
Albert Cuesta Zaragosí es un experto en tecnología. Comenzó su carrera como ingeniero acústico en la dirección de I+D de altavoces en Vieta i jefe de servicio técnico de Marantz y
Aiwa a España, y la prosiguió después como periodista pionero en el mundo informático. Su blog CanalPDA, en un primer momento dedicado al ámbito de las agendas electrónicas, se ha orientado con los años hacia el sector de los teléfonos inteligentes y las tabletas. Es, en definitiva, uno de los expertos reconocidos en el campo de los dispositivos móviles. Eroski Consumer le entrevistó en Barcelona para conocer su punto de vista sobre la informática de consumo, las redes sociales e Internet.
Tiene mucho que ver con las exigencias tecnológicas de hoy en día, pero también con la movilidad que se ha impuesto en los dispositivos, e incluso, con las dimensiones actuales de las casas. Hace 30 años las casas eran más grandes. Entonces era normal tener en el salón unos buenos altavoces de generosas dimensiones, probablemente de madera, que reproducían la música con fidelidad, lo que se llamaba alta fidelidad.
“Ahora que escuchamos la música en el móvil, necesitamos hacerlo con el volumen al máximo para sentir que escuchamos ‘bien’ la música”
Pero las casas se hicieron más pequeñas y los altavoces se nos antojaron demasiado grandes. Entonces los sustituimos por otros más acordes al diseño y las dimensiones del hogar y el resultado fue que reproducían el sonido de modo menos fiel. Como respuesta, subimos el volumen para escuchar los matices que se perdían. Luego la tecnología digital se hizo cargo del sonido y pasamos a escuchar la música desde los ordenadores, e incluso, el reproductor de DVD. De nuevo perdimos matices y subimos un poco más el volumen para recuperarlos. Ahora que escuchamos la música en el móvil, necesitamos hacerlo con el volumen al máximo para sentir que escuchamos “bien” la música.
No sé si el término adecuado es “perder oído”, pero quienes vivimos en un pueblo sí notamos que cuando vamos a la ciudad tenemos que hablar más alto porque el muro de sonido de base es muy elevado.
Sin duda. Cuando me fui a vivir fuera de Barcelona, en 1996, pensé que echaría de menos las librerías y las tiendas de discos de la ciudad. Ahora con pulsar un botón en la página de Amazon, o cualquier otro servicio donde compre cultura, tengo lo que antes me suponía bajar a la calle. Con esto no quiero decir que cuando voy a la ciudad no me escape a curiosear en las librerías, lo hago igual, pero ahora el acceso a la cultura no es un factor limitante para vivir fuera de una gran urbe.
“Se nos relaciona cada vez más con nuestro número de móvil y menos con el del teléfono fijo, y esto quiere decir que estamos el 100% de nuestro tiempo localizables”Yo diría que la han cambiado totalmente y no solo porque hayan modificado mis pautas de consumo, sino porque también me han permitido vivir a cierta distancia de mi punto de trabajo o de las personas con quienes me relaciono. Además, tengo una movilidad absoluta sin dejar de estar en permanente contacto con el mundo. Ahora bien, percibo este cambio como un claroscuro. Estar siempre en contacto resulta muchas veces agobiante, es enemigo de nuestra intimidad. Se nos relaciona cada vez más con nuestro número de móvil y menos con el del teléfono fijo, y esto quiere decir que estamos el 100% de nuestro tiempo localizables. Ya no tenemos esa sensación de perdernos, que tan sana y necesaria resulta a veces.
No digo que a veces no piense en ello, me lo planteo, pero sé que no es posible. En realidad no hay vuelta atrás y menos para un “infoadicto” como yo, alguien que vive de la información tanto en el sentido económico como en el emocional. Lo que sí hago es dar a poca gente mi número de móvil porque quiero mantener unas cuotas de intimidad mínimas, que considero que son sanas.
