Dieta blanda para niños, mucho más que arroz y pescado al vapor
Para mitigar problemas gástricos, o ayudar a masticar y tragar en momentos de dificultades, se pueden preparar recetas eficaces y atractivas para los niños
- Autor: Por Maite Zudaire
- Fecha de publicación: martes 26 noviembre de 2013

Cuando los pequeños tienen mal de estómago, problemas víricos que provocan diarreas o vómitos, cuando tienen irritada la garganta, presentan pupas en la boca o incluso estrenan ortodoncia, necesitan someterse por un tiempo limitado a una dieta blanda. El menú debe adaptarse a las circunstancias; de hecho, en muchas ocasiones es la propia dieta la que va a actuar de cura. Por ello merece la pena esforzarse en añadirle atractivo y apetencia en lugar de imponer el ‘castigo’ de comer solo arroz y pescado hervido. En este artículo se ofrece una serie de recetas y métodos gastronómicos que refuerzan la curación sin renunciar a disfrutar de la comida.
Arroz y pescado, lo básico
La opción de arroz blanco y pescado hervido es de todo el mundo conocida. De hecho, junto al agua con el limón podría considerarse casi sinónimo de dieta blanda, entendida como de protección gástrica. Esa combinación, segura y satisfactoria, es básica para enfrentarse a una gastroenteritis, que implica una pérdida de agua y nutrientes. Y puede ser un buen inicio, pero no la única opción, menos cuando comienzan a remitir los síntomas.
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Imagen: CONSUMER EROSKI El pescado blanco hervido, sin grasa, puede presentarse tal cual en el plato, pero también se puede aliñar con un poco de cilantro, de perejil o de laurel, tres especias que ayudan a las digestiones y hacen el plato más sabroso sin alterar su función curativa. Puede también presentarse en sopa, con un poco de sémola, o hacer un fumet suave como base a la que añadir zanahoria, o tofu, o incluso tiras de pollo.
Pero ya decíamos que hay otra dieta más allá del arroz y el pescado...
Miso, zanahoria, calabaza y borraja
La calabaza y la borraja contienen sustancias que ayudan a suavizar las mucosas y calmar las irritaciones. El miso es una pasta fermentada de soja (o de soja y cereales) con la cualidad demostrada de favorecer la digestión porque contiene enzimas y lactobacilos similares a las del intestino. Hay que seguir las recetas, e interpretarlas reduciendo la cantidad de sal, de cebolla y de cualquier componente que no sea la base.
La vitamina A (en forma de beta-caroteno o provitamina), abundante en las hortalizas de color naranja intenso, tiene la cualidad de nutrir las mucosas y regenerarlas. Este aspecto es clave en cualquier proceso de irritación, bien sea de la mucosa digestiva (diarrea, estreñimiento, vómitos) o respiratorio (laringitis, llagas en la boca, faringitis), y hay ciertos alimentos que cumplen tal propósito terapéutico complementario.
Pollo con boniato, mejor que con patatas
En cuestión de carnes, conviene ser cauto y limitarse durante los primeros días de inicio con la comida sólida -más pronto o más tarde, según la evolución del niño- a las carnes blancas magras de pollo de corral o de pavo. El conejo, aunque es reconocido por su escaso aporte graso, contiene fibras musculares más largas que se traducen en más dificultad para digerir. Y en este momento, el objetivo de la dieta es el de procurar el menor esfuerzo a todos los órganos digestivos, desde el estómago y el hígado, hasta el páncreas o los intestinos.
Las frutas: pera, manzana y compotas
La fruta en compota es perfecta para la dieta blanda de protección digestiva, siempre y cuando se seleccionen bien las frutas y se cocinen potenciando su función astringente. Hay que descartar cualquier cítrico (naranjas, mandarinas, pomelos), o frutas ácidas como la piña y el kiwi, pero a partir de ahí, será la tolerancia del niño enfermo o desganado y su apetencia la que marque la norma. Eso sí: siempre hay que optar por piezas peladas y maduras.
La compota de pera con castaña y sin azúcar, la compota de manzana con zanahoria y la compota de manzana con pera son tres ejemplos de recetas que podemos ofrecer a los pequeños entre horas. Se puede usar canela o mezclarlas con un yogur con bífudus desnatado o de soja. Un recurso muy interesante es sustituir el agua por infusiones digestivas como la manzanilla, la melisa, el anís o el regaliz. La infusión aportará un particular sabor y dará a la dieta el valor añadido de sus propiedades digestivas.
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