Entrevista

José Quintanal, doctor en Ciencias de la Educación

En España aún no vivimos la lectura con un sentido de bienestar, de poder cultural
Por Marta Vázquez-Reina 1 de junio de 2011
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Los resultados de las últimas evaluaciones educativas internacionales son contundentes: la competencia lectora de los alumnos españoles está por debajo de la media del resto de países evaluados. ¿Qué medidas se pueden tomar para erradicar esta deficiencia? José Quintanal, maestro, pedagogo y doctor en Ciencias de la Educación, proporciona algunas pistas reveladoras. Su tarea investigadora en el área de la enseñanza escolar de la lectura y escritura, junto con los más de 20 años de experiencia docente en distintos niveles educativos -desde Primaria hasta la universidad– le han permitido observar muy de cerca la realidad lectora de los estudiantes. El problema “no hay que enmascararlo ni ocultarlo, sino afrontarlo y aplicar las medidas oportunas para darle solución”, afirma Quintanal. Para esto, recalca, “es necesaria una intervención global de toda la sociedad”.

¿El déficit en competencia lectora de los estudiantes de nuestro país es tan alarmante como advierten las evaluaciones internacionales?

Desde distintos ámbitos se intenta desdramatizar la cuestión, pero las estadísticas están ahí y no mienten: nuestros escolares presentan un perfil demasiado bajo, frente al que correspondería a un país con nuestro nivel de desarrollo. En mi opinión, esto es un grave error, ya que los problemas no hay que enmascararlos ni ocultarlos, sino afrontarlos y aplicar las medidas oportunas para darles solución. Ahora mismo no se hace nada desde la escuela, las administraciones o la universidad para atajar la problemática. Esta inacción, nos pasará factura en el futuro.

¿Cuáles son estas medidas?

“Es necesaria una intervención global de toda la sociedad para cambiar el sentido cultural de la lectura y la escritura de nuestros jóvenes y niños”

Es necesaria una intervención global de toda la sociedad para cambiar el sentido cultural que tienen en la actualidad la lectura y la escritura de nuestros jóvenes y niños. En primer lugar, se requiere una acción política que acometa los déficits educativos desde planteamientos puramente didácticos, con intervención no solo sobre los alumnos, sino también sobre el profesorado. En segundo lugar, es importante una actividad cultural específica. En España aún no vivimos la lectura con un sentido de bienestar, de poder cultural, una inercia que es preciso modificar para obtener beneficios sociales sobre la lectoescritura. Por último, la familia es necesaria: debe modificar sus costumbres si queremos tener en el futuro niños lectores.

¿Qué pautas metodológicas se pueden mejorar?

Hay dos cuestiones fundamentales, ambas relacionadas con el ámbito docente. Por una parte, es preciso reforzar la formación del profesorado, inicial y permanente. Es necesario que conozca la problemática que puede registrarse en el mundo de la lectoescritura, pero también ha de contar con una competencia profesional adecuada para seleccionar metodologías didácticas oportunas y aplicarlas con la convicción y la seguridad que se espera de esa profesionalidad. Se requiere una actuación específica con los maestros, que genere ambientes y contextos culturizados, donde se aprecie y se valore la importancia y la necesidad de leer, de formarse, de convivir imaginativa y literariamente.

¿Es el profesorado consciente del problema lector de sus alumnos?

“El estamento docente está muy concienciado con la problemática lectora”

El contacto directo que tengo con el profesorado en ámbitos de formación permanente me demuestra que el estamento docente está muy concienciado con esta problemática. No debe resultar extraño, pues lo vive en primera persona, son los profesionales que “sufren” de forma más directa la ineptitud o la carencia de sensibilidad social con la lectura. Por eso, quieren cambiar la inercia. No obstante, a mi pesar, descubro que gran parte de estos maestros se muestra incapacitado para modificar el estatus actual del problema.

¿Cómo debe desarrollarse una didáctica lectora eficiente en el aula?

Si el verdadero objetivo de la lectura es la comprensión del texto, es necesario que en la enseñanza prime esta competencia del lector. La didáctica lectora debe ser una comunicación personal del sujeto con el autor para intercambiar un enorme potencial imaginativo, el que ambos son capaces de proyectar sobre un texto escrito. Esto se traduce después en actividades, ejercicios y aplicaciones cotidianas que conforman un currículo específico, graduado a lo largo de la escolaridad obligatoria. Es algo tan sencillo como “saborear” la comunicación lingüística. Al entrar en el aula, debe “respirarse” el sentido literario que en ella se viva, en sus paredes, en su contexto y en sus protagonistas.

Usted afirma que el profesorado se aferra a métodos tradicionales.

