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¿Qué es la alergia a la carne?
Las alergias alimentarias suceden cuando el sistema inmunológico identifica erróneamente ciertos componentes de los alimentos como una amenaza, reaccionando de forma exagerada. Los desencadenantes más comunes son las proteínas presentes en mariscos, en legumbres como los cacahuetes, en los frutos secos, el pescado, los huevos, la leche de vaca y en cereales como el trigo.
Aunque poco frecuente, la alergia a la carne también existe. Según el Comité de Alimentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), “los antígenos frecuentemente implicados en este tipo de alergia son unas proteínas llamadas albúminas que producen reacciones inmediatas tras la toma de carnes. En estos casos, el paciente presenta anticuerpos IgE específicos, que reaccionan ante los alérgenos presentes en uno o varios tipos de carne”.
Además, en los últimos años se ha identificado otra variante de esta alergia, vinculada al alfa-gal, un azúcar presente en mamíferos no primates. En lugar de desencadenar una reacción inmediata como las proteínas, el alfa-gal provoca síntomas tardíos y habitualmente sistémicos, apareciendo horas después de la ingestión de carne.

¿Qué tipos de carne provocan más alergias?
Las alergias a la carne son más frecuentes con las carnes de mamíferos herbívoros, especialmente la ternera, mientras que la alergia a la carne de aves es poco común. Según la SEAIC, en muchos casos los pacientes presentan reactividad cruzada, lo que significa que pueden desarrollar alergia a varias carnes. Sin embargo, también es posible ser monoalérgico, es decir, reaccionar únicamente ante un tipo específico de carne.
Desde el Comité de Alimentos de la SEAIC precisan que las albúminas séricas son proteínas presentes en la carne, pero también en otros tejidos y secreciones (epitelio, leche, saliva, orina, etc.), y que su similitud entre especies puede facilitar la aparición de alergias a diferentes tipos de carne. Además, advierten que la albúmina y las inmunoglobulinas bovinas están presentes tanto en la carne de vacuno como en la leche, “aunque en esta son alérgenos minoritarios, y solo en un pequeño porcentaje de pacientes puede producir reacciones a leche de vaca”.
¿Cómo identificar la alergia a la carne?
La alergia a la carne no tiene síntomas exclusivos que la diferencien con claridad de otras alergias alimentarias. En general, las reacciones ocurren poco después de ingerir el alimento y pueden afectar a distintas partes del cuerpo con intensidad variable. En cambio, cuando la alergia es provocada por el alfa-gal, los síntomas suelen manifestarse entre tres y seis horas después de la ingesta.
La respuesta alérgica puede limitarse a un solo órgano o involucrar a varios sistemas. Entre los síntomas más comunes se encuentran los siguientes:
- Síndrome de alergia oral: picor en la boca y faringe.
- Reacciones cutáneas: picor, enrojecimiento, urticaria o edema.
- Síntomas digestivos: náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea.
- Manifestaciones respiratorias: rinoconjuntivitis, dificultad para respirar, cambios en la voz, ruidos respiratorios audibles, tos.
- Afectación cardiovascular: palpitaciones, mareo, hipotensión, colapso.

Diagnóstico y prevalencia de la alergia a la carne
Para diagnosticar la alergia a la carne es fundamental realizar una historia clínica detallada y un estudio alergológico. Este proceso incluye pruebas cutáneas (prick test) o la determinación de IgE específica en suero, enfocadas en las carnes y albúminas de los animales implicados. En la SEAIC precisan que estos exámenes “permiten al alergólogo identificar el alérgeno responsable de la alergia, y así poder finalmente dar unas recomendaciones de dieta y tratamiento adecuadas”.
La alergia a la carne puede manifestarse en cualquier etapa de la vida. Entre los pacientes con alergia alimentaria, su prevalencia varía entre un 3 % y 15 % en niños y alrededor de un 3 % en adultos. Habitualmente se considera permanente.
Tratamiento para la alergia de la carne
Aunque en algunas alergias alimentarias se puede recurrir a la inducción de tolerancia oral o desensibilización, en el caso de la carne estas estrategias son excepcionales y no forman parte de la práctica clínica habitual. Por ello, los pacientes deben ser precavidos y estar preparados ante posibles reacciones.
Conviene llevar medicación de rescate en caso de reacción, que puede incluir antihistamínicos, corticoides orales y broncodilatadores para las vías respiratorias altas. En situaciones de mayor riesgo o antecedentes de anafilaxia, el uso de adrenalina autoinyectable es también esencial.
La prevención juega un papel fundamental: quienes padecen esta alergia deben evitar estrictamente el consumo de carne, preguntar siempre al comer fuera de casa y revisar con atención los etiquetados. “Hay que tener en cuenta que la carne no forma parte del grupo de alérgenos de declaración obligatoria en los etiquetados, lo que puede dificultar esta tarea a los pacientes”, concluyen los expertos del Comité de Alimentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.