Irse de crucero

La elección del barco y el camarote son primordiales para sentirse a gusto durante la travesía
Por EROSKI Consumer 7 de abril de 2006

Realizar un crucero es una buena opción para disfrutar de las vacaciones. Estos barcos navegan durante todo el año y se sitúan dependiendo de las fechas en las aguas más clementes, por lo que se puede disfrutar de un crucero en cualquier época del año. Si bien, según el destino elegido se recomienda una época concreta más propicia para aprovechar al máximo las atracciones del viaje.

Al reservar un crucero, además de optar por un destino determinado, es importante elegir el barco y la cabina, ya que será su lugar de vida durante todo el viaje. Por su parte, las navieras publican completa información de su flota para que los consumidores evalúen el barco. Hay que tener en cuenta varias características, como el tonelaje, el espacio disponible y el número de pasajeros y miembros de la tripulación.

El tonelaje del barco nos da una idea del espacio disponible dividiendo éste entre el número de pasajeros. En lo que respecta a la tripulación, el número de tripulantes en relación con el de viajeros permite confirmar que el servicio ofrecido es de alta calidad. Independientemente de la capacidad del barco las grandes compañías aplican el ratio 1/3, es decir un tripulante por cada tres viajeros. También hay que fijarse en la antigüedad del navío y en los trabajos de restauración llevados a cabo para una mayor tranquilidad.

Así, pueden distinguirse tres tipos de barcos: pequeños, medios y grandes. La principal diferencia entre ellos es el tonelaje y la capacidad de los pasajeros. Los barcos pequeños son ideales para aquellos que prefieran un ambiente intimista, puesto que el número máximo de pasajeros se establece en 500 personas. En el caso de los barcos medios son perfectos para pequeños puertos del Mediterráneo, tienen de 20.000 a 50.000 toneladas y pueden embarcar entre 500 y 1.000 pasajeros.

Por su parte, los grandes barcos poseen una tecnología puntera que les permite navegar en cualquier circunstancia climática. Además ofrecen una amplia gama de comodidades, confort y actividades. Estos grandes barcos pueden embarcar a más de 2.000 viajeros, ya que tienen un tonelaje entre 50.000 y 150.000 toneladas.

En cuanto a la elección de la cabina, es aconsejable escogerla en la cubierta superior y en el centro del barco, sobre todo si el pasajero es sensible al mar. Estos son los lugares donde el movimiento es menos perceptible, aunque hoy en día la mayoría de los buques disponen de estabilizadores que disminuye la sensación de balanceo.

Los diferentes emplazamientos de las cabinas y la presencia de ventana o no son las principales características que hacen que varíe la tarifa del crucero. Así, en la mayoría de los barcos existen tres o cuatro tipos de cabinas en las que no hay diferencias en cuanto al confort, sino en cuanto a la presencia o no de ventana.

Las cabinas interiores son las más económicas puesto que no poseen ventana. Las exteriores tienen la misma superficie pero disponen de un ojo de buey o ventana. Precisamente, las cabinas exteriores situadas sobre puentes exteriores son más caras porque suelen tener un balcón exterior con vistas al mar.

Ciertamente las cabinas más costosas son las denominadas suites, debido a que son más espaciosas, con superficies que pueden superar los 200 metros cuadrados. Normalmente estos camarotes disponen de más comodidades, como un pequeño salón, jacuzzi y un balcón privado.

En ocasiones, al reservar un crucero la compañía atribuye una cabina en garantía al viajero. El cliente no dispone de número de camarote hasta el día del embarque. En este caso, la compañía garantiza como mínimo la categoría de la cabina elegida con posibilidades de que ésta pueda aumentar en el momento del embarque.

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