¿Wifi abierto o encriptado?

Hay razones para acotar las redes inalámbricas y hay razones para no hacerlo; el usuario debe decidir qué hacer con las suyas
Por Marta Peirano 9 de octubre de 2006

Hoy por hoy, todo lleva tarjeta ‘wireless’ (de acceso inalámbrico), desde los ordenadores portátiles hasta las agendas de mano, las consolas de videojuegos y los teléfonos de tercera generación (3G). Pero hay más usuarios que redes. Por eso al instalar una, es bueno preguntarse si es necesario protegerla. Hay unos cuantos motivos para ponerle un candado (como seguridad, ancho de banda y gasto) y varias razones para no hacerlo. Entre ellas, el beneficio de la comunidad.

Tres razones de peso para encriptar una red

  • Seguridad:Cuando una red está abierta a desconocidos, cualquier persona familiarizada con el modo en que funcionan las redes podría acceder al ordenador y obtener información confidencial. Por ejemplo, recientes estudios han demonstrado que en el 40% de las compras efectuadas por Internet desde redes públicas abiertas (aeropuertos, grandes centros comerciales…) el usuario expone a los posibles delincuentes sus claves bancarias más comprometedoras.

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    Hay, sin embargo, maneras de evitar un ‘infiltrado’ sin tener que cerrar la red, como poner un ordenador que haga las veces de ‘firewall’ (cortafuegos) entre el router y una red doméstica, o utilizar un sistema operativo que ofrezca un mínimo de seguridad (un sistema Unix, por ejemplo) que requiera varios niveles de contraseñas.

  • Ancho de banda:Si el vecino es aficionado a descargar películas y lo hace a través de la red del usuario, es muy probable que su propio ancho de banda se reduzca sensiblemente, a veces hasta el punto de perder la conexión. Para evitarlo, lo mejor es programar el router para que comparta sólo una parte del ancho de banda. Así se tiene el mínimo necesario y se puede compartir el resto.

  • Gasto:Algunos contratos ofrecen un número limitado de descarga de datos al mes y el usuario debe pagar extra por los excesos. Una red abierta es incontrolable y el consumo siempre será mayor. Con un contrato limitado es mejor protegerse.

Tres razones de peso para no hacerlo

  • Economía:La mayoría de los usuarios se conectan a la Red para contestar el correo, leer las noticias y navegar durante un máximo de dos o tres horas al día. Un contrato de cuatro Megabytes, por ejemplo, podría satisfacer las necesidades de más de una familia, incluso de una comunidad de vecinos pequeña. ¿Por qué no compartir la misma red entre todos los vecinos? Integrar Internet en los gastos de comunidad es más práctico que la televisión por satélite y mucho más barato que una conexión en cada casa.

    En este sentido existen muchas experiencias en numerosas ciudades europeas donde se da acceso comunitario a la Red mediante ‘hotpots’ (puntos de emisión). En España, según la legislación vigente, este tipo de conexiones no son lícitas, aunque cada proveedor de acceso aplica una política diferente. Incluso, con dudosa legitimidad, algunas compañías encriptan los accesos wifi que ofrecen a sus usuarios de manera más o menos encubierta y sin el beneplácito de éstos.

  • Sentido de la comunidad: Muchas cafeterías ofrecen conexión wifi en su ámbito, pero entre éstas están comenzando a proliferar aquellas que cobran por la misma, a pesar de que existen estudios que aseguran que en ciudades como Dublin las cafeterías y pubs con puntos de acceso a Internet han aumentado su clientela. Para colmo, sus precios son elevados y sus condiciones poco satisfactorias: hay que pagar por tarjeta, las horas no son acumulables, etc.

    Los puntos de wifi no comerciales son una tabla de salvación para el usuario que tiene que enviar un correo o encontrar una calle y no puede permitirse el lujo de pagar cinco euros para conectarse a una red privada. Es una generosidad egoísta porque, aunque empieza por uno mismo, el ejemplo y la colaboración que cundan ayudarán a que haya más puntos de acceso gratuitos para emergencias o para leer weblogs en la terraza favorita del usuario un domingo por la mañana, por ejemplo.

  • Red ciudadana:Madrid Wireless, Barcelona Wireless, todas las ciudades tienen una comunidad de usuarios de Redes libres o ‘liberadas’. Es la versión activista de la generosidad egoísta; una red creada y gestionada por los propios usuarios. Se trata de una especie de telaraña local en la que el acceso a la Red se consigue a través de cada uno de sus ordenadores.

    Sus propósitos son sociales: proporciona una alternativa a las cadenas de cafeterías wifi, conexión a aquellos que no pueden permitirsela y un sistema de comunicación muy útil en caso de que las redes habituales (teléfono, Internet, etc) dejen de funcionar. Los mapas con ‘puntos de acceso’ están en Internet, basta con escribir en Google el nombre de una ciudad y añadir la palabra ‘wireless’.

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