Cuatro preguntas que hacernos antes de regalar un televisor en Navidad

Reflexiones prácticas para saber qué televisor puede ser el más adecuado como obsequio
Por Jordi Sabaté 11 de diciembre de 2013
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Imagen: LG

Regalar un televisor son palabras mayores. No solo porque el precio medio de estos aparatos se sitúa por encima de los 600 euros y la oferta es muy extensa, sino también porque es un electrodoméstico clave en el hogar, que ocupa un lugar destacado y visible y goza de un protagonismo central durante muchas horas al día. Por todos estos motivos, es muy importante reflexionar sobre las consecuencias, tanto prácticas como técnicas, de nuestra compra. Gastarnos mucho dinero en un televisor no nos garantiza que se amortice. Es fundamental pensar a quién se lo daremos y para qué. A continuación se responde a cuatro preguntas clave que hay que tener en cuenta antes de adquirir un televisor como regalo.

1. ¿Cuanto más grande, mejor?

El axioma «cuantas más pulgadas, mejor» no funciona nunca o casi nunca. Una gran pantalla puede ser un gran regalo para una gran casa con un gran salón y la suficiente distancia panorámica para ver la tele con comodidad. Superficies de más de 40 pulgadas de diagonal de pantalla en salones donde la distancia al televisor apenas alcanza los dos metros dan una experiencia de usuario pobre: es como ir al cine y sentarse en primera fila.

Cuanto mayor sea la pantalla de un televisor, más distancia de la pantalla debemos tomar para verla

Como norma para comprar un televisor, cuanto mayor sea la pantalla de un televisor, más distancia de la pantalla debemos tomar para verla con comodidad y sin forzar el foco visual para captar el conjunto. Un televisor de 32 pulgadas puede parecernos pequeño hoy en día, pero resulta el más indicado para distancias entre dos y tres metros entre nuestros ojos y la pantalla.

Cuando queremos impresionar con pantallas de 42 pulgadas o más en salones pequeños -hoy en día normales, dada la superficie media de las casas-, lo que conseguimos es imponer un aparato desproporcionadamente grande junto a una pared que atrae toda la atención estética, por lo general en sentido negativo, y que obliga a forzar la vista a los que se sienten frente a él. Por supuesto, a más pantalla, mayor gasto.

Un televisor de 32 pulgadas puede parecernos pequeño hoy en día, pero es el más indicado para distancias entre dos y tres metros

Ahora bien, si lo que quiere el destinatario de nuestro regalo son muchas pulgadas de pantalla, poco más podremos hacer por complacerle. Pero si tal destinatario es un hijo, una madre o un padre, y quiere el televisor para su habitación, no podemos obviar que esa gran pantalla le perjudicará la vista.

2. ¿Estará siempre ahí?

Los televisores de grandes pantallas también suelen ser pesados. Dan sensación de presencia en un salón central de la casa, donde se consume la mayoría del ocio.

Cuando llega el verano y queremos sacar el televisor a la terraza por la noche, no hay quien mueva el aparato

Ahora bien, cuando llega el verano y queremos sacarlo a la terraza por la noche, o al jardín, no hay quien pueda coger el aparato. Y lo mismo ocurre cuando se quiere limpiar detrás del televisor o alrededores: resulta un gran esfuerzo para la persona que lo tiene que mover. Por descontado, ni hablar de llevarlo por las noches al dormitorio, pues, aunque esté en una mesa con ruedas, su peso es tal que el desplazamiento se hace tortuoso.

Si tenemos la intención de regalar un televisor a unos amigos o familiares, y no sabemos seguro si lo utilizarán como aparato central, lo mejor es fijarse antes en: la antigüedad del que tienen en la actualidad; si su casa posee una terraza o jardin donde pasen las noches de verano; y si tienen la costumbre de ver la televisión en otros sitios que no sea el salón.

Un televisor que esté en la franja de las 30 pulgadas tiene buena pantalla y pesa poco, por lo que se le puede desplazar con facilidad.

3. ¿Me fijo en la resolución de pantalla?

Por supuesto, la resolución de pantalla es fundamental, pero este es un parámetro que a día de hoy ya está muy estandarizado. La mayor parte de los televisores están en el certificado «Full HD», que supone 1.920 x 1.080 píxeles por pulgada (ppp) de pantalla, aunque todavía se pueden encontrar algunos televisores «HD Ready», con 1.280 x 720 ppp, pero más bien pocos.

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Imagen: Ed Kohler

Son densidades altas que ofrecen muy buena definición de pantalla, algo que no se aprovecha en todos los canales televisivos, pues de manera progresiva más cadenas pasan a emitir en alta definición, pero sí se le saca partido en la visualización de DVD, vídeos digitales y videjuegos.

Por supuesto, siempre es mejor elegir «Full HD», pero habrá que tener en cuenta el coste. A este respecto se puede jugar con la variable tamaño de pantalla: ¿más pulgadas o más densidad de píxeles? Son dos aspectos que aumentan el precio.

Otra opción es regalar un televisor 4K, que cuadruplica la definición de los «HD Ready», pero son muy recientes en el mercado y los modelos que han llegado a España no bajan de los 3.000 euros. En los próximos años, esta gama sí será asequible, pero ahora debe reservarse a los bolsillos de lujo.

4. ¿Qué tal las Smart TV?

Junto a las pulgadas y la definición, hoy en día el otro aspecto de los televisores que más se anuncia en la publicidad es la cualidad Smart TV: la capacidad de estar conectados a Internet y mostrar diferentes programas on line en la pantalla.

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Imagen: Apple

Es interesante, pero nos hará gastar más dinero. Debemos saber que muchas veces, junto al televisor, hay que comprar ciertos conectores que enlacen con el router o con la wifi, y que no vienen de serie. También es necesario conocer que las funciones que tienen los Smart TV son muchas veces limitadas, no tanto por culpa del fabricante, como de la falta de interés de muchas plataformas de Internet.

Sin embargo, el concepto de Smart TV va mucho más allá de la conexión a la Red y garantiza las tecnologías más avanzadas de conectividad. En este sentido, este tipo de televisores son un sello de calidad tecnológica para aplicar diferentes estrategias al ocio con los conectores más actualizados: enchufar un smartphone o una tableta para escuchar música; personalizar la pantalla de inicio de la sesión televisiva según qué miembro de la familia seamos; aceptar las consolas de videojuegos más modernas; o utilizar un Apple TV, o artefactos similares, para ver la televisión por Internet.

Ahora bien, antes de gastarnos el dinero en tecnologías muy avanzadas, debemos pensar a qué persona o qué familia regalaremos el televisor. ¿Tienen Internet de banda ancha en casa? ¿La usan? ¿Hay miembros jóvenes que juegan a videojuegos? ¿Son gente mayor que se agobiará si el aparato tiene demasiadas opciones?

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