Pollos probióticos

Por EROSKI Consumer 21 de mayo de 2004

El mercado de los productos probióticos podría verse pronto ampliado a filetes, muslos o pechugas de pollo. De acuerdo con los resultados de investigaciones publicados recientemente, la incorporación de bacterias benéficas a la dieta de aves de corral produce como resultado aves «más sanas y seguras» para comer. Los resultados se han publicado en Letters in Applied Microbiology.

Los denominados productos probióticos parecen ganar crédito a medida que se comprueban los efectos que determinadas bacterias, en especial de los géneros Lactobacillus y Biffidobacterium, producen sobre el organismo humano y, como se está viendo ahora, también en el de animales de granja destinados a consumo humano. Los beneficios que se les atribuyen van ya más allá de su contribución a la regulación de procesos digestivos. La posibilidad de competir con microorganismos patógenos y limitar el uso excesivo de antibióticos, confieren unas posibilidades de aplicación superiores a las previstas inicialmente. Los beneficios, aunque todavía de forma experimental, han sido verificados ahora en pollos.

Arjan Narbad, investigador del Institute of Food Research, de Noruega, destaca en el trabajo publicado recientemente las constataciones, a su entender sólidas, acerca de los beneficios que Lactobacillus y Biffidobacterium producen en el tracto digestivo humano, ampliamente documentados a partir de la ingesta de yogures y otros productos lácteos de fermentación en los que la presencia de bacterias (añadidas o no) se traduce en mejoras de mecanismos fisiológicos de la digestión. La tesis de Narbad es que estos beneficios no son exclusivo de los humanos.

Dieta probiótica para pollos

La alimentación probiótica en aves de corral redunda en animales más sanos y seguros y con mayor tasa de crecimiento
La alimentación probiótica en aves de corral, señala Narbad en el artículo publicado, no se traduce únicamente en que los pollos, al menos aparentemente, «crecen más sanos». También son «más seguros». ¿A qué se debe el incremento de seguridad? «A la capacidad de la flora bacteriana para competir por los mismos recursos con microorganismos patógenos», responde el investigador.

La competencia que se establece entre distintos grupos de microorganismos ha sido verificada por el equipo de investigación noruego en ensayos in vitro y posteriormente in vivo. Los protagonistas del estudio son Lactobacillus johnsonii en el papel de «bacteria buena» y Clostridium perfringens y Campylobacter en el de «malos». En ambos casos, asegura Narbad, se obtienen resultados positivos de la competencia establecida.

En experimentos realizados en laboratorio, los investigadores comprobaron como C. perfringens y Lactobacillus compiten literalmente por los mismos recursos alimenticios, de modo que el segundo acababa imponiéndose sobre el primero. Como resultado, las colonias bacterianas benéficas reducían el número de las patógenas hasta casi su extinción por la imposibilidad de hacerse con el alimento.

Trasladada la experiencia a animales vivos, comprobaron como una única dosis de alimento con bacterias del género Lactobacillus era suficiente para acabar con los síntomas ocasionados por la presencia de clostridios, visibles en aves de corral por su apariencia enfermiza un menor peso de lo normal.

La experiencia se repitió con Campylobacter. Aunque los resultados obtenidos no fueron del mismo calibre, se observó igualmente una respuesta positiva a alimentación con probióticos.

Las conclusiones de los investigadores son tan claras como obvias. Una mejor alimentación animal redunda en su salud general y, por consiguiente, en la obtención de productos para consumo mucho mejores tanto en lo que respecta a su calidad como a su seguridad. Si esta alimentación se basa en una dieta con suplementos probióticos, concluyen, puede limitarse de forma efectiva la presencia de patógenos «a un coste razonable» ya que, como valor añadido, se puede reducir la carga de antibióticos suministrada a los animales.

PROBIÓTICOS Y PATÓGENOS

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La influencia positiva de los alimentos probióticos en la dieta diaria está ampliamente documentada, en especial para aquellos productos lácteos obtenidos a partir de procesos de fermentación como los yogures. La llegada reciente al mercado de este tipo de alimentos, de los que tradicionalmente se sospechaba su efecto beneficioso, pero sobre los que hasta hace pocos años no se han conocido sus bases científicas, se ha traducido en una auténtica moda en forma de yogures con bífidos activos o flora bacteriana que contribuye a mejorar mecanismos digestivos.

Los estudios de los investigadores noruegos añaden ahora la perspectiva de una mayor seguridad en su consumo y llaman la atención sobre sus efectos en aves de corral. En diversos experimentos recogidos por la revista Nature se comprueba cómo aumenta igualmente su tasa de crecimiento, lo cual abre las puertas a explorar nuevas vías de productividad.

En cualquier caso, tanto los científicos que describen animales aparentemente libres de patógenos gracias al uso de probióticos en su dieta como los que señalan una mayor productividad, advierten de que es necesario continuar manteniendo precauciones básicas para su consumo.

En este sentido, recuerdan que una parte nada despreciable de infecciones causadas por clostridios se producen por el consumo de carne de pollo poco o mal cocinada y que lo mismo ocurre con Campylobacter cuando no se observan las adecuadas condiciones de conservación y cocinado. De ahí que mantener la cadena de frío, observar los tiempos de conservación recomendados y usar una adecuada relación tiempo-temperatura continúen siendo las mejores medidas preventivas.

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