El origen de los dátiles

El dátil no es una fruta desecada a pesar de tener una consistencia y un aspecto parecido
Por EROSKI Consumer 7 de diciembre de 2004

Las frutas desecadas como los orejones de albaricoque o de melocotón, las ciruelas, los higos, las uvas pasas y los dátiles, formaban parte, ya en la Edad Media, de la cocina tradicional de numerosos países. Propio de la cocina de la Europa de aquella época era degustar platos de carnes o pescados acompañados con salsa de ciruelas y dátiles, con pasas e higos, o con trozos de fruta fresca cocida (manzanas, peras…). En Turquía, Irán, Arabia Saudí, Yemen y los países del norte de África sigue siendo tradicional el cordero con ciruelas pasas, orejones de albaricoque, almendras, miel y especias, y el pollo todavía se guisa con ciruelas pasas, membrillos, dátiles o uvas pasas.

Curiosidades sobre los dátiles

El dátil no es una fruta desecada a pesar de tener una consistencia y un aspecto parecido. Estos frutos son oriundos de Oriente Medio y del Norte de Africa, y dada la gran variedad se clasifican en dátiles blandos, semisecos y secos. El dátil es el fruto de la palmera datilera, el cual mide unos 4-8 centímetros de longitud y su piel adquiere un tono amarillo dorado cuando está maduro. La carne de esta fruta es blanda, de sabor dulce, y el dátil contiene un hueso alargado en su interior.

Este fruto no se deja desecar después de su recolección, sino que se secan al sol en el mismo árbol y después se recolectan. Entre los más comercializados se encuentra el dátil tunecino Deglet Noor, «dátil de la luz», de piel lisa y brillante, considerado el mejor de todos; el dátil Medjool, de piel arrugada y textura parecida a la de un caramelo toffee. Los dátiles que se cultiva en Elche (Alicante) también gozan de una calidad excelente.

Los dátiles en Navidad

Es fácil encontrar dátiles en diferentes presentaciones; concentrados, blandos, duros, negros, amarillos dorados… Se pueden adquirir en racimos, tal y como se recolectan, aunque es más habitual encontrarlos envasados, intercalados entre láminas de plástico.

Las frutas desecadas comparten junto con los turrones, mazapanes y polvorones, hueco en la mesa de muchas familias durante las fechas navideñas. Nutritivas, sabrosas y muy naturales, las frutas desecadas se pueden degustar tal cual o sirven como ingrediente a originales recetas de entrantes, primeros, segundos platos o postres, en las que se combinan con armonía y buen gusto diversos sabores; salados, ácidos y dulces.

Les sugerimos algunas recetas en las que pueden incluir los dátiles y otras frutas desecadas. Buen provecho.

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