Dieta para la gastroenteritis, ¿qué aconsejan los expertos?

La costumbre de limitar durante unos días nuestras comidas a alimentos como arroz, zanahoria, pollo o pescado hervido y manzana carece de evidencia científica que demuestre su efectividad
Por Nacho Meneses 24 de junio de 2019
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Imagen: dragana.stock@gmail.com

Padecer una gastroenteritis (inflamación del estómago o del tracto intestinal) hace que, durante unos días, debamos tener un especial cuidado con nuestra alimentación. Con independencia de lo que la haya causado, hacer caso al médico y usar el sentido común se antoja fundamental: no hace falta ayuno, pero sí mantener una dieta saludable lejos de los productos en exceso grasos, los alimentos procesados o las comidas copiosas. Sin más. «No hay evidencia científica de que una estricta dieta astringente tenga una mayor efectividad» en el tratamiento de esta patología, sostiene Carlos Casabona, pediatra especializado en alimentación. «Y siempre respetando el apetito del niño», en el caso de un menor. Así que atento a los síntomas de la gastroenteritis, para ver qué es lo más recomendable según el caso, y también a las pautas para prevenirla. Lo contamos a continuación.

La dieta que se deberá seguir dependerá en gran medida de la sintomatología. Entre los síntomas más comunes de la gastroenteritis, tenemos la diarrea, los vómitos, el dolor de cabeza y abdominal, la fiebre y la deshidratación, que es la principal complicación que se observa: labios agrietados, lengua seca, ausencia (o menor frecuencia) de orina e incluso ojos hundidos. «Si se producen diarrea o vómitos, estamos ante una falta de hidratación ante la cual es necesario mantenerse hidratado, bien a través de suero oral (comprado en farmacia) o de la ingesta de agua, en pequeñas cantidades pero de manera sostenida a lo largo del tiempo», explica Juan Revenga, dietista-nutricionista. Eso facilitará que el cuerpo la asimile de la forma más adecuada. Y, sobre todo, descartar remedios caseros con bebidas como Aquarius (rebajado o no), sobre todo «por la cantidad de azúcar que contiene. Para hidratar no hace falta azucarar», añade. Si no hay diarrea, la dieta astringente no tiene una mayor justificación.

La seguridad alimentaria, clave contra la gastroenteritis

Los expertos coinciden en señalar los factores relacionados con la seguridad alimentaria como fundamentales al prevenir la aparición de una gastroenteritis. Para ello, es necesario que «tanto padres como hijos se laven bien las manos antes de comer; especialmente ahora en verano, si están en la playa y han estado jugando en la arena. Y luego, asegurarse de que los alimentos que consumimos han estado apropiadamente refrigerados«, cuenta Casabona. Es importante además prevenir la contaminación cruzada, empleando utensilios distintos para cada alimento o lavándolos bien antes de pasar de uno a otro, tanto con cuchillos como con tablas de cortar, sobre todo si son de madera.

Los mecanismos de transmisión, simplifica Casabona, se resumen en una palabra: DAME, un acrónimo que significa «Dedos, Alimentos, Moscas y Excretas (sobre todo por no lavarnos las manos después de ir al baño o de cambiarle el pañal a un niño, lo que puede hacer que restos fecales acaben en la comida); puede venir provocada por alimentos en mal estado; y también ser transmitida por moscas que se han posado en deposiciones y que luego van a la comida».

¿Gastroenteritis de origen vírico o bacteriológico?

Las causas más frecuentes de la gastroenteritis son las infecciones, ya sea por virus o por bacterias. Los menores, en especial los lactantes, son más sensibles a las infecciones por rotavirus causadas al entrar en contacto, de forma oral, con las heces del infectado. Son más comunes en invierno, debido a la menor ventilación y a un mayor riesgo de transmisión de persona a persona, ya que el virus puede sobrevivir en las manos durante horas y en las sábanas o la ropa durante varios días. También puede ser por enterovirus (relacionado con el tracto digestivo), rinovirus o norovirus. En verano, la mala conservación de los alimentos hace que aumenten los casos provocados por bacterias como Salmonella o Campylobacter.

Con calor y frío, mayor prevalencia

En la mayoría de los casos, los síntomas de gastroenteritis desaparecen por sí solos al cabo de dos o tres días, sin que sea necesaria la administración de medicinas específicas. Sin embargo, en casos de gastroenteritis aguda, puede ser necesaria la hospitalización: según un estudio reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona, entre 1997 y 2013 se produjeron en España una media de 44 ingresos hospitalarios cada día.

Los autores de esta investigación concluyeron a su vez que el clima desempeña un papel relevante en el desarrollo de esta inflamación, ya que el número de hospitalizaciones crece un 7 % cuando la temperatura es baja (alrededor de 6 ºC) y hasta un 21 % cuando es alta (26 ºC de media), mientras que, por el contrario, el riesgo de gastroenteritis se reduce un 26 % en días lluviosos. Las temperaturas elevadas aumentan la cantidad de hospitalizaciones transmitidas por alimentos, un dato que para Xavier Basagaña, coordinador del estudio, se debe «a que el calor favorece el crecimiento de las bacterias en la comida».

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