Vitamina B6 o piridoxina

La vitamina B6 mantiene la función normal del cerebro, actúa en la formación de glóbulos rojos e interviene en el metabolismo de las proteínas
Por EROSKI Consumer 4 de diciembre de 2002

Las vitaminas son sustancias imprescindibles en los procesos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. No aportan energía, pero sin ellas el organismo no es capaz de aprovechar los elementos constructivos (proteínas básicamente) y energéticos (hidratos de carbono y grasas) suministrados a través de los alimentos.

¿Cuáles son las funciones de la vitamina B6?

La forma activa de esta vitamina hidrosoluble, también denominada piridoxina, es el piridoxal fosfato que participa en el metabolismo de las proteínas. Al intervenir en la síntesis de proteínas, lo hace también en el metabolismo de los aminoácidos (componentes básicos de las proteínas), así como en la producción de glóbulos rojos y anticuerpos que nos protegen frente a las infecciones. Es necesaria para la producción de varios neurotrasmisores (serotonina, dopamina, noradrenalina…) por lo que contribuye a mantener en buenas condiciones nuestro sistema nervioso. Además, modula los efectos de las hormonas sexuales y es indispensable para la transformación del triptófano (aminoácido esencial) en la vitamina niacina (ácido nicotínico).

¿Cuáles son las cantidades que debe aportar la dieta?

Dado que es una vitamina que puede encontrarse bajo varias formas químicas, no existe un criterio unánime en cuanto a las recomendaciones. Las organizaciones de salud nacionales e internacionales aconsejan un mínimo de 2,2 miligramos de piridoxina diarios para el hombre y 2,0 miligramos al día para la mujer, aumentando hasta 2,5 miligramos/día las necesidades durante el embarazo y la lactancia. No obstante, las recomendaciones dependen de muchos factores, sobre todo de la ingesta de proteínas y del uso de determinados medicamentos que interfieren en su aprovechamiento.

¿Dónde se encuentra?

La vitamina B6 se encuentra en distintas formas en los alimentos: piridoxina o piridoxal y piridoxamina. Todas estas formas son metabólicamente interconvertibles y constituyen la vitamina B6 en cualquiera de ellas.

Se encuentra ampliamente distribuida en los alimentos. En los vegetales, abunda especialmente en los cereales integrales, nueces y en general en todos los frutos secos grasos (almendras, cacahuetes, avellanas…), y en menor cantidad, en ciertas frutas como el plátano. En los tejidos animales predominan las formas fosforiladas del piridoxal y de la piridoxamina, y es muy abundante en vísceras tales como hígado y riñones. La levadura de cerveza también contituye una buena fuente.

No obstante, hay que tener presente la fragilidad de esta vitamina en lo que respecta a la conservación de su contenido por causas de almacenamiento o cocción. Así, los productos congelados disminuyen su contenido en un 40%, las conservas un 45% y la molienda de cereales un 70%.

¿Cómo conseguir cubrir los requerimientos diarios?

Para cubrir las necesidades diarias de esta vitamina es preciso incluir en la alimentación diaria variedad de alimentos, ya que está presente en una u otra forma en multitud de ellos. Por tanto, la ingesta media estimada se consigue llevando a cabo las recomendaciones de dieta equilibrada.

La piridoxina es una de las vitaminas con mayor empleo terapéutico como suplemento vitamínico, dada sus implicaciones metabólicas. No obstante, la utilización excesiva de piridoxina (dosis entre 2 y 4 g diarios) puede producir efectos tóxicos, concretamente alteraciones neurológicas y de sensiblidad (neuropatía periférica), por lo que recurrir a ellos como suplemento dietético se hará siempre bajo criterio profesional.

¿Quién tiene mayor riesgo de déficit?

La carencia de esta vitamina rara vez aparece aislada, en la mayoría de las ocasiones se asocia con déficits de varias vitaminas hidrosolubles. Los cuadros de hipovitaminosis son más frecuentes por aumento de las necesidades orgánicas derivadas de situaciones tales como el embarazo, dietas desequilibradas con alta presencia de proteínas, uso de fármacos con actividad antivitamínica (isocianidas, ciclosporinas, penicilamina e hidrocortisona), el alcoholismo crónico, la enfermedad hepática y el uso de anticonceptivos orales.

Los síntomas que ocasiona una carencia de esta vitamina son inespecíficos como ocurre con otras vitaminas de su mismo grupo. Aparecen signos cutáneos y mucosos tales como dermatitis seborreica, glositis y queilitis. También son característicos los signos neurológicos tales como cefaleas, parestesias y convulsiones. Así mismo, su déficit provoca descensos significativos en la síntesis de niacina a partir del aminoácido triptófano.

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