Infancia en Europa, ¿cómo le afecta la crisis?

Los recortes en ayudas sociales ponen en aprietos el bienestar de la infancia más vulnerable y limitan su acceso a recursos esenciales
Por Azucena García 29 de enero de 2013
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Imagen: FEDAIA

La salud y la educación de los niños en riesgo. Así lo alerta un informe de Eurochild, una red europea de 147 organizaciones que trabajan a favor de la infancia. Los recortes en ayudas sociales o la financiación de servicios públicos afectan a las familias y, en consecuencia, limitan el acceso de los pequeños a recursos esenciales. En este artículo se explican los efectos de la crisis en los menores, cómo ha cambiado la situación de la infancia más vulnerable en diferentes países de Europa y las medidas propuestas por las entidades para contrarrestar estos efectos.

Efectos de la crisis en la infancia

El 27% de los menores de la UE está en riesgo de pobreza o exclusión social

En ocasiones, los datos recogen una realidad que no se aprecia a simple vista. Esto es lo que ha puesto de manifiesto una encuesta realizada por Eurochild, materializada en el informe ‘Cómo la crisis económica y financiera está afectando a los niños y jóvenes en Europa’. La red europea de organizaciones que trabajan por la infancia ha preguntado a sus 147 miembros y, a partir de respuestas procedentes de 35 países, ha emitido un informe sobre la situación de los niños más vulnerables durante 2012.

Como es de esperar, las conclusiones dan el protagonismo a las consecuencias de la crisis económica, algo que ya se adelantaba en anteriores informes. Pero si en 2010 se alertaba de las elevadas cifras de pobreza, con el 20% de los menores de la Unión Europea en esta situación, en la actualidad se va un paso más allá: «el 21% de los niños en la UE se encuentran materialmente necesitados«.

El origen tiene varias causas, que ahora se han diversificado. A la falta o escasez de recursos de las familias, se unen las consecuencias de las «medidas de austeridad» aplicadas por los gobiernos y que han supuesto recortes en las ayudas sociales. Esto, unido a una tasa de paro cada vez mayor y un recorte en los ingresos, ha provocado los siguientes efectos en la infancia.

  • Limitaciones en el acceso a recursos esenciales como la salud y la educación. Los recortes en ambas áreas han provocado que algunas familias no puedan abonar los precios de las consultas médicas o los medicamentos, a la vez que se han reducido los presupuestos destinados a educación, las ayudas de comedor, transporte y material escolar o los servicios de refuerzo para los estudiantes.

  • Menores oportunidades de participar de manera plena en la vida familiar y social «por la falta de recursos y oferta pública» relativa a las actividades recreativas.

  • El 27% de los menores de 18 años está en riesgo de pobreza o exclusión social, lo que supone alrededor de 27 millones de jóvenes: un 20,5% en riesgo de pobreza, un 9,6% con privación material severa y un 9,1% vive en hogares «donde la intensidad del empleo es muy baja o nula», tres millones más que en 2008.

  • Los pequeños no siempre viven en un hogar propio, debido a las dificultades de las familias para afrontar el coste de la hipoteca o de un alquiler, tras perder su empleo. Incluso esto dificulta la conciliación de la vida laboral y familiar, al obligar a los cónyuges o a uno de ellos a «aceptar jornadas laborales excesivas» para obtener ingresos.

  • Aumento de la violencia doméstica y contra los niños, «a raíz de la crisis y la situación límite que atraviesan muchas familias». El informe ‘En la violencia de género no hay una sola víctima‘ de Save the Children reconoce que los niños «son víctimas de la violencia de género ejercida sobre sus madres» y lamenta que el sistema de protección de la mujer entienda a los hijos como objetos de protección y «no como titulares cuyos derechos se ven vulnerados al ser expuestos a la violencia de género».

Infancia más vulnerable en Europa

El hecho de que la crisis no haya afectado por igual a todos los países implica diferencias en la situación de los pequeños. El informe revela lo previsible en este sentido: «Los casos más graves son Grecia, Irlanda y Portugal, seguidos no muy de lejos de España e Italia«. Pero no son los únicos.

  • Bulgaria y Rumanía. Más del 70% de los menores de 18 años están «materialmente necesitados», frente a un porcentaje que oscila entre el 3% y el 7% en Suecia, Dinamarca, Holanda, Finlandia y Luxemburgo.

  • España. El 25,7% de los niños vive en situación de pobreza o exclusión social.

  • Irlanda. A consecuencia de la situación que atraviesa el país, los planes escolares de alimentos se han eliminado y el coste del transporte escolar se ha incrementado, lo que ha supuesto un obstáculo, sobre todo, para las familias que viven en zonas rurales, más alejadas de las escuelas.

  • Grecia. La capital griega es una de las más afectadas. Según datos de Eurochild, en Atenas, una de cada once personas recurre una vez al día a un comedor social. Además, han aumentado las familias que se han visto «forzadas a entregar a sus hijos ante la incapacidad de mantenerlos».

Propuestas de las organizaciones de infancia

Para mejorar las anteriores cifras, las entidades que forman Eurochild han planteado una serie de propuestas a la Unión Europea. En nuestro país, el socio de Eurochild está representado en la Federación de Entidades de Atención y de Educación a la Infancia y la Adolescencia, FEDAIA. Junto con el resto, desde esta organización se pide:

  • Evaluar las posibles repercusiones de las medidas en los niños antes de que se apliquen.

  • Establecer un control exhaustivo y mecanismos de evaluación nacionales y europeos que actualicen de forma periódica la información sobre la situación de los niños.

  • Garantizar que los recursos limitados «se utilicen de la manera más afectiva posible para proteger a los niños contra los efectos de la crisis», subraya Jaume Clupés, presidente de la FEDAIA.

  • Proteger los serviciosesenciales, como la educación primaria y la atención básica de la salud.

  • Incluir en todas las políticas públicas un enfoque integrado y multidimensional en la lucha contra la pobreza infantil y la exclusión social.

Además de estas medidas, se pide a la Unión Europea que presione a los Estados miembros para cumplir los compromisos que adquieran para combatir la pobreza y la exclusión social. Se aboga por la «inversión inteligente» en servicios sociales, favorecer la conciliación de la vida laboral y familiar, reforzar los servicios para evitar el ingreso «innecesario» de los pequeños en centros de acogida públicos y consultar a los niños y jóvenes «sobre las políticas y prácticas para promover la inclusión social y el bienestar a nivel local, regional y nacional».

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