El otro lado de la Web 2.0
A pesar de sus grandes ventajas, la Internet participativa combina mal con la preservación de la intimidad por parte del usuario
- Autor: Por Benyi Arregocés Carrere
- Fecha de publicación: miércoles 23 agosto de 2006
Más comodidad, menos intimidad
Web
2.0 es el nombre que el ‘gurú’ Tim
O’Reilly
inventó para designar a la última evolución
técnica de Internet, que permite más comunicación
entre los usuarios gracias a diferentes servicios entre los que se
encuentran los blogs,
los wikis
y los sitios web que facilitan compartir diferentes contenidos:
direcciones favoritas (del.icio.us),
fotos (Flickr),
vídeos (YouTube) o
noticias (Digg,
Menéame).
La
Web 2.0 ofrece soluciones para compartir casi cualquier contenido
digital pero también presenta desventajas. En algunos casos,
el usuario pierde el control de sus creaciones en favor de las empresas
que prestan el servicio. Aunque O’Reilly sostenga que la persona
“controla sus propios datos”, esto sólo sería cierto
en algunos casos, pero no en todos.
Un consumidor tiene la libertad de decidir qué
contenidos publicar en una web, pero una vez que están dentro
del servicio, en muchos portales se pierde parte del control sobre la información aportada.
contenidos publicar en una web, pero una vez que están dentro
del servicio, pierde parte del control
Un
ejemplo se encuentra en las condiciones
de servicio
(la famosa letra pequeña) del portal para compartir vídeos
YouTube, por las que se concede a la empresa estadounidense una
licencia mundial gratuita, que a su vez puede transferir a quien
quiera, para distribuir y realizar obras derivadas del vídeo
enviado por el usuario. Lo mismo sucede en las comunidades de blogs
MySpace
y MSN Spaces.
Sin
embargo, no sólo se trata de que algunas de las empresas Web
2.0 se atribuyan automáticamente el permiso para manejar según sus intereses los contenidos recibidos, sino que el verdadero
peligro reside en el uso que las compañías pueden
realizar de los datos que guardan de cada persona, por mucho que las
empresas prometan honestidad.
La
Web 2.0 consigue información desde el mismo momento en que el
usuario se registra con su correo electrónico, y cuando los
consumidores suben a estos servicios sus direcciones favoritas de
Internet, sus fotografías personales, sus opiniones o sus vídeos,
dejan al descubierto sus gustos y preferencias, su forma de pensar;
desvelan quiénes componen su circulo afectivo.
Se
llega al extremo de que en Gmail, el correo electrónico de
Google, una máquina rastrea
el contenido
de los mensajes, es decir de la correspondencia privada de cada
usuario, para mostrar anuncios publicitarios relacionados con lo
escrito.
Google, una máquina restrea
de los mensajes para mostrar publicidad relacionada con lo
escrito
Por
otro lado, las herramientas de ofimática (procesadores de
texto, hojas de cálculo) de la Web 2.0 se manejan simplemente
con una conexión a Internet, y en estos casos cabe la opción
de utilizar el ordenador sólo como forma de acceso a la
aplicación remota.
Como
consecuencia, los archivos (documentos de trabajo, cartas personales,
currículos, etc.) pueden dejarse guardados en el servidor de
la empresa que ofrece la herramienta ofimática, y el almacenaje
de la información, junto a los de muchos otros usuarios.
Esto
conlleva por un lado la seguridad de tener una copia de ciertos
documentos a salvo de fallos en las terminales (ordenadores
personales o dispositivos portátiles), pero también
puede llegar a suponer, si no se toman las debidas precauciones, un
riesgo para la intimidad del usuario o de su empresa.
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