¿Los edulcorantes artificiales pueden afectar a la salud cerebral?

Un estudio vincula el consumo elevado de edulcorantes artificiales con un mayor deterioro cognitivo. Los investigadores advierten de que podrían acelerar el envejecimiento cerebral y aumentar el riesgo de demencia
Por Sonia Recio 28 de octubre de 2025
edulcorantes artificiales y efectos en la salud mental
Que el consumo de azúcares libres resulta perjudicial para la salud cerebral no es una novedad. Sin embargo, hasta ahora no se había establecido una conexión similar con los edulcorantes artificiales. Un reciente estudio, realizado con 5.000 adultos de entre 55 y 72 años, analizó durante ocho años el consumo de siete edulcorantes comunes en alimentos ultraprocesados. Los resultados mostraron que quienes ingerían mayores cantidades de estos productos sufrían un deterioro más rápido de la memoria y la agilidad mental, en comparación con quienes los consumían en menor medida. Estos hallazgos podrían llevar a replantear la percepción de que los edulcorantes artificiales están exentos de riesgos para la salud cerebral.

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¿Qué efectos tienen los edulcorantes artificiales en la salud cerebral?

Los edulcorantes bajos o sin calorías (LNCS) se han convertido en una alternativa al azúcar, y se han promovido como una opción más saludable. Sin embargo, su efecto sobre la función cognitiva aún genera dudas. Para profundizar en esta cuestión, una investigación publicada en la revista Neurology ha analizado su posible vínculo con el deterioro cerebral.

El estudio, de tipo cohorte prospectiva, monitorizó durante ocho años a más de 5.000 adultos brasileños de entre 55 y 72 años. Los participantes informaron sobre su consumo de siete edulcorantes artificiales comunes en alimentos ultraprocesados: aspartamo, sacarina, acesulfamo-K, eritritol, xilitol, sorbitol y tagatosa.

Estos fueron los principales resultados:

  • Una ingesta elevada de aspartamo, sacarina, acesulfamo-K, eritritol, sorbitol y xilitol se asoció con un deterioro acelerado de la memoria y la fluidez verbal.
  • El efecto fue más notable en menores de 60 años y en personas con diabetes.
  • Aquellos que consumían estos edulcorantes en exceso presentaron un envejecimiento cerebral adicional de 1,6 años respecto a quienes apenas los tomaban.
  • Algunos edulcorantes podrían favorecer procesos de neuroinflamación y alterar la comunicación entre el intestino y el cerebro, acelerando la neurodegeneración.
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Imagen: iStock

Los edulcorantes, bajo la lupa

Aunque el estudio no establece una relación causal directa entre el consumo elevado de edulcorantes artificiales y el deterioro cognitivo, sí identifica una correlación. Esta circunstancia abre nuevas vías de investigación sobre la seguridad de estos endulzantes, así como sobre el impacto para la salud de los productos ultraprocesados en los que están presentes.

El doctor Guillermo García Ribas, miembro del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), señala que los hallazgos suponen “un toque de atención”. No obstante, advierte que aún hay aspectos por investigar, como determinar si los resultados son extrapolables a otras poblaciones, países o culturas.

A juicio del especialista, aunque será necesario profundizar en estos resultados con estudios adicionales, “parece claro que existe una relación entre aquellas personas que consumían grandes cantidades de edulcorantes, que hasta ahora se habían considerado benignos”. Por ello, considera que es momento de replantear los hábitos

El azúcar y su impacto en la salud cerebral

Distintos estudios, junto con la experiencia clínica, han demostrado que el consumo excesivo de azúcar afecta negativamente a la salud mental. Las investigaciones indican que una dieta rica en azúcares añadidos, especialmente presente en alimentos ultraprocesados, puede provocar inflamación cerebral, asociada con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y deterioro cognitivo.

Además, el azúcar estimula la liberación de dopamina, generando una sensación de placer inmediato. Con el tiempo, este estímulo constante desensibiliza los receptores cerebrales, lo que puede derivar en una búsqueda compulsiva de más azúcar

“El mal control glucémico en personas con diabetes aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones cognitivas, como la enfermedad de Alzheimer”, apunta García Ribas. Asimismo, un consumo elevado de azúcar se asocia con alteraciones vasculares a nivel cerebral y sistémico, incluyendo enfermedades microvasculares como la polineuropatía, que afecta principalmente los nervios de las extremidades inferiores.

ultraprocesados y masa muscular
Imagen: bit245 / iStock

Más edad, mayor riesgo de deterioro cognitivo

La salud cerebral se ha convertido en uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Sin embargo, el neurólogo consultado no considera este panorama tan sombrío. “Estamos en un momento de impasse respecto a la salud cognitiva. Parece que esta ‘pandemia gris’ no va a ser tan grave”, señala, refiriéndose al envejecimiento poblacional y su impacto en las enfermedades neurodegenerativas.

Uno de los factores que podría estar moderando el avance del deterioro cognitivo es “la mejora en las condiciones educativas y nutricionales de la población”, asegura. Y es que, aunque el aumento de la esperanza de vida implica más casos de demencia, también “la salud en general es mejor. Antes, las personas de 80 años eran consideradas muy mayores, y ahora no se les ve así”, añade el especialista.

¿Es posible frenar el deterioro cognitivo?

El principal factor de riesgo para desarrollar demencia sigue siendo la edad. “Cumplir años es algo que no se puede evitar”, recalca el doctor. A esto se suma el componente genético, que representa aproximadamente un 14 % del riesgo.

Sin embargo, el estilo de vida también desempeña un papel crucial. “Es importante no llevar una vida sedentaria y prevenir la hipoacusia, ya que esta aísla a las personas de su entorno, limitando la interacción social y afectando a la capacidad de comprensión y participación”, enumera García Ribas.

La alimentación también influye, y la dieta mediterránea se perfila como una aliada. “Por sí sola no es determinante, pero sí se observa un cierto impacto, con una disminución en el número de casos entre quienes la siguen”, concreta el experto. En definitiva, se trata de cuidarse antes de que sea demasiado tarde.

“Es fundamental establecer hábitos saludables, especialmente durante las décadas de los 40 y 50, para mantenerlos en la vejez. Hay que entender que lo que hacemos hoy no pasa factura mañana, sino en diez o veinte años. Es difícil concienciarse de que un buen hábito a los 40 me va a proteger a los 70, pero así es”, concluye.

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