Aluminosis en edificios

El uso de cemento aluminoso en la construcción de los edificios puede provocar el hundimiento de un inmueble
Por Blanca Álvarez Barco 20 de junio de 2005

La aluminosis es una grave patología de los edificios que tiene su origen en el uso de un hormigón que incluye entre sus componentes el cemento aluminoso. Este cemento, de rápido endurecimiento y alta resistencia inicial, tiene unos cincuenta años de vida útil pero es fácilmente alterable. Los cambios se traducen especialmente en un aumento de la porosidad que origina la falta de resistencia mecánica de los forjados, y puede ocasionar el hundimiento del edificio, por lo que es necesario su apuntalamiento inmediato y la rehabilitación del mismo. Este cemento fue muy utilizado en toda Europa a partir de los años 50 porque permitía construir con mucha rapidez, pero su uso está prohibido en la actualidad.

Problemas derivados del cemento aluminoso

La aluminosis es un problema derivado del tipo de cemento que se comenzó a utilizar a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta, época en que se empleó masivamente el cemento aluminoso en la elaboración del hormigón. Este componente se utilizó porque poseía dos propiedades que, según indica María Leal, Arquitecto Técnico en Sevilla, permitían obtener una rápida fabricación y la inmediata colocación en obra de otros elementos: un endurecimiento muy rápido y una alta resistencia inicial.

Problemas derivados del cemento aluminoso

El problema de este cemento aluminoso que fragua tan rápidamente es que resulta poco protector frente a la corrosión. Además, como explica Carlos Sánchez, arquitecto de la Agencia de Vivienda de la Junta de Extremadura, es fácilmente alterable y en su interior se producen complejos procesos químicos que provocan un cambio de su forma y estructura. “Esto tiene como consecuencia el cambio de sus propiedades, entre las que se encuentra el aumento de su porosidad, con una reducción de su volumen de hasta un 40%, incidiendo así en la resistencia mecánica del hormigón que puede llegar a reducirse hasta en un 75%. Al quedar mermadas sus propiedades, el hormigón es más vulnerable a las variaciones de temperatura y humedad, por lo que el problema se agudiza en los edificios situados en zonas costeras, donde se acelera el proceso de corrosión de las armaduras. Porque se trata de un problema que afecta fundamentalmente a las armaduras y no a los elementos estructurales, como los pilares y las vigas.

Los problemas derivados del uso de hormigón que contenía cemento aluminoso se conocieron en España a raíz del hundimiento de un edificio en la calle Cadi de Barcelona, en el año 1990, suceso en el que pereció una vecina sepultada bajo los escombros. El colapso del edificio se produjo como consecuencia de la pérdida de resistencia de las viguetas, que habían sido fabricadas con cemento aluminoso. “En España se calcula que existen aproximadamente 300.000 viviendas afectadas por esta patología y en muchas de las cuales aún no se ha realizado ningún tipo de intervención”, señala Leal.

El proceso

Cuando un edificio presenta los forjados afectados por aluminosis debe ser apuntalado con carácter de urgencia, ya que su derrumbamiento es imprevisible. Pero hasta llegar al colapso, las patologías aluminosas sufren una evolución en la que intervienen numerosos factores, como explica Carlos Sánchez:

  • Proceso de producción: Son decisivos la calidad del cemento, la relación agua-cemento empleada y los cuidados en el secado del hormigón.
  • Las condiciones climatológicas en la que se haya empleado el cemento, que repercutirán gravemente en su proceso de conversión. Los estudios realizados en los años setenta revelaron que los ambientes marinos, con una elevada humedad relativa, facilitan el proceso de corrosión de las armaduras. Así, un estudio llevado a cabo por la Universidad Complutense reveló que en Madrid la proporción de viviendas afectadas era ínfima, debido en gran parte a su clima seco.
  • La calidad general de la construcción.
  • Las condiciones del mantenimiento de los inmuebles en los que se empleó este tipo de cemento.

