Voluntariado familiar

Una práctica que permite compartir con los hijos diferentes experiencias y valores
Por Azucena García 20 de marzo de 2009
Img familia campo
Imagen: Colin Jackson

El voluntariado familiar es una práctica poco extendida en nuestro país. Sin embargo, cada vez más organizaciones se animan a proponer alternativas conjuntas para padres e hijos. La posibilidad de compartir esta experiencia supone una oportunidad única para transmitir valores a los más pequeños y fomentar los lazos de unión.

Acompañamiento a menores discapacitados

El voluntariado familiar es una experiencia enriquecedora. Supone una oportunidad única para que padres e hijos compartan un mismo espacio en el que aprender valores con los que no siempre es fácil toparse en la vida diaria. La propuesta de la Fundación Pablo Horstmann, en marcha gracias a la ONG Desarrollo y Asistencia, se acerca a menores discapacitados con parálisis cerebral.

La idea es que los voluntarios establezcan vínculos de amistad con los menores y que sus familias disfruten de un tiempo de respiro. Con este programa, se persigue integrar a los niños con discapacidad en un ambiente normalizado y se enseña al resto de menores a acercarse de manera natural a una realidad distinta a la suya. “Permite, rompiendo barreras sociales, ayudar a integrarse y a desarrollarse a niños que de otra forma están bastante aislados socialmente”, asegura la Fundación.

El acompañamiento se inició en el verano de 2007, tras consultar con Desarrollo y Asistencia. “Se nos ocurrió adaptar uno de los programas que manteníamos con niños con discapacidad y, el curso pasado, empezamos con un grupo”, rememora María del Valle Pinaglia, responsable del programa de voluntariado familiar de la ONG. En la actualidad, la iniciativa cuenta con el apoyo de diez centros de educación especial. “En total, participan unos 25 niños y cerca de 60 familias”, apunta Pinaglia.

La cita es quincenal y tiene un doble objetivo. Por un lado, se busca la normalización de los niños con discapacidad, “que veamos que en la sociedad hay todo tipo de personas”, y, por otro, es un intercambio inigualable de cariño, experiencia y valores. De hecho, muchos niños con discapacidad son inmigrantes, lo que favorece además la interculturalidad y el acercamiento a otras costumbres.

Atención a mayores

Atención a mayores

Dedicada, entre otras cosas, al trabajo con personas mayores, Acción Familiar ofrece a las familias la posibilidad de compartir tareas de voluntariado con este grupo. Para ello, es imprescindible ser mayor de edad y estar dispuesto a crear nuevos espacios de comunicación.

Se atiende a mayores que viven solos o en residencias

Este tipo de voluntariado se lleva a cabo entre dos o más miembros de la familia. A menudo, una persona comienza a colaborar y anima a otros familiares a tomar el mismo camino. “Lo habitual es que trabaje con nosotros un miembro de la familia y que éste arrastre al resto”, explica la responsable del programa de voluntariado, Pilar Sánchez.

El ámbito de trabajo se desarrolla en residencias de personas mayores y en el distrito madrileño de Chamberí, donde se atiende a mayores que viven solos, aunque también existe la posibilidad de realizar tareas en residencias infantiles. Estos dos campos son los más solicitados.

Desde Acción Familiar se ofrece toda la formación necesaria para desempeñar correctamente el voluntariado. En primer lugar, las personas interesadas realizan una entrevista y, una vez superada, inician el curso de formación.

Tareas con animales

Los amantes de la naturaleza y los animales también tienen la posibilidad de trabajar como voluntarios. La Fundación ONCE del Perro Guía necesita familias voluntarias para cuidar cachorros, dentro de la Comunidad de Madrid o provincias limítrofes. La “adopción” dura aproximadamente diez meses, momento en que es devuelto a la Fundación para comenzar el programa de entrenamiento.

Las familias pueden colaborar en la socialización y educación de futuros perros-guía

“A través de este sistema, las familias pueden colaborar desinteresadamente en la socialización y educación de los futuros perros-guía”, señala la entidad. Para ello, el perro debe acompañar a la familia en sus salidas más frecuentes, acostumbrarse a entrar en tiendas, grandes almacenes, cines y transporte público.

El programa contempla todo el asesoramiento y formación necesarios. Asimismo, la Fundación se encarga de los gastos de alimentación, cuidados clínicos y residencia para las vacaciones. El compromiso de la familia reside en conseguir la sociabilización del cachorro durante su primer año, llevar al cachorro a la escuela cuando sea requerido para ello -de lunes a viernes, por las mañanas- y no dejar al perro solo más de dos horas diarias.

Antes de conseguir la tutela de un cachorro se visita el domicilio familiar para valorar la idoneidad de acuerdo a los miembros de la familia, disponibilidad, localización y entorno, “entre otros muchos factores”. Pasados todos los filtros, los cachorros se entregan con dos meses de edad, junto al material técnico necesario para su educación.

Si se prefiere, la Asociación Gatofeliz propone el apadrinamiento de felinos. A cambio de una cuota para costear los tratamientos, gastos veterinarios y farmacéuticos de los animales, la familia recibe noticias puntualmente de su evolución. Los padrinos deciden la forma y el tiempo de colaboración. No existen cuotas fijas ni una periodicidad concreta.

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