Comer fuera de casa, elecciones menos saludables

Un reciente estudio desvela que comer fuera del hogar no aumenta la obesidad, pero sí condiciona el tipo de alimentos y nutrientes que se escogen
Por Maite Zudaire 3 de septiembre de 2014
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Comer fuera de casa no incide en la obesidad; al menos, no de manera significativa. Así lo apunta un grupo de investigadores liderado por la nutricionista Ilana Nogueira Bezerra, que publicó un reciente artículo en Public Health Nutrition. Sin embargo, los mismos científicos señalan que las personas que consumen alimentos fuera de su domicilio toman menos proteínas y más grasas totales, grasas saturadas y azúcares libres. Estas observaciones coinciden con otros estudios, en los que se detalla que los alimentos ingeridos fuera del hogar tienen baja cantidad de nutrientes pero son muy calóricos. En el siguiente artículo se repasan los resultados y las recomendaciones de los autores de dicha investigación.

Un estudio sobre elecciones alimentarias

La nutricionista Ilana Nogueira lideró un grupo formado por científicos de la Universidad de Fortaleza y de la Universidad de Río de Janeiro, ambas de Brasil. El equipo, integrado por Eliseu Verly Junior, Rosangela Alves Pereira y Rosely Sichieri, investigó los hábitos alimentarios de adultos en zonas urbanas del país sudamericano. El objetivo del estudio fue determinar si comer fuera de casa tiene un efecto negativo sobre el índice saludable de masa corporal y la ingesta correcta de nutrientes. Además de documentar los resultados, su intención fue pautar hábitos de mejora.

La primera afirmación de los investigadores en el Public Health Nutrition fue que no existen diferencias significativas que conduzcan al aumento de peso entre quienes se alimentan en casa y quienes lo tienen que hacer fuera del hogar. Según sus datos, comer fuera no influye entre la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre hombres, aunque en mujeres se percibe un pequeño aumento en el grado de sobrepeso.

El estudio investigó a casi 14.000 adultos que viven en zonas urbanas de Brasil y comen fuera de casa, no como un acto de ocio, sino en el desarrollo de su vida normal. Se registraron todos los alimentos y bebidas consumidas durante 24 horas, la cantidad ingerida y el lugar donde se obtuvieron los alimentos. Todo lo que se obtuvo y se comió o bebió fuera del domicilio, aunque se tratara de un alimento o bebida adquirido no como pieza única sino como parte de la compra doméstica, se consideró ajeno al hogar.

¿Qué comemos fuera de casa?

El 43% de estas personas consumió a lo largo del día alimentos no domésticos, y en este porcentaje, la principal fuente de energía provino de las comidas fuera de casa. Aunque el periodo analizado fue breve, la amplitud de la muestra pudo evidenciar los hábitos y especular con sus consecuencias. Si bien comer fuera del domicilio se asocia con frecuencia al aumento de peso, el estudio no confirmó la relación directa pero sí señaló que en el cómputo total se tiende a una mayor ingesta de alimentos ricos en energía (calorías) cuando no se come en el hogar.

Los grupos de alimentos más recurrentes sin importar el lugar de consumo fueron los esperados para tratarse de Brasil: arroz, frijoles y otras legumbres. No obstante, si bien estos están presentes tanto en casa como fuera, las bebidas alcohólicas y los aperitivos fritos y horneados, la pizza y los bocadillos aparecen de una manera muy destacada en entornos ajenos al hogar.

La ingesta inadecuada de calcio fue detectada tanto en hombres como en mujeres, en casa o fuera, al igual que el magnesio y la vitamina A. Y el exceso de sodio se evidenció en ambos sexos, algo que también sucede en España, donde se toma el doble de sal de la recomendada. Entre las mujeres destacó la falta de vitaminas D y E. Los hombres presentaron un consumo promedio mayor que las mujeres de la mayoría de los grupos de alimentos, con la excepción de los vegetales, las frutas y las sopas. Sin embargo, se descubrió que son ellas quienes corren con mayor riesgo a una ingesta inadecuada de nutrientes: escogen alimentos menos sanos.

En definitiva, se registró que las personas que toman alimentos fuera del hogar tenían menor consumo de proteína y mayor ingesta de grasas totales, grasas saturadas y azúcares libres. Este dato coincide con un estudio realizado en el Reino Unido, que mostró que los alimentos consumidos fuera de casa tienen baja densidad de nutrientes (proteínas, calcio, hierro y vitamina A), mientras que son ricos en grasa y azúcar en comparación con alimentos ingeridos en el domicilio.

Aprender a elegir mejores alimentos

La principal y categórica conclusión que se desprendió del estudio, difundido por las más prestigiosas revistas científicas de todo el mundo, fue un llamamiento a las autoridades responsables de la salud pública: hay que implementar programas para ayudar a las personas a escoger alimentos más saludables fuera de casa. Ahí radica la importancia de la investigación: en las medidas de educación y prevención de la obesidad que propone.

Es evidente que comer fuera es cada vez más habitual, ya sea una elección por ocio o sea una obligación por el modelo de vida actual. De hecho, el estudio brasileño indica que casi el 50% de la población opta por la alimentación ajena al hogar. Asimismo, destaca los factores que influyen en la elección del lugar para la comida, los tipos de alimentos consumidos según el momento del día y la ubicación. Los especialistas inciden en que para poder seguir ciertas recomendaciones nutricionales es imprescindible conocerlas. Por ello, solicitan que los programas se centren en ofrecer pautas concretas para ayudar a elegir alimentos y formas de cocinar saludables.

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