La vida personal y profesional de Paco Costas está ligada al mundo del automóvil. Ya desde pequeño despuntó como aprendiz de mecánico y repitió en las pistas como piloto aficionado. Nunca ha negado su pasión por la Fórmula 1, que ha seguido durante 25 años para diversos medios de comunicación. Asegura que le gusta la velocidad, “pero respetando las normas”, y tiene en su vitrina el primer premio mundial a la prevención de accidentes, otorgado por el Gobierno de Filipinas a la serie de televisión ‘La Segunda Oportunidad’, de la que prepara una segunda parte. Periodista de profesión, tiene su propia página web y dirige la Escuela de Conducción y Seguridad de CEA, donde enseña educación vial y aporta su experiencia para mejorar la seguridad en la carretera. “Una buena parte de la juventud se nos va de una forma absolutamente dramática”, lamenta.
Por supuesto, siempre miro hacia el futuro y, como el motor es un tema que me apasiona y al que he dedicado toda mi vida, aún me quedan proyectos y cosas por hacer. Ahora mi mayor empeño está en sacar adelante una nueva versión de la serie de televisión ‘La segunda oportunidad’, que se llamará ‘La otra oportunidad’. Además, en el campo de la seguridad creo que hay que fomentar la educación vial entre los conductores, empezando por la propia educación infantil de respeto a los demás y de respeto a las normas
“En la seguridad creo que hay que fomentar la educación vial entre los conductores, empezando por la propia educación infantil de respeto a los demás y a las normas”En definitiva, la seguridad vial vista desde el conjunto de la sociedad, de los conductores y de los peatones, a los que se debe informar desde los poderes públicos y la educación en general.
Ahora el país está inmerso en una serie de confrontaciones políticas que ocupan muchas páginas en los medios. Pero a los fabricantes de automóviles, en algunas ocasiones, no les hace gracia que se descubran ciertas cosas respecto a la seguridad vial. En cuanto les toca algo que les afecta, enseguida ponen el grito en el cielo, así que los medios no dedican espacios importantes a la seguridad vial y eso es un error tremendo porque cuesta vidas, y una buena parte de la juventud se nos va de una forma absolutamente dramática.
Claro que sí, lo que pasa es que las autoescuelas no pueden enseñar a nadie en 20 horas y se mueven dentro de los confines que les marca la Dirección General de Tráfico. Por otra parte, son negocios en los que la finalidad última es el lucro, es decir, se mueven dentro de unos límites económicos. Si la economía y la Dirección General de Tráfico les permitieran extenderse más en la enseñanza, seguramente lo harían. Es más, esa complementación de la conducción debería ser, al menos en parte, soportada económicamente por los poderes públicos, por el Estado, que recauda del automóvil muchísimos impuestos.
Es cierto, al principio los jóvenes salen con cierto temor a la carretera, pero luego creen que empiezan a dominar y es ahí donde se produce el mayor riego. Los mismo sucede en la circulación de dos ruedas, que trae una gran cantidad de desgracias y para la que, al menos, ahora se están tomando medidas con el fin de que las lesiones no sean tan graves.
Yo creo que sí, lo que ocurre es que ponerle coto a eso no es una tarea fácil. La seguridad requiere inversiones grandes de dinero, es una cosa cara, porque al hablar de seguridad tenemos que hablar de infraestructuras, señalización, educación, control policial y, sobre todo, divulgación de los peligros que entraña el trafico rodado.
“La seguridad requiere grandes inversiones de dinero”Es importante que la gente sea consciente de que manejar una máquina que pesa más de una tonelada y se desplaza a más de 100 kilómetros por hora en tráfico denso es un riesgo latente. Pero todos estos factores comportan inversiones muy grandes.
No hay que equivocarse, por supuesto que es una auténtica imprudencia atender el teléfono móvil mientras se conduce, pero no es sólo el teléfono. Los propios fabricantes de automóviles incorporan informaciones digitales y aparatos como el GPS, y eso es un error tremendo, hasta los fabricantes saben que se están equivocando. Conducir requiere una concentración absoluta y cualquier cosa que distraiga al conductor de esa concentración le impide en un momento determinado reaccionar acorde con una situación inesperada. Los GPS, los teléfonos móviles, cargar la disquetera con el vehículo en marcha, volver la cabeza hacia el acompañante… Todo lo que nos distraiga de la atención necesaria para conducir es un peligro latente y causa de accidente grave casi siempre.
En absoluto, se está comprobando que más del 80% de las causas de accidente suelen ser errores de conducción por exceso de confianza o por ignorancia. Conducir no es complicado, pero hay que tener conocimiento básico sobre cómo esquivar una situación de riesgo. Incluso la gente ordenada y disciplinada se equivoca en un momento determinado porque no sabe reaccionar.
El tema de la potencia es una auténtica vergüenza, hasta la publicidad incita a correr. Pero hay que tener en cuenta que el fabricante no hace más que atender los deseos del comprador, que lo que quiere es potencia y velocidad. Respecto a los avances tecnológicos, indudablemente, la electrónica ha facilitado que se perdone mucho al conductor sus errores, pero la gente tiene que pensar siempre que hay unas leyes, una física, según la cual, por muchas prestaciones que le pongamos al coche, hay que respetar los límites de velocidad porque si no se produce un accidente. La gente quiere sacarse el carné de conducir rápido, que le cueste lo menos posible y comprarse el mejor coche. Pero cuando eso ocurre, por una parte, el vendedor no esta instruido para informarle del funcionamiento de todas las prestaciones del coche y, por otra, el comprador no tiene interés, lo que quiere es subirse al coche y salir corriendo. Los coches de ahora son como esas cámaras japonesas que se venden con un manual que no lo entienden ni los japoneses
“Los coches de ahora son como esas cámaras japonesas que se venden con un manual que no lo entienden ni los japoneses”
Eso es muy importante, cuando nos sentamos al volante estamos en el puesto de mando y, por lo tanto, tenemos que estar integrados en el asiento. Por eso, si no nos colocamos de una forma conveniente y no nos movemos en la misma dirección en que se mueve el coche, sintiendo a través del volante el contacto de los neumáticos con el asfalto, es que estamos desencajados, fuera de sitio. Lo mismo que si hay que hacer una maniobra y llevamos el brazo fuera de la ventanilla, porque mientras tomamos la decisión de volver al volante, se produce el accidente. Conducir bien sentado no es sentarse como en la butaca del salón, hay que ir integrado en el asiento porque el vehículo está en permanente movimiento.
Que sean conscientes de que un simple estornudo en un momento determinado y a cierta velocidad puede ser causa de despiste y de accidente, porque hace cerrar los ojos y convulsiona un poco. Aparte de ser un trastorno físico que altera el estado psicofísico.
La conducción ecológica y la seguridad vial van por caminos diferentes: la ecología quiere limitar la contaminación del ambiente y la seguridad reducir los accidentes. Pero las dos son necesarias.