Entrevista

Juan Carlos Sanahuja, viajero

No escuché a nadie quejarse del frío en la Antártida
Por Karina Nikiszchuk 29 de mayo de 2007
Img sanahuja

Seis meses atrás, el buque Lyubov Orlova, dedicado al turismo antártico, era rescatado por el español “Las Palmas”. Este rompehielos, construido en la ex Yugoslavia, se encontraba encallado en la Isla Decepción con 150 pasajeros a bordo. Afortunadamente, el empresario Juan Carlos Sanahuja -uno de los audaces viajeros que han atravesado el hemisferio-, no era uno de ellos. Pero sí puede estar orgulloso no sólo de haber estado a bordo de este buque turístico, sino de haber recorrido durante diez días el Continente Antártico o también denominado “Desierto Blanco”, uno de los lugares menos explorados del planeta que, durante más de dos siglos, ha sido polo de atracción de científicos y aventureros. Durmiendo a bordo del Orlova, Sanahuja ha visitado tres de las 50 bases internacionales de este continente que tiene la particularidad de no pertenecer a un país sino a 23 naciones. Anécdotas, muchas: hizo de traductor para que el Orlova pudiera desembarcar en Base Esperanza, le ‘persiguió’ un lobo marino y los pingüinos, como termitas, le mordieron atraídos por el amarillo de su chaqueta.

¿Qué pensó cuando se enteró de que el Orlova se había quedado encallado?

A los que tenemos fibra de aventureros estas noticias no nos causan demasiada impresión ni miedo. Lógicamente, piensas que podrías haber estado ahí. Por suerte, y como pudo seguir el viaje, tampoco le di mayor importancia al percance.

Se dice que viajar a la Antártica es excéntrico

Para nada. No considero que hacer un viaje al ‘continente de hielo’ sea tan excéntrico. En realidad, la excentricidad pasa por otro lado, como querer que te sirvan comida de un chef famoso mientras miras el espectáculo de una bailarina rusa haciendo contorsionismo. Excéntrico, para dar un ejemplo, era Salvador Dalí poniendo huevos en el tejado de Port Lligat, no visitar la Antártida.

¿En qué consistió este viaje?

Hice un tour de dos semanas que trascurrió de día, porque fui en febrero, o sea, verano, que es cuando el sol nunca se oculta.

¿Qué fue lo más interesante que vio?

Me marcó mucho ver por primera vez un iceberg. Medía unos 200 metros de alto por unos 100 de largo. ¡Fue impresionante! Otro recuerdo que tengo es la Base Esperanza, la única con escuela y microcine. Es el lugar preferido para vivir por la mayoría de familias de la Antártida, porque aunque el sitio es un espectáculo, vivir allí permanentemente provoca una sensación de soledad y aislamiento total.

“Vivir allí permanentemente provoca una sensación de soledad y aislamiento total”

¿El paisaje compensa el frío?

Sin duda alguna, ya que estamos hablando de un paisaje único en el mundo. Creo que no escuché a nadie quejarse de la temperatura. En un sitio como éste las emociones están a flor de piel. Te sientes conectado con el planeta.

¿Diría que es un viaje peligroso?

Claro que es peligroso porque siempre hay riesgos de que ocurra algo, como pasó hace poco con el Orlova. No hay que olvidar que éste no es un viaje tradicional en el que la mayoría de incidentes posibles están previstos y controlados de antemano. Es cierto que ahora se viaja a la Antártida con mucha más tranquilidad que hace dos décadas, pero las cuestiones climáticas y meteorológicas -tormenta, el frío polar, etc.- por poner un ejemplo, no se pueden prever completamente.

“Aunque ahora se viaja con más asiduidad a la Antártida sigue siendo un viaje peligroso”

¿Apto para todos los públicos?

No. No es recomendable para personas mayores ya que por muy abrigado y equipado que se viaje, el frío cala en los huesos. Algunos paseos pueden ser peligrosos dependiendo de lo intrépido que sea el viajero y aunque no lo parezca, es agotador. Tampoco es un destino muy recomendable para los jóvenes en busca de diversión permanente, ya que llegar a la Antártida es una experiencia sublime e inigualable, pero no tiene nada que ver con la diversión a la que están acostumbradas las generaciones más jóvenes.

