Cocinar para terceros desde casa, una salida laboral

La telecocina puede ser un negocio rentable, flexible y seguro en épocas de escasez de trabajo
Por Carlos Astorelli 6 de noviembre de 2010
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Imagen: icelight

Una opción laboral accesible es cocinar para terceros desde casa. Se conoce como telecocina y puede ser un negocio rentable, flexible y seguro en épocas de escasez laboral. Su principal ventaja es que se autogestiona con un régimen tributario sencillo. Para conseguir clientes, es posible recurrir a los contactos personales, las páginas web o los anuncios en la Red. También ayuda contar con la intermediación de portales de Internet dedicados a contactar cocineros y clientes en busca de la comida casera diaria.

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El acelerado ritmo de vida, la mayor cantidad de horas que se dedican al trabajo en un mundo laboral con ofertas escasas y exigentes, la gran cantidad de hogares donde los integrantes pasan fuera mucho tiempo, la necesidad de alimentar a los hijos con comida sana y casera, preservar los momentos de ocio durante los fines de semana… Todas estas circunstancias propician que la telecocina se haya convertido en una salida laboral.

Se proponen paquetes de comidas caseras diseñados en función de las necesidades de los hogares-clientes

La propuesta consiste en proponer paquetes de comidas caseras diseñados en función de las necesidades de los hogares-clientes. Las ventajas para los cocineros son dos:

  • Puede ser una actividad paralela a su profesión, llevada a cabo para apuntalar la economía familiar.

  • Es una propuesta dirigida a un mercado concreto (hogareño o laboral), en el propio barrio, pueblo o ciudad. Por ello, se puede prescindir de las estructuras que demandan los negocios de comida que se instalan en la calle.

Modelo económico-social

El boom de este particular servicio de cocina tuvo lugar en España en el año 2002. Nació como un modelo para conectar a las personas no profesionales que saben cocinar con quienes tienen la necesidad de comer bien, pero un ritmo de vida que les impide cubrirla, con el consiguiente perjuicio nutricional.

Hoy en día, hay varios negocios de este tipo, que por 7 u 8 euros llevan hasta la casa del cliente un menú de dos platos de manufactura casera con postre y pan. La posibilidad de trabajar en el hogar y conseguir clientes en la órbita del barrio o pueblo otorga viabilidad a este negocio.

Hay menús de todo tipo: platos para los días de la semana o especiales para los fines de semana y fiestas (más sofisticados). Del mismo modo, según las habilidades del emprendedor y las necesidades del entorno, la variedad puede incluir cocina andaluza, dietas especiales para enfermos o convalecientes, celíacos, fiestas y cumpleaños, días de campo y un sinfín de especialidades que diferencian su oferta del resto para llegar a la mayor cantidad de público posible.

La gran mayoría de quienes se dedican a la cocina a domicilio comienzan a crear su cartera de clientes con contactos personales

La gran mayoría de quienes se dedican a la cocina a domicilio comienzan a generar su cartera de clientes con contactos personales -amigos de los hijos, parientes o vecinos-, en una dinámica en la que el «boca a oreja» funciona como motor de la propuesta. Pero, además de la autogestión del servicio, para organizar el negocio es posible emplear las redes sociales de Internet, como Facebook o Twitter, o diseñar una página web o un blog propios que muestren los diferentes menús y contengan formularios de pedidos para los clientes. Algunas páginas se han especializado en conectar a cocineros y comensales. En ellas, los clientes realizan sus consultas y pedidos al servicio de cocina de la zona.

Distribución y relación coste-beneficio

Un menú diseñado para una pareja que trabaja durante la semana y desea resolver su comida y cena el fin de semana, sin entrar en la cocina, puede dejar unos 70 euros mensuales de ganancia al cocinero. Una de las claves de este negocio está en la organización de los envíos: en la forma en que se planifique el empleo de taxi, servicio de mensajería o distribución personal para hacer llegar el pedido a la mesa del cliente radica la variable de ajuste más importante. El esfuerzo por trabajar con precios accesibles a las apretadas economías domésticas puede malograrse si los gastos por este concepto se incrementan en exceso.

Ayudar al cliente a seleccionar los menús en función de una planificación semanal o mensual debe ser una parte primordial del servicio. Algunos portales dedicados a este fin recomiendan realizar dos envíos mensuales de comida congelada para una pareja que desea comer y cenar dos días por semana. De esta manera, el coste del traslado, que puede incluirse en el precio del menú, se reduce de manera considerable para el cocinero.

Cómo facturar

Si se desea tener un negocio doméstico de este tipo, hay que conocer cuál es la variable tributaria más adecuada. Al inicio, con una facturación baja, no será necesaria la inscripción en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) para poder ofrecer a los clientes la facturación del servicio.

En la declaración anual de la renta deberán declararse los ingresos obtenidos como una actividad económica

Para una actividad como la cocina a domicilio, que tenga un límite de facturación que no supere el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), no será necesario darse de alta en el RETA. Se puede facturar con sólo detallar el NIF y el servicio brindado. Eso sí, en la declaración anual de la renta deben declararse los ingresos obtenidos por este negocio como una actividad económica.

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