Entrevista

Nicolás Alcalá, Carola Rodríguez y Bruno Teixidor, fundadores de Riot Cinema Collective

Los cines deben reinventarse y ofrecer experiencias diferentes
Por Jordi Sabaté 10 de septiembre de 2009
Img riotcinema portada

Riot Cinema Collective nació en 2005 de la inquietud de Nicolás Alcalá, Bruno Teixidor y Carola Rodríguez por “llevar el cine a todos los terrenos posibles” y explorar el “lado cinematográfico” de la comunicación audiovisual. Su última aportación es el largometraje “El cosmonauta”, para el que buscan financiación entre los internautas (cualquiera puede convertirse en productor si invierte una cantidad de dinero o compra “merchandising” del filme). Una vez terminada, “El cosmonauta” se distribuirá en la Red con licencia libre. Sus realizadores destacan que es una película Creative Commons, para se edite, se copie, se remezcle y se comparta como uno quiera. Gratis”. El proyecto cuenta con el apoyo de plataformas audiovisuales como Vimeo, entidades como el Museo del Aire y personalidades como Richard Stallman o Joan Fontcuberta, Premio Nacional de Fotografía.

“El cosmonauta” se financia con las aportaciones de internautas y se distribuirá en la Red con licencia Creative Commons. ¿Se verá también en los cines?

Esperamos que sí. Nuestro modelo económico se basa en el valor añadido. La película se distribuye de forma gratuita en Internet, pero es posible que alguien desee tener un dvd en edición especial o quizá prefiera verla en una pantalla de 30 metros con sonido Dolby. Ahí es donde entran en juego los cines. Confiamos en que alguna distribuidora sea lo bastante arriesgada como para estrenarla, a pesar de encontrarse en Internet.

¿Qué ventajas tienen las licencias libres?

“Esperamos hallar una distribuidora que se arriesgue a estrenar ‘El cosmonauta’ en los cines, a pesar de encontrarse en Internet”

Todas. Es como preguntarse: “¿Qué ventajas tiene la libertad?”. Las licencias libres permiten utilizar el material de muchas más formas que si se restringen estos usos. En el arte siempre se utilizan referencias, imágenes, conceptos… ¿No sería todo más fácil si pudiéramos hacerlo con libertad? Esto genera nuevas obras que no desvirtúan el trabajo original y permiten que el conocimiento avance.

Consentir una distribución libre hace que la obra gane visibilidad. Hoy en día, con la copia digital a un coste cero, el material en sí ha perdido su valor económico. Sólo tiene sentido generar beneficios mediante valor añadido. Lo mejor que le puede pasar a tu obra es que se distribuya de modo libre.

¿Sería realista pensar en un futuro sin Copyright?

Por supuesto. Es un paso natural. El Copyright es un invento moderno que sólo podía justificarse cuando los medios productivos estaban controlados por un número reducido de grandes corporaciones. Ahora que los medios de distribución están en manos de los propios creadores y usuarios, debe ser cada autor, en cada caso, quien decida cuánto quiere limitar su obra. El Creative Commons o cualquier otra licencia libre no sustituye al Copyright, en realidad, pero informa de qué usos están limitados.

¿Tiene sentido el negocio de las salas de cine o son sólo para minorías?

“Con los avances tecnológicos en imagen y sonido, la experiencia de ver una película en casa es mucho más satisfactoria que antaño”

Tiene sentido mientras ofrezcan una experiencia diferente a la que suele experimentar el usuario. Antes podían ofrecer una calidad óptima, un sonido increíble y un lugar tranquilo para disfrutar de la película. La realidad es que con las nuevas pantallas gigantes, los sistemas home cinema y la alta definición, la experiencia de ver una película en casa, con más tranquilidad, resulta más satisfactoria. Los cines deben reinventarse y ofrecer experiencias diferentes. Hay muchas posibilidades.

¿Cómo creen que debería ser este reciclaje de las salas?

