Moscas y salmonella en aves

Las moscas pueden constituir una vía de transmisión de bacterias como la salmonella en aves de corral y en huevos
Por Marta Chavarrías 31 de marzo de 2008
Img mosca listado
Imagen: Max xx/Flickr

‘Salmonella’, ‘Campylobacter’, ‘E.coli’ son algunos de los patógenos de los que son portadoras las moscas. Estos organismos pueden transmitir innumerables enfermedades tanto en los humanos como en los animales. Las formas de transmisión de estos patógenos a personas pueden ser diversas. Una de las últimas vías la acaban de presentar un grupo de expertos estadounidenses, que afirman que la mosca adquiere fácilmente las bacterias del ambiente y, en consecuencia, su capacidad de transmitir patógenos a los alimentos de consumo humano.

La mosca doméstica (‘Musca domestica’) constituye no sólo una molestia sino que puede convertirse en un vehículo de transmisión de enfermedades. Según las investigaciones realizadas hasta el momento, más de 100 patógenos están relacionados con la mosca. Destacan ‘Salmonella’, ‘Staphylococcus’, ‘E.coli’ y ‘Shigella spp.’, microorganismos que pueden ser transportados por los insectos. Y las formas de transmisión incluyen desde la superficie corporal, la regurgitación de comida (contaminada) y por defecación de patógenos. La transmisión incluye ahora otra vía, la oral. Según una investigación realizada por expertos del Servicio de Investigación Agrícola estadounidense (ARS, en sus siglas inglesas), las gallinas y, por extensión, los huevos, pueden infectarse por vía oral con la bacteria ‘Salmonella’.

Mosca, vector de enfermedades

«Las moscas en granjas avícolas constituyen una amenaza para la seguridad de los productos avícolas». Para los responsables del estudio, en el que participa Peter S. Holt, microbiólogo de la Unidad de Investigación de la Seguridad y la Calidad de Huevos, sólo la proximidad con las moscas no causa infección en las gallinas sanas. Sí que la causa el consumo de las moscas infectadas con la bacteria. El resultado demuestra que el simple contacto físico no es necesariamente el principal método de diseminación de la ‘Salmonella’ en distintas superficies de una granja avícola.

En las granjas avícolas es donde las moscas suelen alimentarse de las acumulaciones de excrementos depositados en las jaulas. En el año 2001, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) daba cuenta ya de un estudio en el que se demostraba que la mosca había estado implicada en dos brotes de intoxicaciones en el año 1998. Entonces, se recogieron moscas de instalaciones de gallinas ponedoras que había producido huevos implicados en dos intoxicaciones alimentarias provocadas por ‘Salmonella enteriditis’. En aquel estudio se analizaron un total de 15 grupos de mosca doméstica, de los que 2 dieron positivo para ‘S. enteriditis’.

En la mayoría de los casos, y de ahí uno de los posibles problemas, las aves infectadas no presentan síntomas de la enfermedad, lo que explica la importancia de realizar cultivos bacteriológicos que permitan aislarla tanto en las aves como en los huevos. También son importantes las muestras ambientales, indicativas de si se elimina la bacteria a través de las deposiciones.

En otro ganado

La presencia de moscas afecta no sólo a las aves, sino que también constituyen un problema para otro ganado, como el vacuno y porcino. A pesar de que tienen un periodo de supervivencia limitado (como máximo dos meses), tienen la capacidad de ‘esparcir’ enfermedades ya que se mueven rápidamente de una fuente de enfermedad a otra y tienen la capacidad de depositar miles de bacterias en poco tiempo. Uno de los principales problemas son las pérdidas que se producen en la producción ganadera, ya que causan una reducción en el crecimiento y la productividad de los animales, especialmente cuando se encuentran en números elevados. En estos casos, los animales infestados suelen reducir de forma severa el consumo de alimento, lo que se traduce en reducción también de la producción de carne, leche y huevos.

PARÁSITOS EN LA CÁSCARA

Img huevos portadillaSi las gallinas constituyen una fuente de propagación de la ‘Salmonella’, los huevos no son menos. A pesar de que están cubiertos de cáscara, y que ésta podría actuar como un ‘envase protector’ frente a infecciones, también constituye una fuente de contaminación. El problema es que si la cáscara contiene microorganismos, estos pueden pasar al interior del huevo y contaminarlo si se producen poros o si se rompe la cáscara.

Si el huevo contiene heces de la gallina y, estos, a su vez, están contaminados con salmonelas, el paso del microorganismo al producto interno está servido. De ahí la importancia de una buena higiene y limpieza de la cáscara para eliminar restos de materia fecal. Para que la limpieza sea eficaz debe hacerse no sólo con agua o con estropajos, sino mediante inmersión y con una solución acuosa de un desinfectante durante unos cinco minutos. Transcurrido este tiempo se deben secar con papel de cocina.

Uno de los microorganismos más aislados a partir de la cáscara del huevo sin lavar es ‘E.coli’. Además, en la superficie de la cáscara de los huevos que no se han lavado también se detecta la presencia de enterobacterias durante toda la vida comercial del huevo. Todo ello a pesar de que el nivel de contaminación sea bajo y no haya restos fecales en su superficie. El riesgo de contaminación cruzada en estos casos es elevada.

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