Las personas con discapacidad mejoran nuestra felicidad

Las personas con discapacidad aportan valores como la constancia, la empatía o el afán de superación, que ayudan a lograr un estado de felicidad
Por Azucena García 12 de julio de 2013
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Imagen: Down España

Constancia, empatía, afán de superación, lealtad, amor… Las personas con discapacidad aportan muchos valores a quienes les rodean. Familiares y amigos descubren características poco comunes en el día a día, pero que emergen en ellas de manera natural. Tienen capacidades diferentes. Saben cómo arrancar una sonrisa, a veces una lágrima, casi sin proponérselo. Se limitan a hacer lo que sienten, a ser ellas mismas, y demuestran una fortaleza digna de admiración. Todos estos factores son determinantes para las personas que están a su alrededor. Así es como consiguen mejorar su felicidad.

Las personas con discapacidad aportan felicidad

Sofía fue un regalo para su familia. Lo es. Sus padres supieron que tenía síndrome de Down justo después de nacer. En ese momento, no pudieron evitar la incertidumbre por su futuro, incluso la angustia, pero se sobrepusieron y comenzaron a acumular esperanza. «Al principio te centras en las limitaciones, pero ahora nos centramos en las capacidades, en lo que puede hacer», relata su padre. Sofía ha cumplido tres años y ha conseguido llenar su entorno de «inmensa felicidad, satisfacciones y alegrías».

El afán de superación y entusiasmo de las personas con discapacidad se contagia a quienes les rodean

Estas son las sensaciones que aportan las personas con discapacidad a quienes les rodean: la familia, al entorno y la sociedad en general. Así lo recuerda Down España, que en marzo inició una campaña basada en Sofía para transmitir, a través del testimonio de sus padres, todo lo que aportan en el día a día: «Valores como la constancia, la empatía, el afán de superación, el entusiasmo por las pequeñas cosas, la generosidad, la naturalidad, la importancia de vivir en el presente… son algunas de las cosas que nos enseñan las personas con síndrome de Down y que enriquecen a toda la sociedad».

Junto con las anteriores cualidades, en el trabajo destacan por la persistencia y la responsabilidad. De hecho, en los últimos años han aumentado los alojamientos atendidos por personal con discapacidad. Esta integración progresiva, si bien aún con lagunas, favorece que se les conozca y, sobre todo, que se adquiera conciencia de sus posibilidades.

La familia, principal apoyo y beneficiario de las personas con discapacidad

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Imagen: FSDM

Los valores que aportan las personas con discapacidad llegan a amigos, compañeros de colegio o de trabajo, vecinos… Pero sobre todo son los familiares quienes más se benefician de esta relación. Down España ha recopilado en «Mi herman@ y yo» el testimonio de varios hermanos que dan cuenta de cómo sus familiares enriquecen su vida.

Como hermanos, son generosos, atentos, responsables y preocupados por el cuidado de los más pequeños. Les calman cuando lloran y juegan con ellos como cualquier otro niño porque son eso: pequeños a quienes les gusta pasarlo bien. Incluso discuten y se enfadan, como el resto. Entre hermanos, se crea un vínculo más fuerte de lo habitual por cierta sensación de protección mutua, porque ellos no se sienten la parte débil. Porque no lo son.

Algunos hermanos aseguran que tienen un sexto sentido «para darse cuenta de cuándo algo preocupa» a los demás. Pero sobre todo, lo tienen para apoyar cuando esto ocurre. Son cariñosos, empáticos, tolerantes, siempre dispuestos a ayudar y, por qué no, cabezotas si hay que serlo. «Gracias a ella he aprendido que la vida puede ser como nosotros queramos que sea», afirma Sera Martínez. Ellos cambian la vida de quienes están a su lado. «¿Cómo se describe algo tan grande? ¿Hay realmente palabras para eso?», se pregunta Irene García.

Padres y madres con discapacidad intelectual

El proyecto europeo PID, Padres y Madres con discapacidad intelectual o dificultades de aprendizaje les apoya «en sus relaciones de pareja y en su maternidad o paternidad». Este proyecto cuenta con la colaboración de organizaciones de Austria, Hungría, Alemania, Italia, Polonia, Rumanía, Grecia y España, empeñadas en defender el derecho de las personas con discapacidad intelectual a ser padres.

En su caso, se requiere identificar las necesidades específicas de cada pareja para facilitar el apoyo necesario. El European Family Set (EFS) reúne diferentes programas de apoyo dirigidos a organizaciones, para que atiendan a padres y madres con discapacidad intelectual. En Madrid, FEAPS gestiona desde 2010 una red de apoyo mutuo de madres con y sin discapacidad que ha dado apoyo a 20 mujeres con discapacidad intelectual, según explica.

Las personas con discapacidad intelectual pueden ser buenos padres, pero tienen hasta 50 veces más probabilidades de que sus hijos les sean retirados

Las experiencias en los países implicados demuestra que están capacitados para ser padres aunque, según los casos, requieren asistencia para potenciar la interacción con los hijos, ayudarles con sus posibles dificultades, luchar contra la discriminación, evitar las condiciones de precariedad o exclusión social. Se desconoce el número de padres y madres con discapacidad intelectual o de aprendizaje en Europa, aunque se estima que cada vez son más. El proyecto PID defiende que «las personas con discapacidad intelectual pueden ser buenos padres» y que «el amor y los sentimientos no están relacionados con el nivel de coeficiente intelectual de uno».

Sin embargo, se topan con dificultades en el momento de criar a sus hijos: sus dificultades de aprendizaje se equiparan con su incapacidad para ser padres, e incluso, se cree que su capacidad para serlo no puede mejorar, destacan los impulsores del proyecto PID. «Los padres con problemas de aprendizaje tienen hasta 50 veces más probabilidades que otros padres de que sus hijos les sean retirados», precisan. «La falta de servicios de apoyo es un factor clave para influir en las decisiones judiciales», añaden.

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