Entrevista

Gustavo Maria Levrino, grupo de Bienestar Animal de la Universidad de Zaragoza

Hay que introducir la calidad ética en el producto
Por Mercè Fernández 1 de julio de 2004
Img levrino

El consumidor medio asegura estar dispuesto a pagar más si el producto que adquiere es respetuoso con el bienestar del animal del que procede. Pero esta máxima no siempre se cumple. Gustavo Maria Levrino, profesor de Etología y Bienestar Animal en la Universidad de Zaragoza, impulsa una amplia encuesta de opinión sobre calidad y bienestar animal. Coordina además la participación española en varios proyectos de investigación europeos sobre el estrés del ganado en el transporte y el bienestar en las gallinas ponedoras en grandes granjas.
De acuerdo con los resultados de la encuesta, hasta un 74% de los consumidores dicen estar dispuestos a pagar más por productos respetuosos con el bienestar animal como los derivados del pollo campero, huevos de granjas abiertas o cerdo ibérico. La encuesta que impulsar el grupo de bienestar animal, que dirige Levrino, se realiza anualmente en el área de influencia de la Universidad de Zaragoza a varios miles de personas. Este año, han sido más de 3.300 personas las consultadas, y el pasado a unas cinco mil. El investigador zaragozano nos avanza parte de los resultados, que serán presentados formalmente el próximo septiembre en el 55 encuentro de la European Association for Animal Production, en Eslovenia.

En su encuesta han establecido grupos por edad, sexo y profesión. ¿Hay diferencias notables entre ellos?

Hay más sensibilidad entre los más jóvenes y los más ancianos, frente a los grupos de edad media. Más sensibilidad entre mujeres que entre hombres; y más sensibilidad entre estudiantes, profesores y profesionales liberales que entre empresarios y los obreros. También hay más sensibilidad entre la gente de la ciudad que entre la del campo.

Llevan varios años realizando esta encuesta. ¿Ha cambiado algo?

Hay un aumento de preocupación. Actualmente está a un nivel medio tirando a alto. De todas formas, en el norte de Europa o en los EEUU están más concienciados porque hace más tiempo que debaten sobre el tema, tienen mayor poder adquisitivo para escoger, más tiempo para pensar… Todo eso son factores que influyen.

Hay, pues, relación, como se ha dicho a veces, entre el nivel de desarrollo económico de un país y el nivel de sensibilidad.

Sí, pero no necesariamente. En la India hay mucha sensibilidad hacia los animales y no es un país considerado económicamente desarrollado. Hay más bien una relación general entre la falta de educación y el maltrato a los animales.

La gente en general ¿opina que los animales están bien tratados o no?

«Cuanto más industrializada es la producción más severa es la crítica y más negativa la percepción»

Por lo general, cuanto más industrializada es la producción, por ejemplo, pollos o cerdos, más severa es la crítica y más negativa la percepción. Se piensa, por ejemplo, que los rumiantes viven mejor y que los caballos viven bien, cosa que no siempre es cierta. En general, los resultados muestran que hay un elevado nivel de desinformación sobre el trato real de los animales en las granjas. Otro aspecto interesante de la encuesta es que entre profesionales del ramo, veterinarios y ganaderos, hay una alta sensibilidad pero curiosamente muchos de ellos opinan que los animales ya están bien tratados.

¿Y están bien tratados?

Hay cinco libertades que son la base de lo que la UE considera bienestar animal: que el animal este libre de hambre y malnutrición, libre de enfermedades, libre de lesiones y agresiones del medio ambiente, libre de miedo y estrés y, por último, que tenga libertad para expresar su comportamiento natural. Si sólo tienes en cuenta los tres primeros puntos, está claro que pensarás que los animales están bien tratados. Pero el bienestar incluye también los dos últimos puntos, y los sistemas hiperindustrializados no cumplen con ellos.

¿Qué pasa si no expresa un animal su comportamiento natural?

Que tiene una motivación muy fuerte para desarrollar otras actividades. Las aves dedican gran parte de su tiempo al forrajeo, a buscar comida. Si tienen la comida asegurada, les queda mucho tiempo libre y desvían su atención a otras actividades. Ahí es cuando empiezan a picotearse entre ellas y acaban desarrollando un comportamiento agresivo que deriva en canibalismo. Es la razón por la que se les recorta el pico.

Con lo cual, ¿hay que mejorar esos ambientes artificiales para que no desarrollen esos comportamientos?