Creo que nos satura lo que llamamos el “inforruido”, el exceso de información desde demasiados frentes, hasta el punto de que no tenemos capacidad mental para distinguir el grano de la paja. Son tantas las noticias, vídeos e imágenes que vemos a lo largo del día, que no nos da tiempo a discriminar ni cuestionar las fuentes y nos lo creemos todo.
Tengo un portátil, un iPad y varios móviles.
No. Mi mujer tiene un iMac, pero el resto de la familia tenemos portátiles.
Estoy seguro de que sí, porque es poco práctico: ocupa mucho espacio, hace ruido, no se puede llevar en el bolsillo ni en la cartera, etc. La evolución tecnológica tiende a lo pequeño y a la movilidad.
“Hace 30 años, cuando Microsoft trabajaba para crear el sistema operativo ideal para ser el más popular del mundo, Apple ya estudiaba cómo dar la mejor experiencia de usuario”De los de Mac, lo que no significa que tenga nada contra Microsoft ni contra Windows. Prefiero los ordenadores de Apple por la sencilla razón de que son los más usables. Hace 30 años, cuando Microsoft trabajaba para crear el sistema operativo ideal para ser el más popular del mundo, Apple ya estudiaba cómo dar la mejor experiencia de usuario. Al final el primero es el más popular, pero el segundo tiene una usabilidad incomparable que ha transmitido a sus demás productos, el iPhone y el iPad. Quiero aclarar que yo no tengo un iPhone. Mi teléfono por defecto, cuando no pruebo otros, es un Blackberry.
Porque necesito un teclado para escribir con comodidad en el móvil, y esto solo me lo ofrece Blackberry. Además, soy un poco escéptico de la efusividad actual con las pantallas táctiles.
Tienen sus ventajas, sin duda, son muy buenas para navegar por la Red, pero no para escribir mensajes o tuitear. Además, consumen muchos recursos y hay que estar todo el rato pendientes de que no se agote la batería. Por otro lado, si el dispositivo se cae al suelo por la parte de la pantalla, es muy probable que se rompa el cristal. Entonces tienes un problema serio, porque te quedas sin móvil.
No, porque lo que aporta el nuevo, que es la videoconferencia, a mí no me interesa. Pero si no tuviera una tableta y quisiera comprarme una, optaría por el iPad 2.
El móvil ya lo es casi todo en nuestra vida: nuestra identidad, nuestra agenda de contactos, nuestra cámara de fotos, nuestro aparato de música, el sitio donde vemos vídeos… Solo le falta ser nuestra tarjeta de crédito, y yo creo que lo será.
“Nokia sacó al mercado los primeros teléfonos inteligentes cuando la palabra iPhone ni siquiera había sido pensada”Nokia ha tenido el mejor hardware antes que nadie y sacó al mercado los primeros teléfonos inteligentes cuando la palabra iPhone ni siquiera había sido pensada. Ahora bien, descuidó el software que los hacía funcionar, lo que provocó que ninguno de los usuarios que poseía uno de aquellos primeros teléfonos complejos lo supiera, porque su usabilidad era casi nula. En esto llegó Apple con su iPhone, llegó Google con su Nexus y RIM popularizó las Blackberry. El resultado es que Nokia se quedó fuera de juego. Aún así, todavía vende un millón de unidades al día.
Es una buena jugada y soy de quienes creen que puede ser la salvación de ambas compañías. Microsoft tiene por fin un sistema operativo móvil bueno y necesita un fabricante potente que lo consolide, y Nokia precisa urgentemente de un software que le devuelva al primer nivel.
Twitter.
“Twitter es el lugar ideal para ser bombardeado con nueva información”Porque como “infoadicto”, Twitter es el lugar ideal para ser bombardeado con nueva información. Facebook me parece más un espacio para mirar y dejarse ver que para informarse.
Creo que Facebook nos ha enseñado a movernos por las redes sociales, pero poco a poco tenderemos a redes más especializadas en función de nuestras afinidades e intereses.
Somos demasiado inconscientes y muchas personas que han publicado contenidos, fotografías, etc., con el tiempo pensarán que hicieron mal.