Por primera vez desde 1989, diversas organizaciones pacifistas de América Latina, África y diversos países de Europa se han reunido para reflexionar acerca de los retos del pacifismo para este siglo.
La caída del muro de Berlín estableció el comienzo de una nueva era en el mundo. Para poder hacer frente a los nuevos problemas surgidos, las ocho organizaciones españolas que constituyen la Federación Internacional Pacifista (FIP) consideran que el movimiento pacifista debe vertebrarse porque es muy atomizado, lo que acarrea inconvenientes a la hora de aglutinarse en torno a un problema concreto.
Además, colaboran con entidades de los países a los que dirigen sus acciones de cooperación y trabajan con las comunidades de inmigrantes que hay en España para la recuperación de sus países de origen.
Para que esta vertebración pueda llevarse a cabo es necesario que se planteen líneas de colaboración y puesta en común entre las organizaciones, y que se «repiense» el concepto de pacifismo. Se establece la necesidad de una coordinación que permita ser más eficaces en acción social, en la gestión de los recursos humanos y materiales, así como en la cooperación y la ayuda humanitaria, pero trabajar también en la prevención de conflictos.
Estas organizaciones consideran que la paz es el derecho vertebrador de todo el conjunto de derechos y por ello han elaborado una propuesta destinada a conseguir que la Organización de Naciones Unidas (ONU) adopte una resolución para que la paz sea considerada un derecho humano. De cumplirse esta propuesta, conllevaría que los estados tuvieran que cumplir los derechos de los refugiados, algo que en la actualidad no se cumple siempre, ya que algunos países no tienen la obligatoriedad de aceptarlos.