“El profesorado aplica una metodología lectoescritora que reproduce lo que se hizo con ellos mismos”

Mientras que en el aula se responda a la instrucción de “lee este párrafo” con un sencillo ejercicio de fonetización sonora, no vamos a ninguna parte. La cultura didáctica que tienen los profesores en nuestro país les lleva a aplicar una metodología lectoescritora que reproduce lo que se hizo con ellos mismos. Esto no puede funcionar, es necesario educar a niños del siglo veintiuno, con necesidades y oportunidades muy diferentes a las que vivieron sus docentes.

¿Es una consecuencia de la formación pedagógica del maestro?

El verdadero problema de la formación docente es desconocer el procedimiento psico-fisiológico-emocial del proceso lector que viven sus discípulos. Tenemos profesores que, aunque odian la lectura y no son lectores, son capaces de trabajar problemas de animación lectora con sus alumnos. ¿Pueden alcanzar el éxito? Es evidente que no. Si a esto le añadimos la deficiente formación pedagógica, tenemos un cóctel nada sugerente.

¿Son sinónimos “más lector” y “buen lector”?

Hay una relación directa entre ambos factores. No olvidemos que la lectura es una destreza y, como tal, se perfecciona con su aplicación. Pero lleva un plus, el de la vivencia personal e imaginativa del sujeto, que genera una auténtica dependencia en quien tiene el placer de conocerla. Solo los lectores sabemos lo que engancha un buen libro.

¿Qué protagonismo se le debe dar a las características particulares de cada alumno en la lectura?

“No hay dos lectores iguales. Ante un mismo texto, cada lector lo interpreta de modo diferente”

Todo el protagonismo. La lectura es un ejercicio íntimo y personal. El lector construye imaginativamente el contenido en su cerebro, fruto de los recursos -conocimientos y experiencias previas- con que adorna su mente. No hay dos lectores iguales. Ante un mismo texto, cada lector lo interpreta de modo diferente. Este mismo sentido debe tener la lectura en el aula. Debe ser algo personal, lejos de toda tipificación, con claros matices diferenciadores propios del interés y la interpretación que cada niño quiera dar al mensaje del texto.

Reconoce que la literatura infantil y juvenil es fundamental para despertar el interés por la lectura en los niños.

Sí y, por eso, los docentes deben leer más literatura infantil, conocer autores, sus obras, los personajes, sus historias, e integrarlas de algún modo en su actividad pedagógica. Se entiende que la literatura infantil y juvenil debe ser obligada para los profesionales que la usen. Eso es profesionalidad.

¿Puede recomendar algunas pautas para integrar estos materiales en el aula?

Una muy sencilla: tomar un libro infantil, leerlo y compartirlo con los alumnos. La lectura es “vivencia” y solo de un modo personalizado es posible transmitir lo que uno lleva dentro. Los niños preguntarán, el maestro les responderá y rápidamente se materializará la magia de la “vivencia” literaria, que se transformará de modo inmediato en recreación.

¿Qué papel juega el entorno familiar y la actitud de los progenitores en la consecución de un buen hábito lector en los alumnos?

“En la escuela es fácil detectar cuándo un niño vive en un hogar literariamente activo”

Es importante que los escolares vean a sus padres leer, que participen de su vivencia personal y que compartan juntos la cultura literaria. El hogar debe ser una prolongación del aula. En la escuela es fácil detectar cuándo un niño vive en un hogar literariamente activo -en el que se preocupan por compartir sus lecturas- y se les conoce, porque son mejores lectores y mejores alumnos. En este sentido, daría un consejo fácil y cómodo para los padres: leer todas las noches con sus hijos a la hora de acostarlos. Este es el mejor momento, el más “mágico”.

Usted ha acuñado el concepto “la lectura en el regazo”. ¿Puede definirlo?

Hace referencia a la proximidad que el adulto consigue generar cuando acerca a un niño a su regazo y comparte con él un libro, una lectura. Empapa esa lectura con el aroma del cariño, la proximidad y la exclusividad de su particularidad. Lo leen juntos y lo hacen con una complicidad que al pequeño le resulta mágica. Tanto es así, que siempre lo recordará, nunca se olvida y, en ocasiones, hasta se añora.

¿Cuál es el mejor momento para iniciarla?

“Con la debida expresividad de la voz, es posible generar un contexto comunicativo del niño con el libro”

Cuanto antes mejor. En el momento que el bebé sea capaz de focalizar su mirada, tenemos oportunidad de compartir ya “lecturas de regazo”. Resulta impresionante escuchar a los padres que nos cuentan su experiencia con los bebés de poco más de año y medio o dos años. A través de las imágenes y con la debida expresividad de la voz, es posible generar un contexto comunicativo del niño con el libro. Una vez iniciado, es muy importante que se le dé continuidad y se aplique de modo frecuente. Si le añadimos la magia de la noche, en el momento de acostarse, conseguimos que afecto, imaginación y experiencia se conciten en un acto compartido, pero único y singular.

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