La salud del corazón

Expertos reclaman una revisión del enfoque terapéutico inmediato del infarto de miocardio
Por Jordi Montaner 20 de diciembre de 2006

Más de 15.000 cardiólogos de todo el mundo aconsejan evitar el estrés, consumir pescado al menos dos veces por semana y bailar con regularidad para ahuyentar los malos espíritus del infarto, al tiempo que las proyecciones estadísticas advierten de lo peor: en el 2011, cada día cumplirán 65 años 200.000 personas, y más de la mitad lo hará con un compromiso cardiovascular grave. El coste económico y social que se derivaría de semejante situación asusta, pero las autoridades prefieren esconder la cabeza bajo tierra.

«Cómo sacar a un elefante de un 600» vendría a ser el titulo de la conferencia que el presidente de la American Heart Association (AHA), Raymond J. Gibbons, pronunció en la conferencia inaugural del congreso, repleta de datos epidemiológicos mundiales que pusieron en un brete a todos los asistentes. «Urge actuar, y debemos empezar por educar a la población sobre algo que ni médicos ni autoridades sanitarias estamos preparados para acometer».

En clave patria, el presidente de los cardiólogos estadounidenses reconoció que hasta un 50% de los infartados del país reciben tratamiento demasiado tarde, fuera de los tiempos estimados óptimos en las guías terapéuticas, con las graves consecuencias que se derivan de esta circunstancia en términos de morbimortalidad. La noticia ha abierto un debate en todo EEUU y se pronostica una revolución en cuanto al enfoque terapéutico inmediato a un infarto de miocardio en todos los centros nacionales.

Lectura española

Para Luis Pulpón, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, «lo bueno de este país es que la sociedad civil tiene un poder de reacción impresionante en temas sensibles, y es más fácil que las medidas poblacionales acaben por surgir efecto». En España, el problema es distinto. Sólo un 20% de los pacientes infartados consulta dentro de la primera hora crucial postinfarto de miocardio. «Lamentablemente, un 40% muere en esa primera hora y no llega ni al hospital; pero también resulta lamentable que pacientes con un segundo infarto sigan en la inopia en el momento de padecer su crisis. «Estamos fallando a la hora de educar a la población sobre la naturaleza de los infartos y las medidas a tomar de inmediato».

Sólo un 20% de los pacientes infartados consulta dentro de la primera hora crucial postinfarto de miocardio

Pulpón añade que en las zonas rurales de nuestras latitudes, en las que trasladar al paciente infartado a un hospital en menos de una hora puede no ser tarea fácil, todavía se hace más urgente aprender a intervenir a tiempo.«La gente del campo sabe muy bien qué hay que hacer ante la inminencia de una tormenta, y es hora que aprenda también qué hacer ante un dolor de pecho de naturaleza coronaria». Alrededor de 1.200 cardiólogos españoles han asistido del 10 al 15 de noviembre al encuentro de la AHA, habiendo concursado 321 trabajos en el programa científico de la reunión; un programa, dicho sea de paso, sin demasiadas novedades y con la retórica de siempre. Un buen control de los lípidos, lograr niveles adecuados de presión arterial, seguir una dieta apropiada, realizar ejercicio, evitar el tabaco y otros agentes tóxicos, así como cumplir con el tratamiento recomendado, siguen siendo las claves para reducir la morbimortalidad asociada a las enfermedades cardiovasculares.

La nota alegre la puso el investigador italiano Romualdo Balardinelli (Universidad Politécnica de Ancona) aportando los datos de un estudio con 110 pacientes con historia de infarto de miocardio e insuficiencia cardiaca en quienes un régimen de sesiones de baile resultó prevenir significativamente mejor que el ejercicio moderado o la gimnasia el riesgo de nuevos episodios. El especialista italiano comparó arteriografías de adictos a la gimnasia y al baile, y demostró que estos últimos tenían unos vasos en mejor estado.

Pescado sí, suplementos menos

La conveniencia o no de consumir pescado para reforzar la prevención cardiovascular fue centro de debate en el congreso de la AHA, a raíz de la controversia levantada por la detección de niveles alarmantes de metil-mercurio y otros agentes cancerígenos en especies de pescado de consumo habitual. Sin desdén a la alarma suscitada, los cardiólogos demostraron que el consumo regular de por lo menos dos raciones de pescado a la semana favorece la prevención de enfermedad coronaria, que consumir distintas especies es mejor que abonarse al pescado azul, que es preferible evitar las especies de vida media larga o perfil de predación alto (tiburones, peces espada o caballas) y que la modalidad de cocción a la sal, al horno o hervida es siempre mejor que freír.

La nota negativa vino de la mano de estudios que, como el WAFACS (Women’s Antioxidant and Folic Acid Cardiovascular Study), desmienten que una suplementación de ácido fólico más vitamina B6 y vitamina B12 puedan prevenir con su acción antioxidante la enfermedad coronaria. Pulpón matiza que «tomar suplementos de ácidos grasos omega-3 y vitaminas sin variar apenas nuestros hábitos de vida (ejercicio físico y alimentación) no sirve de nada». Añade que en el consumo de pescado se encierran beneficios superiores a la regulación del colesterol y que en el consumo de frutas y verduras hay un potencial superior al meramente vitamínico o antioxidante.

MUJER, PEOR PRONÓSTICO

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Un estudio con 900 pacientes que habían experimentado con anterioridad un infarto de miocardio permitió al equipo de Lynne A. Jensen (Lexington, Kentucky) demostrar que el pronóstico postinfarto sí hace distinción de género. El estudio, presentado en el transcurso de la reunión científica de la AHA en Chicago, partió de la premisa de que prácticamente todas las personas que han padecido un infarto de miocardio desarrollan síntomas de ansiedad, aunque esa ansiedad no tiene un efecto tan deletéreo en los hombres como en las mujeres. Las mujeres presentan mayor ansiedad que los hombres, y las guías médicas establecen que la ansiedad en el postinfarto más reciente es un marcador de riesgo para reinfarto agudo.

Los autores quisieron, por tanto, investigar qué diferencia a hombres y mujeres en las horas inmediatas al infarto de miocardio, todavía en el hospital. Para ello, seleccionaron a un nutrido grupo de pacientes de EEUU, Corea del Sur, Japón, Australia y Reino Unido. Emplearon la subescala de ansiedad BSI (Brief Symptom Inventory) para catalogar las ansiedades detectadas en hombres y mujeres, mediante un cuestionario de seis preguntas y dentro de las 72 horas inmediatas al episodio coronario. Hallaron que la ansiedad es un marcador de complicaciones tanto en hombres como en mujeres, pero ratificaron que las mujeres tenían un pronóstico peor por el simple hecho de experimentar más ansiedad y con independencia del modelo asistencial, la raza o la cultura de que se trate.

El estudio también halló una asociación entre mayor ansiedad y hábito tabáquico, y certificó que la administración conjunta de ansiolíticos y trombolíticos puede disminuir significativamente las complicaciones intrahospitalarias de los pacientes recientemente infartados. Jensen conminó a los profesionales de la salud a distinguir entre la situación pronóstica de las pacientes y los pacientes. También animó a ensayar con estudios terapéuticos de mayor tamaño el efecto de los tratamientos ansiolíticos sobre la morbimortalidad de pacientes postinfartados.

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