Refugiadas de Ucrania: resiliencia y coraje

El 90 % de las personas refugiadas de Ucrania son mujeres, niñas y niños. Las mujeres que huyen de la guerra comparten la fuerza, el coraje y la valentía para emprender solas un arduo viaje
Por Comité español de ACNUR 29 de marzo de 2022
mujeres refugiadas de Ucrania
Envuelta en mantas para refugiarse de las gélidas temperaturas de la noche, Valentina, de 42 años, llegó a Polonia junto a su hija de ocho años, su hermana y su sobrino el 5 de marzo después de una semana de viaje desde Kharkiv. A esta dura travesía ya se había enfrentado Oleksandra el 28 de febrero. Junto a sus hijas pequeñas y su madre, Oleksandra huyó de su casa en la ciudad de Kramatorsk, en Donetsk, al oeste de Ucrania, impulsada por el sonido de los bombardeos. Lo mismo le ocurrió a Olga, de 36 años, quien salió de Kiev con su hijo de dos años y su hija de ocho en cuanto fueron testigos de las bombas que comenzaban a acechar la capital ucraniana. Como ellas, son millones las mujeres que han huido de sus hogares en Ucrania desde que comenzó la ofensiva militar de Rusia en el país hace un mes. Pero lo que comparten estas mujeres no es solo la necesidad en la que se han visto envueltas para huir de su país en busca de la supervivencia, sino la fuerza, el coraje y la valentía de la que se han armado para emprender este arduo viaje completamente solas.

“Mi marido nos trajo hasta aquí y regresó porque tiene que servir en el ejército. Todos los hombres de 18 a 60 años lo deben hacer. Estoy muy preocupada por él”, dice Oleksandra. “Le echamos de menos”, añade su hija Milana.

Las mujeres de Ucrania están sufriendo esta situación justo en marzo, un mes tan importante para el género femenino. Esto ha hecho que muchos lugares del mundo se hayan teñido de color violeta con la imagen de la mujer ucraniana con motivo del último 8M.

“Recogimos algunas cosas y huimos. De repente, éramos… refugiadas”, explica Irinia, madre de un bebé de dos meses, uno de los más jóvenes de los más de 3,5 millones de personas refugiadas de Ucrania.

El inicio de una nueva vida como refugiadas y desplazadas internas

El pasado 24 de febrero miles de familias en Ucrania despertaron para enseguida disponerse a abandonar sus casas casi sin pertenencias. Tras despedirse de sus maridos y sus hijos mayores de 18 años sin saber si sería un hasta siempre o un hasta pronto, todas han tenido que esperar horas para cruzar las fronteras con temperaturas bajo cero y con grandes nevadas. La mayoría están compuestas por mujeres y niños que hace solo unas semanas llevaban una vida normal en su país y hoy se han tenido que convertir en desplazados forzados.

Las últimas semanas de estas mujeres no han sido fáciles. De un día para otro se han visto envueltas en la dura obligación de buscar una rápida solución para sobrevivir y poder mantener a sus hijos a salvo.

Para ayudar en esta complicada tarea de supervivencia, muchas grandes instituciones en las fronteras de países vecinos han querido transformar sus sedes en refugios temporales para estas mujeres y madres ucranianas.

Un ejemplo es el gran pabellón deportivo de la ciudad fronteriza polaca de Medyka, que se ha llenado de camas de campaña que cubren las pistas de juego para alojar temporalmente a las personas refugiadas de Ucrania. Un autobús llevó a Irina y a su pequeño a este pabellón, donde asiste una multitud de personas voluntarias de los bomberos locales, la Cruz Roja y otras organizaciones para distribuir alimentos y donaciones, y jugar con las niñas y los niños para mantenerlos ocupados.

La Universidad Estatal de Mukachevo, en la región de Zakarpattya, al oeste de Ucrania, también se llena ahora de otro tipo de actividad que dista mucho de la universitaria. Ahora las familias expulsadas de sus hogares por los intensos bombardeos y combates en otras partes del país encuentran alojamiento temporal entre sus paredes. Las áreas de estudio y las salas comunes del dormitorio están llenas de donaciones para las personas que han huido llevando unas pocas pertenencias. Una de las salas está llena de carritos de bebé, cunas y tronas para las familias con hijos pequeños.

La ONG local NEEKA, socia de ACNUR, apoya el centro proporcionando ropa de abrigo, alimentos, agua, y equipamiento para las cocinas, como congeladores y microondas, que se necesita con urgencia.

La respuesta de ACNUR

150.000 personas están huyendo de media cada día. Las cadenas de suministro en Ucrania están bloqueadas, importantes infraestructuras han sido destruidas o dañadas, en muchas partes ya no hay electricidad, calefacción ni agua… Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ha descrito la de Ucrania como “la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.

Además de asistencia básica como comida, medicinas y refugios de emergencia, todas las mujeres que han huido necesitan protección frente a la violencia de género, el abuso y la explotación sexual. Mientras tanto, los más pequeños necesitan una protección infantil, especialmente los no acompañados o que han quedado separados de sus padres o tutores durante la huida.

En este duro trabajo humanitario está colaborando ACNUR, quien cuenta con personal de emergencia sobre el terreno y que están proporcionando apoyo técnico, servicios de protección y garantizando las necesidades más inmediatas de las personas desplazadas y refugiadas de Ucrania.

ACNUR está colaborando estrechamente con las autoridades locales para ampliar de manera significativa la capacidad de acogida temporal de las personas que huyen. También lo está haciendo para identificar edificios que se puedan rehabilitar para funcionar como centros colectivos para estancias más prolongadas, como ocurre con el pabellón deportivo de Polonia y la Universidad de Mukachevo.

Además, la organización está colaborando con los gobiernos de los países vecinos, y hace un llamamiento para mantener las fronteras abiertas para las personas que buscan seguridad y protección. La Agencia está liderando el Plan de Respuesta para los Refugiados de la ONU a nivel regional y local.

Aunque su madre no es tan optimista, la pequeña Milana guarda esperanzas: “La guerra terminará pronto. Volveremos a casa dentro de cuatro días y veré a mis dos abuelas y a mi abuelo”.

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