Día Mundial de la Alimentación: cómo hacer que una dieta sana sea tu forma de vida

En el Día Mundial de la Alimentación, la FAO nos da la receta para llevar una dieta saludable, sostenible y respetuosa con el medio ambiente
Por EROSKI Consumer 16 de octubre de 2019
Hortalizas vegetales especias
Imagen: sansoja

El Día Mundial de la Alimentación cumple hoy 40 años. La jornada hace foco en los problemas alimentarios globales e impulsa iniciativas para hacer frente al hambre, la malnutrición y la pobreza. Desde que se celebró por primera vez, en 1979, este día ha colocado en la agenda asuntos clave como el desarrollo del medio rural, el papel de las mujeres en la agricultura, la importancia del agua en la seguridad alimentaria, el cuidado del medio ambiente o la sostenibilidad. Hoy, en su 40 aniversario, nos ofrece una receta especial y un amplio menú con buenos consejos. Te lo contamos en este artículo.

¿Existe la receta para una vida saludable? Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), sí, y está compuesta por ingredientes muy concretos. Unos ingredientes que no solo son beneficiosos para la salud de las personas sino que también contribuyen al cuidado del medio ambiente y fortalecen un modelo económico que se pueda sostener a largo plazo. De hecho, lo que plantea esta institución entronca con uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): el Hambre Cero.

La propuesta de la FAO es ambiciosa: que todas las personas tengan acceso a la alimentación saludable y hagan de ella en una forma de vida.

A tenor de los datos actuales de sobrepeso, obesidad, desnutrición, pobreza y devastación de los entornos naturales, parece imposible. Pero no lo es. Atención a estos consejos.

Paso 1: reconocer los alimentos más saludables

  • Apuesta por lo vegetal. Comer legumbres y frutos secos, así como frutas y verduras frescas y de temporada es siempre una buena opción. Estos alimentos deben tener una presencia destacada en nuestra dieta a lo largo de toda la semana. Las legumbres, además, «son una gran fuente de proteínas de origen vegetal, pueden ser más baratas que las proteínas animales y también son más respetuosas con el medio ambiente».
  • Limita los almidones refinados, las grasas malas, los azúcares y la sal; es decir, de los productos industriales ultraprocesados y bebidas azucaradas. También hay que «evitar las cantidades excesivas de carne y otros productos de origen animal».
  • Cuando se trata de pastas, arroces, harinas o panes, son mejores los integrales que sus versiones refinadas.
  • Escoge bien las grasas. Es importante evitar las grasas trans (presentes en diversos alimentos industriales), limitar las grasas saturadas (que se encuentran en alimentos como la mantequilla o las carnes rojas) y escoger las grasas insaturadas (que se hallan en el aceite de oliva o de girasol, el pescado o los frutos secos).
  • Descubre qué se recomienda en el país donde vives. La FAO recuerda que muchos países ofrecen guías alimentarias oficiales: el listado completo y las recomendaciones para España.

Paso 2: elegir bien (para ti y para el planeta)

  • Reduce tu huella de carbono y tu huella hídrica. Un alimento puede ser saludable, pero si hay que traerlo de la otra punta del mundo para que lo podamos disfrutar, o su producción requiere de un gasto de agua elevado, dejará huella en el medio ambiente. Si podemos elegir, es importante tener en cuenta el impacto ambiental de lo que comemos. Y, en la medida de lo posible, evitar la compra de alimentos que tengan cantidades excesivas de embalaje.
  • Escoge alimentos locales, tradicionales y de temporada. Esto, además de tener un menor impacto medioambiental, favorecerá seguir una dieta variada y enriquecerá nuestro recetario.
  • Pescado sí, pero no cualquiera. Mejor la pesca tradicional y la cría sostenible que las técnicas de arrastre. Mejor elegir ejemplares de las especies más abundantes que de aquellas cuyas poblaciones están muy reducidas. Hay certificaciones que garantizan la calidad y sostenibilidad de estos alimentos.
  • Conservar mejor, tirar menos. El despilfarro de comida es uno de los grandes problemas. Aprender a almacenar bien los alimentos puede ayudar a mantenerlos en buen estado y consumirlos antes de que se echen a perder. Tanto en la despensa como en la nevera, coloca los productos más antiguos al frente y los nuevos en la parte posterior. Usa recipientes herméticos y cierra bien los paquetes para preservar el contenido.

Paso 3: tomar buenas decisiones de vida

Hambre cero

Imagen: FAO

Tan importante como elegir alimentos saludables y sostenibles es desarrollar un estilo de vida que vaya en consonancia. ¿Qué recomienda la FAO para lograrlo?

  • Cocinar más en casa y comer en compañía. Preparar nuestros platos con ingredientes que tengan un buen perfil nutricional es útil para apreciar los alimentos, escoger los que más se ajusten a nuestras necesidades, desarrollar nuestras habilidades gastronómicas y tener un mayor control sobre lo que comemos. Además, comer en compañía se relaciona con tasas más bajas de obesidad y menor incidencia de trastornos de la alimentación en los jóvenes.
  • Aprender a leer las etiquetas. Este es uno de los grandes temas del momento. Las etiquetas de los productos envasados contienen mucha información y sirven para determinar cuán nutritivos o saludables son. Pero para ello es necesario encontrar los datos y, sobre todo, saber interpretarlos.
  • Pedir mejores opciones de comida. En el trabajo, en los colegios, en las máquinas de vending, en los medios de transporte y sus terminales… Siempre que tengamos la posibilidad, deberíamos solicitar que haya alternativas saludables.
  • Hacer más ejercicio. Al menos, media hora al día. Y recordando que esto es un mínimo. El ejercicio físico se puede realizar practicando algún deporte, pero también en los desplazamientos diarios al trabajo, en el mismo centro laboral o en el hogar. Los niños y los jóvenes deben dedicar al menos 60 minutos a la actividad física cada día, a través del juego, deportes, desplazamientos o la educación física.
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