10 consejos para alimentar sin tensiones a bebés y niños pequeños

Con algunas sugerencias muy sencillas, la hora de comer no tiene por qué ser una batalla con los niños
Por Carlos Casabona Monterde 2 de mayo de 2018

Pantallas de móvil, dibujos animados, avioncitos con comida… Pasada la polémica que hubo en las redes sociales por los aparatos especiales que distraen a los bebés para que coman “bien” (es decir, más cantidad y más deprisa), una pregunta sobrevuela los pensamientos de muchos padres y madres: “Muy bien, no lo entretenemos. Y entonces, ¿qué? ¿Cómo hacemos para alimentar a nuestro peque sin que el momento de comer se convierta en una batalla?”. El siguiente artículo responde a esta inquietud. A continuación, se ofrecen 10 consejos prácticos para que alimentar a los bebés y niños pequeños sea algo relajante, alegre y una oportunidad para compartir tiempo con ellos, mientras adquieren experiencias agradables y comen de modo saludable.

1. Lactancia materna más allá del año de vida

Se debe procurar que el bebé tome pecho todo el tiempo que sea posible, pues la lactancia materna es el alimento por excelencia de la especie humana. Y no solo durante los primeros meses: esta leche alimenta de manera óptima durante varios años, algo que sigue siendo difícil de aceptar en nuestra sociedad. Muchos piensan que, pasado el primer año de vida, la leche materna es agüilla o que no es aceptable el hecho de que un niño de 3-4 años siga mamando (sea en público o en privado). Existe una presión social -un entorno hostil- para que una madre siga dando el pecho a los hijos que superan los dos años de vida. En este artículo de Alba Lactancia Materna se puede encontrar abundante información sobre la lactancia materna prolongada.

2. Método Baby Led Weaning

No hay familia que no conozca en la actualidad el método Baby Led Weaning (BLW) o Aprendo a Comer Solo (ACS), que hemos tratado ampliamente en este artículo, aquí y en este otro reportaje. En resumen, se trata de dejar al bebé, que ya tiene un adecuado desarrollo psicomotor, que coja con sus manitas alimentos blandos sin peligro y experimente el goce de poder comerlos por sí mismo. El uso habitual de papillas o potitos industriales no es recomendable, ya que con frecuencia llevan azúcares añadidos o la textura es tan fina que no ayudan al niño a la hora de aprender a masticar y reconocer sabores por estar ultratriturados y muy mezclados los ingredientes.

3. Todos comemos lo mismo

No hace falta preparar comida diferente para la familia y para el bebé o niño. De este modo, se ahorra tiempo y se gana salud, pues se estará obligado a elegir alimentos saludables y cocinar sin sal ni pastillas «de caldo». Si luego en el plato algún adulto desea más condimentos, siempre tiene la oportunidad de incorporarlos, aunque es preferible usar más hierbas aromáticas y especias que sal.

4. Y comemos en familia

Derivada del punto anterior surge la recomendación de comer en familia. Así, el pequeño comprobará que lo natural, lo normal, es comer lo que hay en la mesa y verifica que sus seres más queridos comen lo mismo que él (solo encontrará diferencia, tal vez, en el tamaño y consistencia de algunos alimentos). En más de una ocasión, oímos en la consulta que el bebé prefiere lo que toman los padres (alarga la mano hacia sus platos) que la papilla ultratriturada, teóricamente elaborada y diseñada para ellos, con montones de cereales y vitaminas, que le están «empujando» con cuchara y distracciones diversas.

5. Comer con la mano… ¿por qué no?

Permitir tocar y manipular la comida, aunque ya no sea un bebé, puede ayudar a que encuentre más placer en comer. Agarrar con la mano un atractivo y doradito muslo de pollo, para comerlo a mordiscos, o coger macarrones con las manos tiene mucho más atractivo sensorial que comerlos ya troceados y con tenedor. La hora de adquirir hábitos sociales en la mesa puede aplazarse.

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Imagen: oksun70

6. Ofrecer raciones adecuadas a su edad y tamaño

Muchas niñas y niños de dos o tres años pesan, de media, unos 12-14 kg y pueden comer a temporadas igual o menos que un bebé de ocho meses que tiene un ritmo de crecimiento más elevado. Por eso, la edad no siempre marca la cantidad y es mejor ofrecer porciones adecuadas a su costumbre (todas las familias conocen cuál es el «ritmo» de sus hijos) que suele ser menos cantidad de la que se les pone. Pueden repetir en el caso de que den muestras inequívocas de tener más hambre. Un plato con «poca» comida agobia menos a un niño que un platazo repleto. A veces, la cantidad de alimento a ofrecer no coincide con lo que de verdad necesita el niño, porque los padres tienden a sobreestimar sus necesidades.

7. Comida bonita, pero sin pasarse

El argumento de presentar de manera colorida y atractiva la comida en el plato es recurrente cuando se aborda este tema, aunque tampoco se trata de hacer cada día serpientes con los macarrones o representar cuadros de Miró con los guisantes, pimientos y trocitos de pollo. El hambre, sus preferencias y nuestro ejemplo son los factores que provocarán que lo ofertado en el plato sea consumido con gusto.

8. Opciones sí, pero no hace falta un bufet libre

Aunque no se debe obligar a comer, tampoco hay que montar un bufet libre con 20 posibilidades cada día. En su lugar, se podría servir una humilde carta tipo «menú del día» con 2 o 3 opciones para que el niño escoja, sabiendo que todas han sido alguna vez de su agrado. Si se decide poner algo nuevo y lo rechaza, es conveniente esperar unas semanas antes de volver a ofrecérselo. Quizás haya que presentárselo varias veces en el futuro, antes de calificar a ese plato o alimento como de nulo interés para él.

9. No picar entre horas ni meter prisa

No picar entre horas es la mejor forma de llegar a las dos comidas principales (mediodía y cena), con ganas de atacar el plato ofrecido. En muchos casos, cada dos o tres horas, a los pequeños se les anima a comer algo o se sustituye la comida por leche u otro lácteo. El exceso de leche en muchos menores desplaza, pasado el año de vida, otros alimentos de elevado interés nutricional. En cuanto al tiempo dedicado a la comida, conviene no meter prisa ni tampoco estar una o dos horas con el plato delante del niño, aunque sea en actitud «pacífica» y «paciente».

10. El ejemplo, siempre el ejemplo

La mejor y única manera de educar, tanto en la mesa como en la vida, es con el ejemplo. Si los familiares comen, de forma regular y normal, alimentos saludables cada día y no hay en casa productos insanos, ni se miran pantallas a todas horas, los pequeños acabarán a medio y largo plazo imitando lo que ven. De ahí la importancia de que en los comedores escolares y en las casas de familiares y amigos también reinen las mismas costumbres.

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