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Cuánta cafeína consumen los adolescentes y de dónde procede
La cafeína es un compuesto químico presente de forma natural en vegetales como el cacao, el café o las hojas de té. También se puede fabricar y añadirse a productos como pasteles, helados, dulces, bebidas, suplementos alimenticios, medicamentos y cosméticos.
Según datos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicados en 2015, los menores de entre 3 y 10 años toman cafeína a través del chocolate (incluidas las bebidas de cacao), el té y las bebidas de cola. Ingieren en torno a 0,2-2,0 mg por kilo de peso corporal (mg/kg pc).
En el caso de los adolescentes, las cifras varían entre países, aunque el chocolate constituye la principal aportación de cafeína en su dieta, seguido por el café, las bebidas de cola y el té. Además, curiosamente, toman menos que los menores de 10 años: 0,4-1,4 mg/kg pc.
Sin embargo, en ese informe no se nombra a las bebidas energéticas, conocidas por sus altas cantidades de cafeína, y de las que la EFSA hizo este informe en 2013 donde se refleja su predilección entre los más jóvenes. Así, en nuestro país las consumen el 47,7 % de los estudiantes entre 14 y 18 años y el 37,7 % de los chavales entre 12 y 13 años, según la encuesta ESTUDES (2023).
Qué efectos produce la cafeína en los adolescentes
Cuando tomamos cafeína por vía oral, el cuerpo humano la absorbe rápida y completamente. Sus efectos pueden comenzar desde 15 hasta 30 minutos tras la ingestión y duran unas horas. Estimula el cerebro y sistema nervioso de los adolescentes, y en dosis moderadas aumenta su estado de alerta y disminuye su somnolencia, y sienten que les da energía y les ayuda a concentrarse.

En cambio, un exceso de cafeína puede afectar a su estado de ánimo (inquietud y nerviosismo), descanso (dificultad para conciliar el sueño) y rendimiento escolar (problemas de concentración), además de otros efectos como malestar estomacal, dolor de cabeza, aceleración del ritmo cardíaco e incremento de la tensión arterial.
Asimismo, como se señala en este informe de la Encuesta Nacional de Salud Infantil del Hospital C.S. Mott (EE. UU.) sobre el consumo de cafeína en adolescentes, está el peligro de que puede crear dependencia en este colectivo. Además, añade, “el efecto disminuye con el tiempo, lo que requiere que la persona beba más para obtener el mismo impacto, lo que aumenta el riesgo de efectos secundarios negativos”.
¿Qué cantidad de cafeína es segura para los adolescentes?
No existen estudios de consumo de cafeína en niños, niñas y adolescentes. Aun así, la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda que los menores de 12 años eviten la cafeína y los adolescentes limiten su consumo a 100 mg al día (una taza de café).
En España, la Asociación Española de Pediatría (AEP) no lo aconseja en la edad pediátrica (12-14 años). Y a nivel europeo, el límite teórico en dosis única e ingesta diaria está fijado en 3 mg por kilo de peso corporal. “Las dosis únicas de cafeína que se considera que no tienen efectos perjudiciales para los adultos también se pueden aplicar a los niños, ya que el ritmo al que los niños y adolescentes procesan la cafeína es, como mínimo, el mismo que el de los adultos, y los estudios disponibles sobre los efectos agudos de la cafeína en la ansiedad y el comportamiento de los niños y adolescentes confirman este nivel”, aclara la EFSA.
Pero ya hay voces que, con la polémica regularización de las bebidas energéticas, reclaman un nuevo informe de esta autoridad europea sobre la cafeína que contemple los posibles efectos perjudiciales y regule su uso en toda la población, y especialmente en niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, por ahora, las iniciativas no están teniendo éxito.