El contenido en sí ha perdido su valor económico. Hay que generar esas pequeñas cosas que el público esté dispuesto a pagar. Esto, junto con una política de bajada de precios, salvará a la industria. Las personas están dispuestas a pagar cantidades razonables por un servicio rápido y eficiente. También aceptan la publicidad a cambio de obtener ese servicio de forma gratuita. Modelos que lo demuestran son Spotify o Rapidshare. No creo que mucha gente decidiese descargar una película de baja calidad si tuviese la oportunidad de verla on line en alta definición y por una tarifa plana mensual con acceso ilimitado a películas de cine.

¿Veremos el fin de Hollywood como industria?

“Las personas están dispuestas a pagar cantidades razonables por un servicio rápido y eficiente”
De ninguna manera. Sí es probable que, en unos años, se produzca una reducción drástica en los costes de las películas. Un filme de 200 millones de dólares necesita unos esfuerzos enormes para ser rentable. El sistema de distribución pierde sentido. Cada vez es más sencillo producir con menores costes y eso va a redundar en una mayor oferta de calidad.

Se empieza a decir que los videojuegos sustituirán al cine como forma dominante de ocio. ¿Qué opinan sobre esto?

Sería un buen panorama. Los videojuegos son una experiencia muy completa para el usuario. Al igual que las series, permiten extender la experiencia audiovisual más allá de las dos horas que dura una película. Son obras orgánicas y “aeróbicas”, abiertas a desarrollos complejos de tramas y personajes. Es posible, incluso, que en algún momento se genere un híbrido: videojuegos que ganan en presencia audiovisual. En cualquier caso, es un mercado en desarrollo que debería prosperar. Nosotros hemos tenido experiencias con videojuegos como “Final Fantasy” o “Metal Gear Solid”, que han sido tanto o más satisfactorias que una buena película.

¿Habrá actores en el futuro o será más barato trabajar con figuras virtuales?

Habrá dos ramas. Una decidirá que los actores son un elemento prescindible para generar emociones (“ganado”, como decía Hitchcock) y otra insistirá en buscar los detalles maravillosos que puede aportar una actuación. No será mejor una que otra, sino que ambas serán herramientas diferentes para conseguir el mismo fin: contar una historia y emocionar al espectador.

¿Qué falta, en cuanto a tecnología, para que el cine se pueda difundir sin problemas por la Red?

Unas conexiones dignas (sólo algunos países disponen de ancho de banda suficiente para poder ver contenidos en alta definición sin problemas, incluso en el teléfono móvil) y que se asiente el futuro de los sistemas operativos y el trabajo que se basa en la “nube”, es decir, que se asienten las aplicaciones web.

Nacho Vigalondo lleva cinco años en el empeño de promocionar y exhibir en la Red sus cortos, uno de los cuales fue candidato a un Oscar. ¿Se le puede considerar un pionero en la difusión de contenidos audiovisuales por Internet?

“En el futuro habrá directores de cine que considerarán a los actores como un elemento prescindible”

No es pionero, pero se ha servido de la Red para lanzar su carrera y eso es fantástico. Nosotros somos fans de su trabajo y ha sido genial formarnos en el acceso a su obra para verla, estudiarla y aprender. Si hubiésemos querido hacer lo mismo con los cortos de profesionales como Eduardo Chapero-Jackson no hubiésemos podido, porque la única forma de verlos era en un festival o en el cine. El exhibicionismo de Nacho ha permitido generar una comunidad. Mucha gente se enamora de su trabajo y después va al cine a ver su película o compra el dvd.

Tienen el soporte del servicio de vídeos Vímeo, ¿qué implica?

Es uno más de los servicios que hay en Internet, pero para nosotros es el que tiene mayor calidad y el más cómodo para usar y generar una comunidad. Está pensado para realizadores y productores de contenidos, por lo que facilita el intercambio y la comunicación con una calidad excepcional y gran facilidad de uso.

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