Retos actuales de la acuicultura

Mejorar la calidad y la seguridad de los productos procedentes de granjas marinas constituye uno de los principales desafíos comunitarios
Por Marta Chavarrías 13 de octubre de 2008
Img piscifactoria

La acuicultura desempeña un papel fundamental en la obtención de pescado y marisco destinado al consumo humano. La creciente actividad de este sector en los últimos años, no sólo en el ámbito comunitario sino internacional, ha ido paralela a la aparición de nuevos problemas y nuevos planteamientos de producción. Desde la UE, las autoridades en esta materia se plantean ahora cuáles son los principales retos que se han de abordar en los próximos años, y destacan como primordiales la seguridad y la calidad, sin perder de vista otras cuestiones como el bienestar animal.

El consumo de pescado en todo el mundo se situaba, en el año 2006, en más de 110 millones de toneladas, de las que 51,7 procedían de la acuicultura, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Si este aumento continúa, como así vaticinan todas las previsiones, según las cuales para 2050 la producción global acuícola necesitará alcanzar los 80 millones de toneladas, la pesca tradicional, ya muy agotada, no llegará a cubrir toda la demanda. De ahí la importancia de dotar de los recursos necesarios al sector de la acuicultura, que se ha expandido en todo el mundo, especialmente en países con un claro avance de la tecnología en este campo como China, Japón, Italia, España o Francia.

Desafíos a corto plazo

La calidad de los productos acuícolas depende de aspectos como la genética, la alimentación y las condiciones del agua
Actualmente la acuicultura está considerada como uno de los sectores de mayor crecimiento dentro de la producción alimentaria en todo el mundo. De hecho, y según datos de la UE, representa hoy por hoy casi una quinta parte del volumen de la producción mundial de pescado y marisco. Si bien se trata de una parcela de la producción en la que confluyen sectores de distinta índole, desde grandes empresas hasta pequeños productores, el objetivo es común a todos: que la cría (especialmente de truchas, mejillones, salmones y ostras, aunque también otras especies como la lubina o el rodaballo), se adecue a las exigencias en cuanto a seguridad y calidad de los alimentos se refiere.

Esta necesidad obliga a que se cumplan todos los requisitos higiénico-sanitarios, como el control y análisis del pescado y aplicar un sistema de trazabilidad completo. Si uno de los objetivos de la acuicultura es aumentar la producción, en ambientes controlados y bajo condiciones determinadas de ventas, es necesario que la cría se realice en condiciones ambientales y sanitarias adecuadas. Pese a que ya son varios los años que se trabaja en este campo, aún quedan por perfeccionar los conocimientos biológicos, genéticos y reproductivos de la «cría controlada» de peces.

Una de las mayores dificultades es conseguir una óptima calidad, que no sólo depende de un factor porque confluyen distintos agentes: genética, resistencia a enfermedades, alimentación, temperatura del agua, nivel de oxígeno requerido o luminosidad son algunas de las principales consideraciones que deben tenerse en cuenta. A todos estos aspectos intrínsecos se le añade otro externo, que es el del medio ambiente. Cualquier paso en falso puede alterar especies animales y vegetales próximas y, de alguna manera, distorsionar el equilibrio ecológico. Teniendo en cuenta que se trata de un producto muy valorado desde el punto de vista sanitario y gastronómico, puesto que se trata de un alimento rico en vitaminas A y B, yodo, hierro, calcio o potasio, lo que convierte al pescado en el preferido para la prevención de ciertas enfermedades, es necesario que se continúe investigando en el potencial de nuevas especies, como el pulpo y el bacalao.

En España

Países como España, Grecia, Noruega y Reino Unido son algunos a los que se les atribuye un papel destacado en el aumento de la producción acuícola en los próximos años, a la que también ayudará la exportación de países como Asia y África. De hecho, y según datos de la UE, durante el año 2003 este mercado tuvo que importar el 60% de los productos pesqueros que consumió.

Uno de los mercados destacados es el español, que sólo en 2007 superó las 285.270 toneladas, según datos de la Junta Nacional Asesora de Cultivos Marinos (JACUMAR), la mayoría de las cuales corresponden a moluscos, especialmente mejillón. A esta especie le siguen la dorada, lubina y rodaballo. Uno de los cultivos más destacados es el del mejillón en las rías gallegas que, según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, sitúa España como el segundo país productor en todo el mundo, por detrás de China.

ALGUNAS AMENAZAS

ImgImagen: Repairman

La producción acuícola es una práctica muy vulnerable a los cambios en el medio ambiente porque de las condiciones que se den en el medio marino depende la efectividad de la pesca. Conocer cuáles son estos posibles efectos ahora y en un futuro es el objetivo del proyecto europeo “Marine Ecosystem Evolution in Changing Environment” (MEECE), coordinado por el centro de investigación británico Plymouth Marine Laboratory (PML) y del que forman parte 21 centros de investigación marina y universidades europeas, entre los que se encuentra el Centro de Investigación Marina y Alimentaria de AZTI-Tecnalia.

Contaminación, clima, invasión de especies exóticas o acidificación de los océanos son algunas de las circunstancias que se verán afectadas por el cambio climático, aseguran los expertos. Según un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), por ejemplo, una de las especies que están en riesgo en España es el mejillón, ya que el cambio climático, aseguran, “hará aumentar las mareas rojas, que afectan a este molusco” en las Rías Baixas, donde se han visto reducidos los días de viento. Esta reducción se traduce, aseguran los expertos, en un aumento de microalgas tóxicas en las aguas, lo que impide que se puedan extraer los mejillones ya que se trata de un “animal filtrador”, es decir, que “depura” el agua y se alimenta de lo que contiene.

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