Para qué toman cafeína los adolescentes
Los adolescentes, como se apuntaba en la encuesta estadounidense, toman cafeína para mantenerse despiertos durante el día, llevar mejor la hora temprana de entrada al colegio o instituto, o ayudarse con el estudio o la concentración. También puede que algunos se atrevan a utilizar esta sustancia con el fin de mejorar el rendimiento físico en el ámbito deportivo.
No en vano, existen en el mercado suplementos deportivos de cafeína en forma de gel, pastillas, gominolas (gummies) o en polvo, cuya cantidad de este compuesto varía entre los 80, 100 o 200 mg. Pero muchos de estos productos ya incluyen en las advertencias de su etiquetado que no están recomendados para niños ni mujeres embarazadas o lactantes o personas sensibles a la cafeína. De hecho, para que tenga efecto, es necesario consumirla en dosis de 3 a 6 mg/kg de masa corporal, como indica la Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva (ISSN), una cantidad superior al límite aconsejado para estas edades.
Nuevas modas de consumir cafeína y sus riesgos para los adolescentes

Precisamente en mensajes como esos (para no dormirse en clase, rendir más en los exámenes, destacar en el entrenamiento en el gimnasio, no cansarse al ir de fiesta o jugar más horas a videojuegos) se apoyan dos tendencias en consumo de cafeína libre de azúcares que se promocionan por las redes sociales, ese lugar donde el 70 % de los adolescentes pasan más de cuatro horas al día.
👉 Cafeína por vía nasal
Una de estas modas virales ya la denunció Facua hace justo un año. Se venden —en Internet y en establecimientos físicos— como una alternativa más rápida a las bebidas energéticas, y encima sin azúcar. Son productos de cafeína que se comercializan en un formato que recomienda su ingesta por vía nasal; es decir, que consiste en esnifar cafeína en polvo, como otra conocida droga ilegal.
De ahí que la organización de consumidores reclamara el desarrollo de una normativa que regule el acceso de los menores de edad a productos con elevadas cantidades de cafeína ante los riesgos que suponen, como ya piden también los pediatras con respecto a las bebidas energéticas. Y en el caso de inhalar cafeína por la nariz no son pocos, como indican los expertos en adicciones: taquicardia, temblores, insomnio, ansiedad… además de irritación en las vías respiratorias, daños en la mucosa nasal y sangrados.
👉 Bolsitas de cafeína
La otra tendencia viral llega desde Estados Unidos. Se basa en poner entre la encía y el labio superior una bolsita de cafeína, al estilo de las bolsitas de nicotina o nicotine pouches (también conocidas como snus blanco), con el objetivo de conseguir una absorción rápida y discreta que otorga una energía instantánea.
Similares en formato a pequeñas bolsitas de té e idénticas a las de nicotina, estas bolsitas energéticas sin azúcar ni calorías se presentan en concentraciones de cafeína que van de los 50 a los 225 mg, pasando por una amplia variedad. Para tener una idea de estos valores, mira aquí la cantidad de cafeína que hay en los alimentos y bebidas que toman nuestros hijos.
Estas bolsitas de cafeína se promocionan a través de Internet o en las mismas redes sociales para, en principio, ser utilizadas por mayores de 18 años. Se venden en cajas metálicas redondas, como si fuesen envases de caramelos, que contienen unas 15 unidades por unos 5 euros según la marca y, además, lucen de distintos sabores (menta, fresa, limón, cereza…), como ocurre con los vapers. Es decir: son como chuches “invisibles” que ofrecen un efecto casi inmediato.
De nuevo, los expertos advierten de los peligros que implica en los más jóvenes consumir cafeína de este modo. Y es que lo que a un adulto puede ocasionarle solo nerviosismo, a un menor puede provocarle palpitaciones, arritmias, ansiedad, convulsiones e, incluso en casos extremos, la muerte. Además, estas bolsitas pueden irritarles las encías, como pasa con el snus blanco. Y, por supuesto, tampoco es descabellado lo que alertan algunos especialistas: las bolsitas de cafeína pueden ser la puerta de entrada al consumo de las bolsitas de nicotina.