Cuando llegó a la Base Esperanza ¿qué fue lo que más le llamó la atención?

Estando en el rompehielos, y a punto de llegar a la base argentina, el capitán se dio cuenta de que no tenía un interlocutor que pudiera hablar con la base y solicitar permiso para desembarcar. Como nadie en el buque hablaba inglés y castellano (la tripulación era rusa), me pidieron que hiciera de intérprete. Me obligaron a sentarme en la sala de radio y repetí lo que me dijeron, pero en castellano: “Aquí el Orlova, solicitando permiso para poder ingresar en la zona de la base científica de Argentina”. De 90 pasajeros, era el único que hablaba los dos idiomas.

Con los animales no se lleva del todo bien…

La verdad es que yo creía que sí, pero parece que no. En Base Esperanza se me ocurrió acercarme a los pingüinos y me senté en una roca, cuando de repente me encontré rodeado de pingüinos mordiéndome la chaqueta. Todo porque era amarilla. Después me comentaron que ese color les atraía mucho. ¡De haberlo sabido!

¿Cuánto duró su viaje desde España hasta la Antártida?

Desde que cogí el vuelo en Barcelona hasta que regresé estuve viajando tres meses, aunque también he de decir que aproveché el viaje para visitar algunas ciudades argentinas.

Un lujo para la mayoría de la población. ¿Cuánto cuesta un viaje de estas características?

Un viaje de dos semanas puede costar unos 20.000 euros por persona. Pero a esta suma hay que añadir los vuelos y hoteles antes y después de la expedición. No es económico, desde luego.

“Un viaje de dos semanas puede costar unos 20.000 euros por persona”

Usted cómo se lo puede permitir. ¿Es millonario?

No se trata de ser millonario. Mi pasión por convertir los viajes en experiencias memorables me llevó a fundar Neyzen, una consultora dedicada al diseño de viajes de elite o de lujo. Dirigir una compañía de este estilo también me facilita realizar estos viajes.

Desde su experiencia como empresario en este ámbito, ¿Hay mucha gente que demanda viajes de lujo?

Sí, y cada vez más. Los viajeros quieren su propio viaje hecho a medida y no se quedan satisfechos con las ofertas de las agencias tradicionales que ya tienen programado todo el paquete. Por ejemplo, a nosotros nos piden dormir en gamelodges en la sabana africana rodeado de cebras y elefantes -ajenos totalmente a la civilización-, la visita a una estación espacial, experimentar la ingravidez, explorar la Antártida en un rompehielos, etc.

Además de ser un viaje caro, es difícil conseguir una plaza en estos buques turísticos

Efectivamente. Viajar a la Antártida es complicado porque hay pocos buques y plazas. Es un viaje caro, y no se puede ir ni todos los días ni todos los meses del año. Si hay un pico de demanda es muy difícil contratar este viaje. Ha llegado a haber una lista de espera de meses, de manera que había que organizar el viaje con un año o más de anticipación. En mi caso fue diferente. En la Internacional Luxury Travel Market (ILTM), una feria de turismo, Quark Expeditions invitó a Neyzen, la empresa de turismo aventura que dirijo, a realizar este viaje. Y fui yo.

¿Un explorador, como usted se autodefine, es algo más que un turista con suerte?

Bueno, además de ‘explorador’ soy un viajero fanático. Me apasionan los lugares recónditos, descubrir culturas, costumbres, y hasta las diferentes maneras de ver la vida de la gente. He recorrido desiertos impresionantes como los de Namibia, o la selva del Amazonas… Siento pasión por descubrir el planeta y por eso decidí dedicarme a diseñar viajes totalmente diferentes que no ofrece ningún tour operador tradicional.

¿Cuál será su próximo destino?

El Polo Norte y antes del 2040, que es cuando prevén que se derretirá a causa del efecto invernadero. Será otra expedición majestuosa…

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