📌 Ya estamos en WhatsApp y Telegram. ¡Entra y síguenos!
Este amplio uso de la inteligencia artificial impacta de manera directa, a través de las interacciones que niños y niñas tienen con la IA, y también de manera indirecta, ya que está integrada en muchos de los procesos y sistemas que regulan tanto la asistencia a la ciudadanía como la calidad de la atención médica o el cribado para acceder a oportunidades educativas o laborales.
Dadas las amplias implicaciones sociales, económicas y sociales de la inteligencia artificial, los gobiernos están dando pasos para regular su aplicación. Y desde UNICEF ven necesario que esa mirada regulatoria pase también por el impacto que tiene en la infancia y la adolescencia, reconociendo las peculiares oportunidades y riesgos que la IA representa para niños, niñas y adolescentes.
Potencial infinito y motor para la innovación
El potencial de la IA es infinito y puede ser muy beneficioso aportando grandes avances en materia de salud o educación. De hecho, uno de los principales impactos de la IA se refleja en el sistema educativo, donde sus beneficios resultan prometedores de cara a la continua mejora en la innovación de la metodología de aprendizaje, con plataformas de aprendizaje adaptativo y personalizado a las necesidades del alumnado, o permitido que los propios profesores y profesoras puedan generar nuevos planes de estudio sin tener que partir desde cero.
En cuanto a la salud, actualmente se están utilizando sistemas de IA para diagnosticar enfermedades, clasificar a los pacientes, recomendar tratamientos y ayudar a las y los investigadores a procesar grandes bases de datos con el fin de facilitar nuevas investigaciones y avances clínicos.

Sin embargo, a pesar de que la inteligencia artificial representa grandes avances en favor de la mejora de la calidad de la vida de los niños, niñas y adolescentes, es importante no olvidar los riesgos que plantea en cuanto a su privacidad, protección y seguridad digital.
Al tratarse de la primera generación que no ha conocido épocas anteriores a los smartphones, gran parte de sus actividades educativas y sociales las realizan mediante aplicaciones y dispositivos basados mayoritariamente en sistemas que incorporan IA. De hecho, muchos niños y niñas interactúan con sistemas de IA que no están diseñados para ellos, en entornos digitales en los que no existe apenas regulación en el ámbito de la protección de la infancia.
Como afectará la IA a su futuro laboral
Los nuevos sistemas de inteligencia artificial transformarán también la naturaleza de los empleos del futuro, en relación con el tipo y la cantidad de trabajos que serán requeridos, desencadenando tanto efectos positivos como negativos. Esto condiciona de forma significativa que muchos de los conocimientos, metodologías o procesos que se imparten en la actualidad puedan quedar obsoletos para cuando alcancen la edad adulta. Asimismo, gran parte de los niños y niñas que están estudiando educación primaria trabajarán en empleos inexistentes hoy en día.
La necesidad de prepararles frente a las futuras ofertas de empleo laboral requerirá el desarrollo de un sistema educativo que esté cada vez más en sintonía con los nuevos avances de la inteligencia artificial; además de que estos desarrollen y aprendan aspectos esenciales relacionados con las aptitudes interpersonales, la creatividad y la comunicación con el objetivo de crear un ecosistema de aprendizaje permanente.
El control de los nuevos sistemas de IA
Durante las últimas décadas, cada vez más países han ido implementando diversas iniciativas de políticas en relación con la inteligencia artificial, centradas en gran medida en su control y aprovechamiento para favorecer el crecimiento económico.
No obstante, en lo que concierne a la protección de niños, niñas y adolescentes a escala internacional, su regulación no es tan evidente. Desde UNICEF se identificó, de manera genérica, la ausencia de compromisos reales en la regulación del impacto de la IA en los derechos de la infancia y la adolescencia.
Es urgente, por tanto, incrementar los esfuerzos para democratizar los beneficios de los sistemas de IA para todos los niños y niñas, teniendo en cuenta sus rasgos característicos, sus etapas de desarrollo y sus diferentes aptitudes de aprendizaje en su diseño e implementación.
En este sentido, las políticas y sistemas de IA deben tener como objetivo proteger a la infancia y adolescencia, satisfacer sus necesidades y derechos de forma equitativa, y empoderarlos para participar en el mundo de la IA contribuyendo a su uso y desarrollo. Pero para el establecimiento de este marco normativo con una mirada vinculada a las necesidades de la infancia y el cumplimiento de sus derechos, es necesario tanto la implicación de los gobiernos como la de las empresas desarrolladoras de la IA e impulsar una inteligencia artificial fundamentada en los derechos humanos.

 
  
  
  
 
