgación.

¿Se desparasitan todos los rebaños?

Entre un 50 y un 70%, y entre 2,5 y 3,5 veces al año. Nada que ver con Australia ni con lo que se hacia hace unos años en España, que sólo se desparasitaba cuando el nivel de infección llegaba a niveles muy extremos.

De cara al consumidor, ¿la resistencia a los antihelmínticos supone un problema de seguridad alimentaria?

Lo único es que ante las cepas resistentes hay que desparasitar más, lo que supone una acumulación de fármacos antihelmínticos que se excretan en la leche. Que se sepa no es un problema de salud para el consumidor, ni para la producción de otros productos como yogures o queso. Ni siquiera las lactonas, que son antibióticos especiales, sin acción antibiótica. El problema es de nivel de residuos.

ANIMALES DOMÉSTICOS: SEGURIDAD EN CASA

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La seguridad alimentaria, la desparasitación y el manejo correcto de los animales también tiene su importancia en casa, especialmente cuando se habla de animales de compañía. Este es el caso de los gatos, por ejemplo, que pueden transmitir algunas enfermedades a humanos, como la toxoplasmosis. El mayor riesgo es que lo transmitan a mujeres embarazadas que nunca han estado en contacto con el parásito.

En ese caso, el parásito circulante puede atravesar la placenta y provocar daños en el feto. Las medidas de seguridad incluyen seguir los consejos del veterinario en lo referente a desparasitación, limpiar la bandeja de arena del gato con asiduidad, «a fin de no dar tiempo a que los ooquistes que se excretan en las heces, si los hubiera, esporulen» y, tras esa tarea, las medidas higiénicas más básicas como lavarse las manos . «Con agua y jabón es suficiente», explica Francisco Rojo-Vázquez.

En los perros hay otras enfermedades transmisibles. La dirofilariosis (la enfermedad del gusano del corazón), es una de ellas, pero su prevalencia es baja y su transmisión a humanos, rara. También la leishmaniosis y los áscaris (gusanos). «Los programas de desparasitación aconsejados por los veterinarios son eficaces», apunta el experto. Además, «casi todos los animales se alimentan con dietas secas (pienso), de forma que se evitan muchos riesgos».

¿Y si se quiere dar algo extra al animal? «Los alimentos cocidos tienen pocas posibilidades de ser una fuente de infección. No hay que dar, por supuesto, carne cruda, porque puede contener formas parásitas, como quistes o pseudoquistes».

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