El accidente nuclear de Chernóbil (Ucrania) ocurrido en 1986 está considerado uno de los más importantes por sus consecuencias, no solo medioambientales, sino humanas. Una gran explosión de hidrógeno causó la muerte directa de 31 personas y 600.000 más recibieron dosis de radiación en los días y meses siguientes. Aún hoy se notan los efectos. La asociación Fem Futur se creó en 1999 en Torrent (Valencia) para acoger de manera temporal, en verano y Navidad, a niños y adolescentes ucranianos entre 6 y 17 años procedentes de la región de Kiev, la zona afectada por el desastre de Chernóbil. “La mayoría viven internos en orfanatos y casas de acogida. Otros proceden de familias muy humildes”, comenta Ana Ramírez Veguer, presidenta de Fem Futur. Su estancia en nuestro país, tal como explica en esta entrevista, les supone “un aporte de energía y felicidad”.
Fue un accidente que causó una gran conmoción mundial y, a fecha de hoy, quedan secuelas socioeconómicas y sociales que afectan a una gran parte de la población, víctima de esta situación, en especial los más pequeños. Ellos se ven afectados por la falta de una alimentación adecuada, en cuanto a productos cárnicos, lácteos o fruta que quedan fuera del alcance de casi toda la población. Pero desde Fem Futur recalcamos que los niños no tienen ningún problema de salud.
Nuestro clima y alimentación les aporta energía y felicidad. Es sorprendente cómo les cambia enseguida la piel y el pelo, ya que tienen carencias alimentarias importantes. Pero sobre todo, las muestras de afecto y cariño les ayudan a superar carencias afectivas. Poco a poco, se crea un referente importante para el niño y aumenta su autoestima. Saben que a muchos kilómetros de distancia hay personas a quienes les importan, que les quieren y se preocupan por ellos.
Durante su estancia tienen cobertura sanitaria, pero son niños sanos que no requieren una atención especial al llegar. Aún así, a las familias se les entrega toda la documentación necesaria, junto con nuestros teléfonos de guardia y el teléfono de contacto de una monitora ucraniana.
“Los niños nos enseñan a no dar tanta importancia a lo material, sino a aprovechar el día y las horas al máximo”
Es una experiencia recíproca. Ellos nos enseñan a no dar tanta importancia a lo material, sino a aprovechar el día y las horas al máximo. Nos quejamos cuando nos falta algo, pero un abrazo no tiene precio. A todos nos gusta ser queridos y escuchados, pero muchas veces no nos damos cuenta. Es una experiencia muy positiva para los integrantes de la familia receptora, especialmente para los hijos, quienes desde pequeños tienen una ocasión estupenda de vivir en casa y en primera persona valores tan relevantes como la solidaridad, la ayuda desinteresada, el compartir el espacio físico (dormitorio, comedor, jardín, etc.), la propia familia y su vida.
Sí, en unos años las telecomunicaciones han cambiado muchísimo. Antes contactar con muchos de ellos era misión imposible. Desde la asociación se facilita a las familias el número de contacto del niño y la comunicación no se pierde, al igual que el envío de paquetes con comida, artículos de higiene u otros detalles. El vínculo que se crea es muy importante y, por supuesto, la comunicación también.
“Nos gustaría traer a más niños, pero cuesta encontrar familias que estén dispuestas a comenzar esta nueva experiencia”
El coste del programa ronda los 650 euros. La mayor partida es el billete de avión. A esto hay que añadir la documentación necesaria, visado, autorizaciones, seguros… Desde la asociación entendemos que para muchas familias es un esfuerzo económico importante. Nos gustaría traer a más niños, pero entendemos que no es fácil. La situación en España ha cambiado mucho en unos años y cuesta encontrar familias nuevas que estén dispuestas a comenzar esta nueva experiencia. Eso sí, en el 99% de los casos, las familias repiten con el mismo niño. Por lo tanto, muchos de los que viajan vienen desde los seis años con la misma familia, a la que llaman “su familia de España”.
Estos programas de acogimiento temporal se realizan dos veces al año: una en verano (desde finales de junio a finales de agosto) y otra en invierno (desde mediados de diciembre a mediados de enero). Pero la participación por primera vez comienza siempre con el “Programa De Verano”, al tratarse de la estancia de mayor duración.
En general, son las familias interesadas quienes contactan con nosotros. Les informamos sobre el programa de acogida y les resolvemos todas las posibles dudas. Luego pasan un proceso de entrevista por parte de la persona encargada del grupo de familias.
La familia adquiere el compromiso de encargarse del niño o niña durante su estancia en España, como un miembro más de la familia, ofreciéndole su protección y atención, manteniendo contacto con la monitora ucraniana y con la asociación.