«Para mejorar el bienestar, no basta con cambiar el alojamiento, hay que reemplazar también las estirpes genéticas hiperproductivas»

Sí, pero no basta con cambiar el alojamiento. Hay que cambiar también las estirpes genéticas. Se ha privado la productividad por encima de todo y en los últimos años se han seleccionado estirpes hiperproductivas. Vacas que producen hasta 55 litros de leche diarios, cuyo principal problema es digerir ingentes cantidades de alimento que toman para producir tanta leche y la frecuente acidosis; gallinas que ponen hasta 20 y tantos kilogramos de huevos y que además tienen muchos problemas de agresividad. Si la UE impone la prohibición del recorte del pico habrá que seleccionar estirpes de gallinas más pacificas, que no se ataquen entre ellas. Mejorar el bienestar animal es un problema complejo, que no se puede legislar deprisa.

Se ha dicho que los sistemas tradicionales no son suficientemente productivos para las demandas del mercado.

Al contrario. Será una solución a la actual superproducción de Europa, que hoy tiene que recurrir a la subvención para limitar la productividad en sectores como el ovino. Si se cambia, también está asegurada la producción.

Pero seguro que serán más caros los productos y la producción.

Supone un incremento de los gastos, claro. La pregunta es cuánto y quién lo paga: si el consumidor en su totalidad o se dan subvenciones a las granjas. Lo cierto es que no hay estudios suficientemente serios e integrales que analicen cual será el incremento de los costes aunque personalmente creo que son asumibles. La cuestión es que hasta ahora el mercado era el que decidía si quería bienestar animal o no. Eso ha cambiado, va a ser una ley europea la que lo exigirá.

¿Hay experiencias anteriores?

En Suiza se ha prohibido el uso de jaulas con gallinas ponedoras; todas las granjas son de tamaño mediano y están subvencionadas. Con eso se ha conseguido que los huevos, aun siendo más caros, tengan un precio razonable.
Lo que pasa es que ahora parte del mercado suizo importa huevos de China, donde la producción está muy industrializada, para competir con los autóctonos.

En cualquier caso, productos respetuosos con los animales va a suponer que el ciudadano deba pagarlos más caros. ¿Está dispuesto?

Hasta un 74% de los encuestados afirmó que estaría dispuesto a pagar por un producto si con ello se colabora a mejorar el bienestar animal. Este porcentaje, además, es creciente.

Eso es bueno.

Sí. Sin embargo, en otra pregunta, menos de un 30% afirmaban comprar productos que benefician al bienestar animal, como huevos de gallinas camperas y cerdo ibérico. Es contradictorio con lo anterior.

¿Cómo se explica?

O no tienen poder adquisitivo, o no es siempre cierto que están dispuestos a pagar más. Pero hay otro aspecto también a tener en cuenta. Cuando consumen ese tipo de productos, el 65% lo hace por la calidad del producto y no por el bienestar del animal. En cambio, cuando preguntamos sobre si usarían abrigos de piel tipo visón, la gran mayoría afirma que no y la razón fundamental es por el bienestar animal.

Es en efecto contradictorio.

La base de todo esto es la educación. En el siglo pasado, con el desarrollo de sistemas superproductivos, se pasó a considerar a los animales más como objetos que como seres. Creo que hay que educar a la sociedad en este sentido y hay que introducir en el producto el concepto de calidad ética, y que se registre en el etiquetado. Para ello hay que desarrollar métodos de evaluación, para poder calificar el producto con, por ejemplo y siguiendo el ejemplo de los hoteles, notas de una a cinco estrellas. Pero todavía no está bien trabajado el tema y falta presupuesto.

PRODUCIR MEJOR PENSANDO EN EL ANIMAL

Img huevosa

Cuando se habla de bienestar animal, normalmente suele haber una tendencia a idealizar, especialmente entre los jóvenes, afirma Gustavo María Levrino. La solución no es ni dejar de consumir carne -el 70% de la proteína que consumimos viene de los animales- ni cambiar a algo cercano a un paraíso primigenio que cada cual imagina como mejor puede. La cuestión, pues, es «cómo producir mejor pensando en el animal y no en la rentabilidad», afirma este investigador.

Y buscar soluciones viables, aunque dar con una fórmula que se pueda trasladar a escala planetaria, reconoce Levrino, «es difícil» dadas las diferencias económicas y culturales que hay entre diferentes países.

A nivel español, remarca, es sorprendente que «hasta hace muy poco en las facultades de veterinaria nunca había habido una asignatura de bienestar animal». Levrino considera, en este sentido, que tal vez debiera dársele mayor protagonismo social. De hecho, la mayoría de los encuestados opina que se debería incorporar el bienestar animal como materia de enseñanza en las escuelas.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube