Los riesgos de elegir unas gafas de sol de baja calidad

Heridas en la córnea, jaquecas e incluso cáncer en la piel de los párpados son algunas de las consecuencias de exponer nuestros ojos al sol sin la protección adecuada
Por Lorena Martínez Esquinas, Estusanidad 1 de julio de 2015
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Imagen: alonesdj

“Si no puedes llevar unas gafas de sol de buena calidad mejor no te pongas ninguna”. Así de tajante se muestra Gema Yunta, portavoz del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optomestristas (CGCOO). Desde esta entidad advierten de los riesgos que implica el uso de este producto sin certificación de calidad alguna y lamentan la falta de concienciación social a este respecto. El siguiente artículo describe los riesgos principales que se asumen al no usar unas gafas adecuadas, por qué puede costar caro no llevar una buena protección para el sol y qué consejos dan los expertos para cuidar nuestros ojos en verano.

«La sociedad prioriza la estética sobre la salud y mira las gafas de sol como un complemento de moda y no como un protector para sus ojos», sostiene Yunta, quien explica que las complicaciones a corto y largo plazo crecen año tras año. En concreto, según presenta un reciente estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (Ucla), los problemas oculares aumentan hasta un 25% en la época estival.

Gafas de sol: mucho más que un complemento de moda

Fotoqueratitis (heridas en córnea), edema de párpados, queratoconjuntivitis, dolores de cabeza y jaquecas son algunos de los primeros problemas que aparecen en los pacientes inmediatamente después de una exposición excesiva a la luz del sol. Los expertos observan con preocupación como en los últimos años ha crecido además la incidencia de cataratas en población joven y el número de tumores en la piel de los párpados. «Resulta extraño, pero se trata de una zona muy sensible y el cáncer de piel es una de las primeras consecuencias de una exposición sin protección», destaca Yunta.

En los últimos años ha crecido la incidencia de cataratas en población joven

Más allá del sol, los problemas se complican por los baños frecuentes en el agua de la playa, «llena de impurezas», según detalla Yunta, y en piscinas con altos niveles de cloro. «En la montaña, la baja humedad y el calor contribuyen a aumentar la evaporación de las lágrimas, resecando el ojo y ocasionando picores, ardor, visión borrosa, sensibilidad a la luz y sensación de arenilla en el ojo. Por todo ello, conviene tomar ciertas precauciones y visitar al óptico-optometrista», añade Juan Carlos Martínez Moral, presidente del Consejo.

Por otra parte, la ingesta de una serie de medicamentos, incluyendo algunos de venta libre, pueden incrementar la sensibilidad de los ojos y la piel a la radiación UV, anotan los expertos. Por ello, es importante conocer el riesgo asociado a ciertos antibióticos, algunos anticonceptivos orales y medicamentos antiinflamatorios, como el ibuprofeno y el naproxeno sódico.

Engañar a los ojos puede costar muy caro

Unas gafas adecuadas no tienen por qué ser caras. No llevar la protección adecuada sin duda lo será. «Llevar una buena gafa de sol no significa gastarse un dinero exagerado. No tenemos que invertir 100 euros», incide Yunta. La portavoz considera que la difusión de estas complicaciones se ve propiciada por «la facilidad de acceso a un producto barato». «La gente compra gafas de sol en mercadillos y ‘top manta’ y al final no acude a un establecimiento sanitario de óptica», cuenta. El funcionamiento natural de nuestros ojos hace que nuestras pupilas se cierren y se hagan pequeñas ante el exceso de luz. Sin embargo, si empleamos unas gafas de sol oscuras y sin filtros «engañamos al ojo», que no terminará de adaptarse y permitirá una entrada de luz mucho mayor, ejemplifica Yunta.

El efecto de las gafas de sol se muestra también en situaciones opuestas; esto es, en casos de adaptación a la oscuridad. Pasar dos o tres horas a pleno sol puede obstaculizar la capacidad de adaptarnos rápidamente a los niveles de luz durante el anochecer o en interiores. Algo que puede suponer un peligro a la hora de conducir un vehículo durante la noche tras haber pasado un día de sol sin protección ocular.

Consejos para cuidar los ojos en verano

Con todo, los ópticos y optomestristas señalan varios consejos imprescindibles a la hora de acudir a playas, montaña y piscinas, con el objetivo de disfrutar de un verano sin «sorpresas»:

  • En primer lugar, más allá de las gafas, no hay que olvidar un sombrero o gorra y un fotoprotector a fin de escudar nuestra piel.
  • Resulta recomendable el uso de lágrimas artificiales, que logran refrescar y calmar las molestias leves.
  • En el caso de las piscinas, instan a no olvidarse de «unas simples gafas de natación», claves para evitar posibles infecciones.
  • Por último, además de comprobar la posible fotosensibilidad a cualquier medicamento ingerido, los profesionales consideran «interesante» apostar por unas gafas de sol polarizadas, pues, al poseer un filtro especial, consiguen bloquear la luz y ofrecen una visión cómoda y libre de reflejos. Y es que, «cerrar parcialmente los ojos no impide en absoluto que las radiaciones solares sigan penetrando en nuestros ojos», concluyen.
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