La EPOC se globaliza

Expertos debaten sobre la situación de la enfermedad pulmonar crónica, una patología que el 90% de los fumadores acaba desarrollando
Por Jordi Montaner 7 de marzo de 2007

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es, junto al cáncer de pulmón y la enfermedad coronaria, el principal precio en salud que deben pagar los fumadores por su adicción. Mientras que en Europa y Estados Unidos las campañas anti-tabaco han logrado reducir los índices de tabaquismo, en el Tercer Mundo las cifras han ido en aumento. Recientemente, expertos reunidos en Roma han advertido de una epidemia de EPOC mundial en ciernes. A esta amenaza se suma el progresivo envejecimiento de la población, que favorece la existencia de enfermos que sufren más de una patología crónica al mismo tiempo.

ImgImagen: Float

Auspiciado por la European Respiratory Society (ERS, en sus siglas inglesas) tuvo lugar hace escasas semanas en Roma un encuentro internacional de neumólogos para debatir la situación de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en el mundo. Leo Fabbri, de la Universidad de Módena, en Italia, recordó que prácticamente el 90% de los llamados grandes fumadores acaba desarrollando EPOC. Se trata de una enfermedad terriblemente incapacitante y con una elevada comorbilidad relacionada con procesos cardiacos, oncológicos y metabólicos. Por otra parte, las noticias que llegan de países tan poblados como China, India, Nigeria o Méjico confirman que cada vez hay más fumadores, personas que fuman más y antes, tanto hombres como mujeres.

La alarma de Fabbri en la reunión de Módena no se limitaba a la EPOC. En el mismo encuentro propuso una reunión de expertos titulado La complejidad de los pacientes con múltiples enfermedades crónicas, con intención pluridisciplinaria que, a fin de ganar en concreción y resultados, acabó tomando la forma de un encuentro excepcional de neumólogos centrado en la EPOC.

Se da por sentado, al decir de los epidemiólogos, que en los próximos cincuenta años el cada vez mayor envejecimiento de la población se saldará con multitud de individuos aquejados de varias enfermedades crónicas a la vez, que consumirán cada ve más recursos sanitarios y desorbitarán los presupuestos de salud. Hoy se sabe que cada año fallecen 35 millones de personas por una o por varias enfermedades crónicas padecidas al mismo tiempo; del cáncer a la aterosclerosis, pasando por la diabetes o las enfermedades respiratorias. Lo peor es que la mitad de las personas con más de 65 años sufre ya al menos tres de estas enfermedades crónicas a la vez.

Crónica de una comorbilidad anunciada

Cada año fallecen 35 millones de personas por una o por varias enfermedades crónicas padecidas al mismo tiempo

«Lo peor para nuestros pacientes con EPOC es que no sólo van a padecer esa enfermedad, sino que tendrán que vérselas con otros síndromes graves al mismo tiempo», suscribe Fabbri. El neumólogo, según este especialista italiano, ya no puede acometer la EPOC de forma aislada, sino que debe tomar parte en decisiones multidisciplinarias en las que también se deja sentir la opinión del cardiólogo, el geriatra o el médico de atención primaria.

Por su parte, Klaus Rabe, de la Universidad de Leiden (Holanda), acusó que «mientras los ensayos clínicos concluyen que un 20% de los pacientes con insuficiencia cardiaca acaba desarrollando EPOC, estudios poblacionales nos permiten averiguar que el porcentaje puede ser, en realidad, mucho mayor».

El denominador inflamatorio

Filippo Crea, de la Universidad Católica de Roma, sostiene que buena parte de las enfermedades crónicas que acechan en la tercera edad tienen un denominador común: el proceso inflamatorio. Desde las enfermedades cardiovasculares a la misma EPOC, pasando por los reumatismos, la patología intestinal y los síndromes neurológicos, la fisiopatología de todos estos trastornos arranca de un común denominador: la irrupción en el torrente sanguíneo de péptidos proinflamatorios que desencadenan una cascada de reacciones y marcan el debut de una enfermedad. «No deja de ser curioso que todas esas enfermedades crónicas se caractericen por una inflamación entre leve y moderada que se mantiene de forma permanente y brotes agudos también inflamatorios».

Peter J. Barnes (Reino Unido) se muestra de acuerdo con esta visión de Crea. De ahí que abogue porque las estrategias terapéuticas en las demás enfermedades crónicas de componente inflamatorio, «como ya es el caso con la EPOC», saquen partido de los fármacos anti-inflamatorios o de repercusión antiinflamatoria. Para sorpresa de propios y extraños, Barnes señaló en la citada reunión haber comprobado cómo fármacos muy propios de las enfermedades cardiovasculares, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o las estatinas, e incluso los tratamientos antidiabéticos, benefician a pacientes con EPOC independientemente de la comorbilidad detectada o el enfoque respiratorio contemplado.

PROGRESIVA Y CASI IRREVERSIBLE

En la práctica clínica se identifica a la EPOC por la constatación de una obstrucción crónica y progresiva de las vías aéreas. Su evolución es lenta y los síntomas aparecen de forma tardía. La disminución del flujo aéreo que causa puede ser parcialmente reversible y puede mejorar algo con el tratamiento, pero en la mayoría de los casos jamás se recupera la capacidad perdida. Los neumólogos distinguen esta obstrucción de otras propias de enfermedades como las bronquiectasias, fibrosis quística, obstrucción de las vías aéreas superiores, abscesos pulmonares, tuberculosis o asma, aunque los síntomas clínicos puedan ser similares.

La EPOC no es sólo una noción diagnóstica, los pacientes acaban cargando en sus pulmones el peso de una bronquitis crónica y de un enfisema. Muchos pacientes presentan características clínicas de los dos procesos a la vez. La bronquitis crónica se caracteriza por una tos productiva (con expectoración) crónica o recurrente, detectable por un mínimo de tres meses al año en al menos dos años consecutivos y que no obedece a otras causas conocidas. El enfisema se caracteriza por la existencia de un agrandamiento permanente de los espacios aéreos distales a los bronquiolos terminales y por una destrucción de la pared alveolar sin fibrosis manifiesta. Debido a ello el pulmón pierde su elasticidad.

El consumo de tabaco, que es la causa principal de la enfermedad, actúa por medio de un estrés oxidativo como respuesta del pulmón a la agresión del humo inhalado. Dicho estrés altera el equilibrio de enzimas y activa la respuesta inflamatoria. En la EPOC también se producen cambios estructurales en los vasos pulmonares, como un engrosamiento en la capa íntima de las arterias musculares e infiltración de la pared vascular. Estas lesiones pueden observarse en las fases iniciales de la enfermedad y se asocian a una pérdida de la capacidad del endotelio, que recubre el interior de todos los vasos sanguíneos.

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