A mi hijo no le gusta la leche

La leche y sus derivados son alimentos básicos en la alimentación de niños y adolescentes
Por EROSKI Consumer 14 de octubre de 2004

Es frecuente que en gran parte de las casas, la hora de las comidas sea un momento de tensiones y problemas como consecuencia del rechazo que los más pequeños sienten frente a determinados alimentos. En algunos casos, la leche es la protagonista de estos conflictos, por lo que resulta útil saber tanto cómo conseguir que los niños la tomen, como cuáles son los alimentos que poseen unas propiedades nutricionales similares a ésta, para ofrecérselos y así poder suplir la falta de leche en la dieta.

Las propiedades de la leche

La leche posee importantes nutrientes para el correcto crecimiento de niños y adolescentes. Es bien sabido que la leche es una fuente importante de calcio, un mineral que entre otras funciones, participa en la formación de huesos y dientes. La leche además contiene otros minerales como fósforo y diferentes vitaminas entre las que se encuentra la vitamina D, que favorece la absorción de calcio. También es buena fuente de proteínas, nutrientes cuya función principal es la de contribuir a la formación de diferentes tejidos, como por ejemplo huesos y músculos.

Otra opción, los derivados lácteos

Los derivados lácteos son alimentos elaborados a partir de la leche y que en mayor o menor medida, comparten las propiedades y composición nutricional de la misma. Dentro de este grupo de alimentos se encuentran los yogures, la cuajada, los petit suisses o el queso. Todos estos alimentos son al igual que la leche, buena fuente de proteínas de alto valor biológico, además de poseer también cantidades importantes de calcio. Si bien conviene tener en cuenta, que en el caso de los quesos, el contenido graso puede variar de forma importante, por lo que conviene no abusar del consumo de las variantes más grasas, como es el caso de los quesos curados.

Para combinar adecuadamente estos alimentos, conviene saber que un vaso de leche equivale a dos yogures, a una cuajada, a dos petit suisses, a unos 40 g de queso magro o a 80 g si el queso es tipo burgos.

Diferentes soluciones

En algunos casos puede ocurrir que el niño se niegue también a consumir derivados lácteos, o bien es posible que los padres además de ofrecer estos alimentos quieran que su hijo también consuma leche. En este caso existen diferentes opciones con las que se puede conseguir que los más pequeños tomen este saludable alimento.

Una de las soluciones más empleadas es la de añadir a la leche cacao soluble, para conseguir cambiar tanto el color de la leche como su sabor, haciendo que los niños se animen a tomarla. Otro modo de modificar el color y sabor de la leche es añadiendo cereales, galletas en trocitos o incluso miga de pan.

Una buena idea es preparar para la hora de la merienda, batidos caseros a base de leche a los que se les pueden añadir diferentes frutas y si se desea también yogur. De este modo la merienda consta de una buena cantidad de leche y fruta, por lo que además de sabrosa, resulta sana y equilibrada.

Si estas posibles soluciones no dan resultado, puede ser útil añadir leche a los purés, a las cremas, así como utilizar una cantidad de leche extra a la hora de elaborar bechamel para preparar por ejemplo verduras o croquetas, y aprovechar de este modo la gran aceptación que los más pequeños tienen por estos alimentos, para conseguir aumentar la cantidad de leche presente en su dieta.

Es importante recordar que cuando un niño se niega a comer, o a tomar algún alimento en concreto, no conviene presionarle si no ofrecerle los alimentos de forma distendida, sin imposiciones fuertes y por supuesto sin perder los nervios ni gritar.

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