Cuando un edificio padece aluminosis, las zonas más frecuentes donde se suele dar la conversión del cemento son los cuartos de baño y cocinas, cubiertas, forjados sanitarios sin ventilación, bodegas, depósitos, invernaderos y lagares. En España, los daños se han observado generalmente en las viguetas y semiviguetas pretensadas para los forjados.

El proceso

Pero el de España no es un caso único; entre los años sesenta y setenta muchas obras públicas realizadas en otros países presentaron colapsos tras el uso de cemento aluminoso en su construcción. En 1943, tras observarse varios desperfectos en las obras públicas francesas, la circular Schwartz prohibió el empleo de cemento aluminoso salvo previa autorización. A partir de los años 60, en Baviera se prohibió también el uso de este cemento.

En España, teniendo en cuenta estos antecedentes, desde los años cincuenta el Instituto Eduardo Torroja realizó importantes investigaciones sobre la evolución de los componentes del cemento aluminoso. A la vista de las investigaciones, los técnicos tomaron conciencia de la gravedad del problema y en 1977 la Norma sobre la Fabricación de Hormigón Precomprimido EP-77 prohibió el uso de este cemento para la fabricación de las viguetas. Desde entonces, continuaron buscándose soluciones para erradicar esta patología, ¿pero cuándo se tomó realmente conciencia de la necesidad de buscar soluciones?

Las soluciones

Hasta la década de los 90, momento en el que hubo que rehabilitar numerosos edificios, no se tomó conciencia de la seriedad del problema. Entonces se hizo patente la necesidad de ofrecer respuestas a los cada vez más ciudadanos afectados por las patologías de sus inmuebles. Y, de este modo, se redactó la siguiente legislación al respecto:

  • Decretos 204/1991 de 16 de septiembre, y el 76/1992 de 2 de marzo, para llevar a cabo un programa de rehabilitación y conservación del parque de viviendas y promover y desarrollar medidas de asesoramiento, investigación y apoyo a la conservación y rehabilitación de las viviendas.
  • Ley 24/1991, publicada el 15 de enero de 1992 dio una respuesta eficaz a los edificios de nueva construcción, ya que se estableció un aspecto fundamental para la consolidación del mantenimiento del parque edificado: la obligatoriedad del Libro del Edificio para todos los edificios levantados después del 7 de abril de 1993.
  • Ley 38/1999 de 5 de noviembre, Ley de ordenación de la edificación, que entiende como un todo la construcción y el mantenimiento de lo ya construido, un proceso en el que están implicados todos los agentes que participan en el proceso.

Las soluciones

La aluminosis ha logrado, según explica María Leal, convertirse “en un revulsivo para conseguir la regulación del proceso de construcción y promover la cultura de mantenimiento del parque inmobiliario”.

Pero, además de medidas legislativas, es necesario ejecutar medidas técnicas que deben ponerse en práctica cuando el edificio “comienza a chirriar”, pues siempre presenta detalles que presagian lo que puede suceder, como explica Carlos Sánchez. Por este motivo, cuando existen sospechas de que un edificio pueda padecer esta grave patología, lo más conveniente es realizar un Test de Aluminosis que comprende el historial del edificio, un croquis y una descripción del aspecto general y de los forjados en particular, y una toma de muestras. Tras realizar el primer test, si se confirma la presencia de cemento aluminoso, se estudia de manera más detallada el grado de transformación que ha sufrido el hormigón. Con los resultados obtenidos se calcula la pérdida de seguridad del edificio así como su vida residual. Llegados a este punto surge un dilema difícil de resolver, tal y como expresa la aparejadora: ¿qué es mejor, reparar el edificio o demolerlo?

La respuesta no es fácil, sobre todo teniendo en cuenta que “los costos de una reparación de estas características son generalmente muy elevados”. Pero cuando se opta por la reparación de los forjados se puede proceder a sustituir los elementos del forjado dañado, que es una operación muy traumática y que puede requerir del desalojo de la vivienda durante el proceso de reparación; o a la sustitución funcional de los elementos del forjado, que consiste en implantar otro elemento que realice las funciones de los forjados que se encontraban dañados.

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