Ni siquiera la crisis actual le quita la sonrisa porque “un día sin reír es un día perdido”. El humor es fundamental en la vida de Tortell Poltrona, fundador de Payasos sin Fronteras, pero asegura que debería serlo en la de cada persona por ser imprescindible “para vivir y para tener un espíritu optimista”. Desde 1993 lleva la comicidad a lugares tan dispares como el Sáhara, Bosnia o Palestina, siempre con respeto y como testigo de una injusticia a la que no da la espalda, aunque muestre su mejor cara. Los lugares en conflicto y las zonas afectadas por desastres naturales son el terreno donde cada año miles de payasos actúan de manera altruista. Y lo hacen para todos, mayores y pequeños, porque “cuando un niño pierde las ganas de divertirse, se convierte en un adulto”.
“El humor es fundamental para vivir. Si no te ríes, te mueres”
El humor es fundamental para vivir, para tener un espíritu optimista. Si no te ríes, te mueres. Un día sin reír es un día perdido y, además, el humor genera tolerancia.
Formo parte de Payasos sin Fronteras desde el inicio, ya que soy el fundador, desde el 23 de febrero de 1993. Nuestro fin ha sido siempre actuar ante la población de lugares donde se registra un conflicto bélico o donde ha ocurrido un desastre natural. Hemos limitado el abanico de actuaciones porque era tan grande, que no podíamos atender a todas las personas. Siempre trabajamos con organizaciones que ya están en terreno, como ACNUR o Médicos sin Fronteras. Y siempre lo hacemos con humor.
Los desastres naturales han ocurrido siempre, solo que ahora estamos más concienciados y la tecnología nos permite conocer las noticias. Lo que realmente notamos, en África por ejemplo, es la entrada de los países emergentes, como China, que desestabilizan el continente. Ante todo, nosotros intentamos cumplir con una función testimonial, además de realizar una labor útil, por parte de las personas pertenecientes al mundo de las artes escénicas.
“La comicidad de los payasos es universal y siempre respeta al público”
En Costa de Marfil trabajamos desde hace tiempo con la Asociación Saint Camille, que se ocupa de enfermos mentales, ya que en África subsahariana solo hay un hospital que les atienda. También trabajamos con MESAD, una ONG local que protege a la infancia en riesgo de exclusión social.
En América Latina, sobre todo, destacan las poblaciones desplazadas, como en Colombia, donde trabajamos.
Entre quienes nos dedicamos al mundo de la comicidad hay dos polos: los cómicos y los payasos. Los payasos nos distinguimos por hacer humor sobre cosas universales, como el amor, la muerte o la angustia, además de utilizar los recursos gestuales. Y esa comicidad es universal. Los humoristas, en cambio, emplean recursos graves. Cuando se viaja a estos lugares, lo que hace falta es acercarse el máximo posible al humor gestual y a la comicidad universal, con el respeto de saber dónde estás actuando, porque el respeto al público es algo imprescindible. En el año 2000 organicé un espectáculo para los indidos Sioux en Canadá, en el Sáhara y en Brasil y, más tarde, presenté el mismo espectáculo en el Teatro Nacional de Cataluña, exactamente el mismo. Y la gente se rio igual.
“El humor y la comicidad ayudan a generar esperanza”
La mayor de las tristezas es la desaparición de una persona querida y, en una de nuestras últimas expediciones, nos pidieron actuar tras la muerte de una joven. La risa no lo cura todo, pero ayuda a vivir. El humor y la comicidad ayudan a generar esperanza. Después de cada actuación siempre hay un poso que se queda. Intentamos que los artistas que se desplazan al terreno realicen el mismo espectáculo que realizan aquí. Si pueden hacer tres funciones, tres, y si pueden cuatro, cuatro.
Sí, todos son profesionales y voluntarios. Nadie cobra. La organización paga los gastos de viaje y sobre el terreno. Cuando reunimos el dinero suficiente buscamos un proyecto, y cuando tenemos el proyecto buscamos el dinero. Otras veces, muchos de nosotros aportamos el dinero para afrontar el coste. Somos muy económicos, salimos a 1.200 euros por persona.
Cuando un niño pierde las ganas de divertirse, se convierte en un adulto.
“Cuando un niño pierde las ganas de divertirse, se convierte en un adulto”
En una treintena de viajes me han marcado muchos momentos. Quizá uno de los más duros ocurrió en Colombia porque allí nunca sabes dónde está la frontera ni quién es el enemigo y tengo muchos amigos desaparecidos, incluso niños.
En Haití hicimos seis expediciones y en Chile coordinamos y favorecimos a los grupos de payasos chilenos para que actuasen sobre el terreno. El problema de Haití es que antes del terremoto la situación ya era dramática. De hecho, aún actuamos allí porque, cuando empezamos una misión, intentamos no dejar de hacerla, aunque sea de forma testimonial. En Bosnia llevamos 18 años y en Sáhara actuamos desde hace 16 años. Para no repetirnos, cambiamos los grupos que acuden. Formamos parte de una asociación internacional de payasos que nos turnamos.
“El trabajo con niños oncológicos fue uno de los más duros de mi vida”
En España, a través de un acuerdo con Correos, realizamos actuaciones en hospitales, pero no es nuestra labor específica. Durante cinco años trabajé en el Hospital Universitario Vall d’Hebron, en la planta de niños oncológicos, y fue uno de los trabajos más duros de mi vida.
Tortell Poltrona asegura que si todos los payasos se identificaran como tales por la calle, se comprobaría que son muchos. Y así debería ser. Ellos se ocupan de las personas, expresan su verdadera personalidad y ponen la sonrisa en lugares donde a la mayoría le resulta muy difícil reír. Su profesionalidad le ha valido para recibir el reconocimiento de la profesión y, más reciente, de la empresa Ibermática, que ha elegido a Payasos sin Fronteras para firmar un acuerdo de colaboración “que ayude a la ONG en su actividad humanitaria a través de las TIC”. Poltrona ha sido capaz de inyectar el optimismo que se necesita en tiempos de crisis para tomarse “La innovación, en serio”.
“El payaso lleva átomos de esperanza en situaciones muy complicadas”
Así se titula la última memoria anual de la citada empresa, una publicación en la que ha reunido a un total de quince payasos de distintas generaciones y países, que han sabido combinar “el idioma universal de la risa, del humor y de los sentimientos” con la innovación. “La figura del payaso es innovación en estado puro”, ensalzó durante la presentación de este documento el propio presidente de la compañía, José Luis Larrea, quien defendió la importancia del sentido del humor para enfrentar las dificultades. Para Poltrona, esto significa “un valioso reconocimiento” a una profesión que “lleva átomos de esperanza en situaciones muy complicadas” y fomenta la cooperación. “Y nadie pone en duda la capacidad y la fuerza de las personas cuando están motivadas y dispuestas a cooperar”, agregó Larrea.