El primero consiste en añadir arroz de grano largo a una cacerola amplia donde habrá abundante agua hirviendo con sal. Se cuece durante 15 minutos y rápidamente se escurre y se pasa por el grifo de agua fría para eliminar el almidón que haya soltado. Se sirve y se revuelve un poco más en la fuente para que se suelte más.
El segundo método es una continuación del anterior y es, quizás el más utilizado: consiste en sofreír el arroz una vez escurrido con unos dientes de ajo, que después serán descartados.